"El mercado nos come": el estudio de 'Nature' liderado por un español que carga contra el capitalismo verde
Unai Pascual, doctor en Economía Ambiental e investigador del Basque Centre for Climate Change (BC3), ha dedicado dos décadas a estudiar las relaciones entre la economía y el cambio climático y a analizar cómo los gobiernos, las instituciones y las empresas respondían a la subida de las temperaturas, la deforestación y la contaminación. Su conclusión es que el sistema capitalista ha ignorado deliberadamente las señales que ha dado la ciencia sobre la crisis ambiental y que incluso las políticas verdes que se llevan a cabo a gran escala solo perpetúan el beneficio económico sin tener en cuenta a las personas. Cita, por ejemplo, los llamados mercados de carbono, que con el pretexto de reducir la contaminación sirven para especular con las emisiones de CO₂.
El trabajo de toda su carrera se resume en un estudio publicado este miércoles en la revista Nature que determina que hay una "crisis de valores" entre los responsables de protegernos del cambio climático. "Estamos erosionando la naturaleza y acabando con lo que nos permite vivir. Hemos llegado al punto de poner los valores de mercado incluso por encima de los antropocéntricos, los que nos permiten vivir. El mercado nos está comiendo", explica en una entrevista con infoLibre.
El estudio ha sido liderado por el investigador español, pero también han participado más de 80 expertos internacionales. Tras estudiar más de 50.000 documentos científicos y de políticas públicas, concluyen que es necesario cambiar la percepción social sobre la importancia de la naturaleza en nuestras vidas, ya que ahora prevalece la idea de que los bosques o las selvas son una fuente de recursos materiales, y esa visión impide que se tomen medidas serias para revertir el cambio climático.
La investigación resume el informe La diversidad de valores y la valoración de la naturaleza, publicado en la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) y refrendado por el plenario de la ONU el año pasado, que también fue liderado por Pascual y que llevó cuatro años elaborar.
¿Qué significa que hay una crisis de valores en el medio ambiente?
La mayoría de las decisiones que se toman sobre la naturaleza se toman con un objetivo de mercado, valores que se pueden negociar y explotar. Como ahora al mundo le interesa capturar carbono, nos inventamos un instrumento llamado mercados de carbono para justificar por qué queremos conservar este bosque o por qué queremos cambiar la vegetación de esta zona. Pueden ser decisiones buenas o malas, pero atienden al valor económico de ese bosque y sirven para que alguien obtenga un beneficio de esa operación.
¿Qué pasa entonces con el resto de los valores de ese bosque? Con su capacidad para generar agua de calidad o con la identidad cultural que proporciona a los pueblos de la zona. Lo que decimos es que los valores morales no se tienen en cuenta. Esta crisis de valores se traduce en que de todos los motivos que tenemos para proteger la naturaleza, solo nos basamos en el mercado.
¿Y cómo resolvemos esa crisis?
Al final de lo que estamos hablando es de dar más importancia a los valores que no son cuantificables sobre la economía, porque los primeros aportan mucho más que dinero. Tenemos una crisis de valores porque estamos tomando decisiones miopes, y eso que la ciencia conoce desde hace décadas la importancia de basarnos en criterios ambientales y no económicos. No podemos usar la excusa de que solo el mercado es capaz de dar un valor a la naturaleza, eso es falso.
La mayoría de las decisiones que se toman sobre la naturaleza tienen un objetivo instrumental, para dar bienestar al ser humano, ya sea económico o material. Lo que pasa que un filósofo diría: 'No perdona, el valor de un bosque o de una especie va más allá de lo que te puede interesar a ti como ser humano, tiene un valor intrínseco. Ese árbol tiene valor más allá de que estás tú lo uses o no lo uses'.
El capitalismo crea los mercados de carbono y encuentra para proteger el bosque porque absorbe CO₂, pero si al día siguiente se dan cuenta de otro tipo de árbol es más eficaz, el sistema no tiene problema en talar el bosque y plantar una nueva especie, ignorando las consecuencias que tiene sobre el ecosistema. Si a eso le llamamos política verde estamos muy confundidos, estamos asumiendo que el valor de un bosque se mide según el precio de la tonelada de CO₂ en dólares.
Además de gobiernos y empresas, buena parte de la población tampoco está dispuesta a sacrificar su bienestar.
El valor del cuidado, de la justicia ambiental... la gente los tiene de forma latente, pero no los priorizamos en nuestro día a día porque el mercado los tapona. La pregunta es: ¿Por qué priorizamos valores que no nos benefician?. Bueno, hay un sinfín de razones. Básicamente, las estructuras sociales, la educación, los medios de comunicación, el marketing... que son los encargados de inculcar los valores. El consenso científico dice que para solucionar el cambio climático lo que tiene que cambiar son las estructuras socioeconómicas, aquellos mecanismos que inculcan valores de mercado. Lo que decimos es que todas las crisis ambientales tienen un origen. Hay que ir a la raíz del problema.
Todo esto suena a una llamada a acabar con el capitalismo, o refundarlo.
Bueno, nosotros publicamos la evidencia y una vez que eso ya está publicado que cada uno haga lo que le parezca. Uno dirá que hay que refundar el capitalismo, otro que hay acabar con él, otro defenderá el llamado capitalismo verde. Yo no le pongo nombre a lo que hay que hacer, pero sí digo que el capitalismo verde es una falacia y que solo profundiza en los errores cometidos ahora. Solo fomenta valores mercantiles y tapona los valores como el cuidado o la reciprocidad, necesarios para tener una sociedad justa y sostenible. Son brochazos verdes al capitalismo.
Según vuestro estudio este problema es global, ¿cómo nos afecta en España?
Bueno, ahora vemos que en muchas ciudades directamente se talan árboles en las ciudades para tener más espacio, lo que es absolutamente irracional. Es una decisión de mercado. Por ejemplo, en Pamplona quieren construir un parking subterráneo en unas de las plazas del centro porque para algunas personas el valor de moverse en coche está por encima de proteger los árboles de la plaza, que dan sombra a personas vulnerables como niños o ancianos. Lo que hacen los promotores es calcular cuál es el valor en euros de ese parking y cómo impulsará el turismo y la hostelería, pero nadie hace un cálculo de cuál es el coste de perder la vegetación de una ciudad en pleno cambio climático.