La vuelta al cole y al grupo de WhatsApp de madres y padres: "Muchos líos en las aulas son por estos chats"

Cuenta atrás para la vuelta al cole para los más pequeños de la casa y también para las madres y padres. Tras los largos meses de verano, las vacaciones llegan a su fin con el regreso a la escuela o al instituto de los más pequeños de la casa. Este curso, los más madrugadores serán los alumnos navarros de Educación Infantil, Primaria y Especial, que tendrán que volver a poner el despertador el próximo día 5. Ese día, muchas familias tendrán que volver a prestar atención a las notificaciones del dormido —o no— grupo de WhatsApp de la clase de su hijo o hija. "Son super incendiarios", reconoce Sylvia Pérez, psicopedagoga y profesora de la Universitat Oberta de Catalunya. 

"Manolito no encuentra su bolsa de la merienda de Baby Joda, ¿alguien se la ha llevado confundida?". Una quincena de respuestas se solapan en menos de un minuto con un "no" entremezclado con un par de mensajes de "recordad que mañana tienen que llevar las cartulinas verdes" o "me han contado que en la clase de Las Tortugas hay piojos". Desde que WhatsApp se coló en nuestras vidas como herramienta de mensajería hace más de una década, prácticamente todas las clases de colegio o de actividades extraescolares cuentan con su propio grupo de familias.

Así, una veintena de adultos comparten un espacio común con el único nexo de unión de que sus hijos son compañeros de pupitre. "Hace años, llegaban cinco minutos antes de la salida o se quedaban un rato para charlar con las otras madres o padres", recuerda Pérez que apunta que esta socialización para conocer a las otras familias siempre ha existido, pero que ahora ha evolucionado de la puerta del colegio al entorno digital. 

Eso sí, lo que no ha cambiado en estos últimos años, es la presencia mayoritaria de mujeres, otra muestra más de los fallos en la conciliación familiar. Si antes eran las madres las que esperaban a los niños a la salida de clase, ahora son ellas las que asumen en su móvil todos estos mensajes.  Sylvia Pérez, por su parte, señala que la mayor femenina forma parte del "cliché": "La persona que va a las reuniones o a llevar a los niños, es la que forma parte de estos grupos. Y estas personas suelen ser las madres. Es más, si está el padre en el chat lo normal es que esté también la madre, pero al revés es raro que pase". No obstante, esta experta matiza que la cosa cambia en el caso de las actividades extraescolares, sobre todo si están relacionadas con el deporte: "Ahí seguro que está el padre". Y lo dice por propia experiencia. 

Para Aída Valero Moya, presidenta de la Asociación Pro-Colegio Oficial de Pedagogía y Psicopedagogía de la Comunidad de Madrid, la duda que le genera este asunto, más allá de confirmar que las mujeres suelen estar siempre "más implicadas", es si es necesario que estén los dos progenitores en el grupo: "Se podrían turnar porque evidentemente hay una descompensación y la que está enterada es la madre, mientras que el padre no. Aunque, María Capellán, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (CEAPA), destaca que "cada vez hay más padres implicados". 

Vida escolar sí, temas privados no

Pero, más allá de la composición, la pregunta es evidente: ¿son realmente útiles? Para Capellán, depende de para que se utilicen estos grupos: "Si se usan para contar cosas que son interesantes y relacionadas con la vida escolar, bien. Si se usan para chorradas, asuntos que son privados o temas que en los que deben contactar directamente con los profesores, evidentemente no".

"Todo está en quién lo regule y qué normas se pactan", indica Sylvia Pérez. Aunque esta experta sostiene que ha visto y ha estado en grupos que funcionan, como psicopedagoga también ha presenciado la otra cara de la moneda: "Muchos de los problemas actualmente en las aulas o entre profesores y familias son por líos que se han montado en WhatsApp". 

Coincide en en estos pros y contras Diana Al Azem, educadora, autora de AdolescenteZ de la A a la Z y fundadora de Adolescencia positiva,. "La realidad es que la mayoría de estos grupos suele traer conflictos y quejas entre los progenitores que buscan tener todo lo referente a sus hijos bajo control", explica al tiempo que defiende que "WhatsApp no es una aplicación fiable y óptima" para realizar este tipo de conversaciones. 

¿Es necesario estar?

Porque, aunque al principio estos grupos puedan ser entretenidos, para muchas madres y padres termina siendo un engorro del que les encantaría salir silenciosamente después de estar una hora sin mirar ese chat y encontrarse dos centenares de mensajes. Con el curso aún sin empezar, seguro que muchos ya se preguntan si realmente son necesarios y todas las expertas consultadas por infoLibre coinciden en que no. 

"Es un recurso que favorece la comunicación y la implicación de las familias", apunta Valero Moya que, no obstante, matiza que no son necesarios porque si hasta hace unos años "no los hemos tenido" ahora también se puede sobrevivir sin ellos. Sylvia Pérez reconoce que entiende los motivos detrás de la creación de estos grupos, pero pide "un orden y un sentido": "No se puede hablar ni comentar todo". 

Para esta psicopedagoga, hay dos partes en esta especie de obligación para que madres y padres resistan dentro de estos grupos. Por un lado, la complejidad que supone introducir a un hijo en otros entornos de socialización más allá del núcleo familiar y "que el adulto no socialice, es un poco extraño". 

