Una decena de ciudades encadena dos meses de noches tropicales con mínimas por encima de 20°

Un termómetro marca 32 grados centígrados en el Paseo Maragall de Barcelona, el pasado 30 de julio.

El calor nocturno de verano se ha incrementado en los últimos años y ya es una epidemia que reduce el sueño y empeora la salud de millones de españoles. Aunque este verano esté siendo ligeramente más fresco que los dos anteriores, las noches están siendo muy duras en las ciudades de la costa mediterránea y Andalucía, donde muchos vecinos han sufrido en lo que va de verano alrededor de 60 noches tropicales, prácticamente todos los días de los últimos dos meses. Los expertos recalcan que las temperaturas mínimas por encima de 20 °C dificultan el descanso e impiden que el cuerpo se enfríe por la noche, un shock que en algunas zonas del país está relacionado con los ingresos hospitalarios y los fallecimientos prematuros.

Según los datos recopilados por la Agencia de Meteorología (Aemet), un total de 11 grandes ciudades suman este año más de 55 noches tropicales o tórridas, un problema de salud pública que empeora con el cambio climático. El análisis solo incluye las capitales de provincia españolas, por lo que en realidad hay cientos de municipios que también podrían figurar en la lista. Por orden de mayor a menor son: Valencia (77), Murcia (72), Málaga (70), Melilla (68), Cádiz (68), Castellón (64), Alicante (64), Gran Canaria (63), Barcelona (59), Ibiza (58) y Jaén (56). En la suma se incluyen las noches tropicales y las tórridas (25 °C o más de mínima), y Melilla y Málaga son los que más tórridas han registrado este año, con 11 cada una.

Hay que recalcar que la temperatura mínima de la noche se alcanza alrededor de las 7.00 horas, pero durante la madrugada el termómetro puede marcar fácilmente cuatro o cinco grados más. María José Martínez Madrid, coordinadora de Cronobiología de la Sociedad Española del Sueño, explica que la clave está en la temperatura que hace al meterse en la cama, ya que a partir de los 25 °C es muy difícil conciliar el sueño. "El sueño lo regula el reloj circadiano y para conciliar el cerebro necesita enfriarse. El calor se traslada a las capas externas de la piel para que haya un intercambio de temperatura con el aire de la habitación, pero si hace mucho calor la temperatura corporal no baja", explica la experta. "Es ahí donde aparece el insomnio o el sueño fragmentado y superficial".

El cambio climático es sin duda el impulsor de estas noches calurosas, y en la última década se han incrementado rápidamente, especialmente en el Levante y Andalucía, aunque también en ciudades de interior por el efecto multiplicador de la isla de calor, que consiste en que el cemento y el asfalto expulsan de noche el calor absorbido durante el día. Por ejemplo, Madrid ya acumula 41 noches tropicales y 9 tórridas, y Ciudad Real 41 tropicales y 4 tórridas. Las regiones más frías de España no se libran de este fenómeno y este año se han registrado noches tropicales en Huesca (17), Ourense (8) o Bilbao (7).

A corto plazo, estas olas de calor nocturnas generan incomodidad, cansancio y cambios de humor, según destaca Martínez. En la fase profunda del sueño se consolidan los recuerdos, y un sueño superficial puede provocar problemas de memoria, mientras que en la fase rem se trabajan las emociones y el calor provoca irascibilidad. Cuando la situación se enquista y las altas temperaturas se repiten noche tras noche, puede derivar incluso en enfermedades como la diabetes por una desregulación de la insulina, y hay mayor riesgo de problemas cardiovasculares, de obesidad o gastrointestinales.

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Julio Díaz, investigador de la Unidad de Cambio Climático y Salud del Instituto de Salud Carlos III, explica que el impacto en el organismo del calor nocturno varía en función de la humedad de la ciudad. Un estudio publicado en 2023 en el que participó Díaz concluye que en las zonas costeras las noches tropicales están directamente relacionadas con el incremento de la mortalidad y los ingresos en hospitales, mientras que en el interior (Madrid, en el caso de su estudio), son las temperaturas máximas diurnas las que tienen una correlación con los ingresos hospitalarios y las muertes. "En ciudades de costa la oscilación térmica —la diferencia entre la temperatura del día y la noche, la máxima y la mínima— es muy pequeña, por lo que el cuerpo está sometido siempre a mucho calor. Además, la humedad del mar hace que sea más difícil sudar, y el cuerpo no puede autorregular la temperatura", apunta el físico.

En todo caso, Díaz recuerda que las noches tropicales no son mortales por igual para todo el mundo, y hay lugares donde la población está acostumbrada a las noches tórridas y su organismo no se resiente. "Identificar noche tropical (más de 20 °C) con mortalidad es un error; cada zona tendrá su umbral de temperatura riesgo", explica. De la misma manera ocurre durante el día: 40 °C de máxima en Sevilla no aumenta las muertes en hospitales, pero 40 °C en Galicia sí.

Otro estudio publicado en 2018 por un grupo de investigadores liderado por Yuming Guo, de la Universidad de Queensland (Australia), determinó que aunque las olas de calor nocturnas afecten a la salud, son las máximas diarias diurnas las que más aumentan la mortalidad. En el estudio, que evaluaba 400 urbes de todo el mundo, entre ellas 51 españolas, destacó que  "la temperatura máxima diaria suele darse durante las horas de la tarde, cuando la actividad al aire libre es más probable que durante la noche", y que en las olas de calor nocturnas hay un factor determinante que es el uso de aire acondicionado y el aislamiento del edificio, por lo que no todo el mundo se ve afectado de la misma manera por las noches tropicales.

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