Y, por otro, Pérez explica que, aunque es necesario que existan canales de comunicación entre colegio y progenitores, la vía más adecuada sería "a través de tutores o incluso de delegados entre madres y padres". "Cuando un profesor quiere estar en contacto con las familias, existen diversos sistemas o aplicaciones más controlados y beneficiosos que WhatsApp", señala Diana Al Azem. María Capellán recuerda, además, que hay que tener en cuenta que muchos centros usan cada vez más "plataformas para enviar avisos": "El problema es que tienen que salir los avisos y mucha gente no está pendiente de estas aplicaciones o del correo como pueden estar de WhatsApp". 

Una herramienta perfecta de comunicación que se convierte en un espacio hostil

Y aquí es cuando se abre el melón de los inconvenientes con estos grupos de WhatsApp ya que, en muchas ocasiones, se convierten en un espacio totalmente hostil y que genera más problemas que beneficios. Las expertas consultadas por infoLibre destacan que los riesgos de estos chats son múltiples y variados.

El primero y probablemente más importante es la falta de control. "No los controla nadie como sucede en algunos foros donde hay un mediador", indica Diana Al Azem. Así, en muchos casos se usa este grupo para hablar de asuntos que no están relacionados con la educación de los niños creándose conversaciones paralelas que poco o nada tienen que ver con la vida escolar. También terminan siendo una agenda o en una vía para resolverle la vida al alumno quitándole la responsabilidad de saber si tiene que hacer o saber algo. 

Sin olvidarse de los conflictos generados por la propia dinámica de WhatsApp. "Que se malinterpreten mensajes, que se compartan cosas que son privadas…", detalla Valero Moya que defiende que son problemas "que se podrían evitar si no existieran" estos grupos.

Y en un entorno como el digital, también aparece el riesgo de las comparaciones entre los diferentes niños. "No se puede decir, mi hija sacó tanta nota y el tuyo sacó menos", explica María Capellán de CEAPA. 

En esta línea, hay que tener en cuenta que en estos grupos se puede llegar a etiquetar a algunos menores. "Muchas veces hay chats oficiales, que incluyen a todas las familias, pero también subgrupos donde se juntan algunos y eliminan, sobre todo, a madres o padres de aquellos niños con necesidades especiales porque quieren hablar de él", admite Sylvia Pérez. 

Pueden crear alarma y peleas 

Otro de los riesgos es la desinformación que puede llegar a circular por ellos. Un peligro que lleva asociado directamente la creación de alarmas injustificadas o que directamente no existen. "Por ejemplo, comienza a circular un bulo sobre algo que ha pasado en el recreo y funciona como gasolina para incendiar cualquier cosa. Se genera un drama con un tema que es pequeño y que se podría solucionar tranquilamente en el colegio", sostiene Pérez.

Otro de los problemas, derivado del anterior, son las discusiones entre familias por cosas que pasan en el colegio y que pueden llegar a situaciones de acoso. Según detalla Pérez, se trata de "temas que antes se solucionaban con el profesor", pero que ahora "se trasladan a WhatsApp en vez de hablarlo en privado o en el centro" generando así "discusiones innecesarias". "Todo el mundo opina, critica, comparte e incluso en algunos casos, se llega a ataques entre padres", asegura Al Azem.

Los profesores, objeto de críticas y ¿moderadores?

Y, sin olvidarse, que además de las peleas o las críticas a otros niños, el otro foco de tensión en estos espacios es el profesorado. Por ello, desde el sindicato de profesores ANPE han elaborado un decálogo de buenas prácticas sobre su uso. En este documento, se incluyen consejos como no "criticar, insultar, o difamar", no ser cómplice si el chat comienza a usarse de forma "inadecuada", no añadir a nadie sin preguntarle antes, escribir solo información que afecte a todos y que sea relevante, o no usarlo como agenda para saber lo que tiene que hacer o llevar al día siguiente el menor a clase. "Usa el grupo de manera positiva, con respeto y para ayudar", resume. 

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¿Debe haber alguien del profesorado en estos grupos? Para Sylvia Pérez, aunque sabe que su postura no es demasiado popular entre sus colegas, sería necesario que hubiese alguien del colegio para ejercer de mediador: "No sé si el tutor o algún coordinador, pero ayudaría a regular un poco las conversaciones y lo que se dice". Además, en el caso de alumnos ya de instituto, más mayores, que también tienen chats en WhatsApp, aconseja la presencia de al menos un docente. 

Opinión similar tiene Valero Moya. Esta experta reconoce que es un asunto "controvertido" y que tiene que ver con "la política del centro o con la preferencia del tutor". Además, hay otro factor a tener en cuenta: en estos grupos, la mayoría de los mensajes se envían fuera del horario escolar, por lo que el profesor tendría que responder fuera de su horario laboral y "no es apropiado".  

En la misma línea se posiciona Diana Al Azem que, no obstante, considera que el máximo problema de la existencia de este mediador es que el docente no tiene "por qué compartir su número de teléfono personal" con las familias, teniendo en cuenta además que no suelen tener un móvil profesional. "En cualquier momento pueden invadir su privacidad", defiende. 

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