Trump quiere regular su déficit comercial con Europa vendiendo más gas y petróleo, pero es imposible

Vista exterior de la planta regasificadora de Enagás en el Puerto de Barcelona, a 6 de octubre de 2022, en Barcelona.

La Comisión planteó el lunes a Estados Unidos una tregua parcial en la guerra comercial para liberar de aranceles al sector industria, pero parece que la oferta no es suficiente para Estados Unidos. El presidente Donald J. Trump contestó ese mismo día que su país tiene un déficit comercial de 350.000 millones de dólares (316.000 millones de euros) con el viejo continente y que su apuesta para acabar con la brecha "fácil y rápidamente" es la energía: Europa tiene que comprar más gas y petróleo si no quiere que los "aranceles recíprocos" empiecen a funcionar dentro de 90 días.

Pero corregir ese diferencia comercial solo con la compra de energía es simplemente imposible en el escenario actual, porque las importaciones de gas, productos petrolíferos y carbón de la UE a EEUU fueron de 65.000 millones en 2024. Para alcanzar cumplir con la exigencia de Trump, Europa tendría que comprar cinco veces más de lo que importó el año pasado.

Según datos de Eurostat, Estados Unidos es el primer proveedor de Europa de productos petrolíferos con el 15,5% del mercado (42.166 millones de euros el año pasado). También es el número uno en gas natural, con el 45,3% del mercado (19.000 millones). Entre los vendedores de carbón ocupa el segundo lugar, con una cuota del 27,6% (3.840 millones). Aun así, Trump aspira a que la dependencia sea muchísimo mayor para beneficiar a las petroleras y gasistas norteamericanas, que han ganado una enorme influencia en la Casa Blanca bajo la nueva presidencia.

"Si miramos las actuales tendencias energéticas de la UE, la cifra de 350.000 millones de dólares en importaciones de petróleo y gas no parece realista de cara al futuro", opina Ronald Pinto, jefe de estudios de gas natural en Kpler, una empresa de análisis energético. "En el caso del gas, aunque esperamos un aumento significativo de las exportaciones estadounidenses de GNL en los próximos dos años, no bastará para cerrar esa cifra", añade.

El problema es que las cifras que da Trump son inalcanzables. No hay manera de que la demanda energética en Europa crezca próximamente para que las compras de energía aumenten, y mucho menos que se dupliquen o tripliquen. Sobre todo teniendo en cuenta que los 27 países están en proceso de descarbonización —deshacerse del petróleo y el gas— y de que se espera una recesión global debido a los aranceles. De hecho, los analistas descartan un incremento en la compra de petróleo, y lo único que podría negociarse es una subida parcial en la importación de gas estadounidense, ahora que se ha desplomado la llegada de gas ruso.

Christoph Halser, también analista de gas en la firma Rystad Energy, añade que el crecimiento de las importaciones de gas desde Estados Unidos es muy limitado, debido a que los precios del gas están en caída libre desde hace dos semanas y eso hace menos rentable la exportación. Por no hablar de que la cifra que da Trump es simplemente inabarcable: "El gasto total de la UE en productos energéticos en 2024 ascendió a 375.900 millones de euros, lo que exige que casi todas las importaciones energéticas europeas procedan de EEUU para compensar el déficit comercial solo con importaciones energéticas.

El analista pone más ejemplos que tiran por tierra esa posibilidad. Si todo el GNL que Europa va a importar en 2025 fuese de Estados Unidos (en el primer trimestre la cuota ha sido del 53%), la factura sería de unos 66.000 millones de dólares, por lo que no solo tendría que ser el único proveedor, sino que tendría que vender 5,3 veces más que el consumo doméstico para alcanzar los 350.000 millones.

Luke O Callaghan-White, experto en Transición Energética de E3G, un centro de análisis de Bruselas, también explica que esta idea es del todo imposible. "Para ponerlo en contexto, 350.000 millones equivalen a casi tres veces el tamaño del mercado mundial de GNL".

Una alternativa a incrementar la demanda sería deshacerse de proveedores clave como Noruega, Argelia o Rusia para el gas, o Libia, Arabia Saudí o Nigeria en el petróleo, e importar esas cantidades a Estados Unidos. Pero ese comercio depende de las decisiones que tomen las empresas energéticas europeas, las que deciden a quién comprar, y en muchos casos están atadas a contratos a largo plazo que firmaron en el pasado.

Aunque no se puedan alcanzar esas cifras, los técnicos de Bruselas podrían plantear alguna solución intermedia en las próximas semanas. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ya se preguntó en noviembre algo similar:"¿Por qué no sustituir [el gas ruso] por GNL estadounidense, que es más barato para nosotros y abarata nuestros precios energéticos?", dijo tras la victoria de Trump en las elecciones. Este martes, la portavoz de Energía de la Comisión también ahondó en ello. "La mitad de nuestro gas natural licuado (GNL) ya viene de Estados Unidos y estamos dispuestos a ir más allá", dijo Anna-Kaisa Itkonen.

La funcionaria contestaba así a las declaraciones que hizo un día antes Donald Trump, con su despotismo habitual. "Una de las maneras en que puede desaparecer fácil y rápidamente el déficit es que nos compren nuestra energía. Si lo hacen, podemos reducir los 350.000 millones de dólares en una semana", dijo el presidente.

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Sin embargo, Estados Unidos tampoco está en condiciones de comprometerse a un incremento drástico de sus ventas de gas a Europa. El año pasado un 40% de su gas licuado a Europa, y si pretende aumentar esta cifra tendrá que ser a costa de dejar de vender a otros países e incrementar drásticamente la producción de gas natural y su capacidad para licuefacerlo en los puertos del país para poder transportarlo en barco a través del Atlántico.

En 2024, las terminales de gas licuado estadounidenses exportaron al mundo unos 12.000 millones de pies cúbicos de gas al día, aunque ya hay suficientes proyectos en construcción para casi duplicar esa capacidad, según el Gobierno de EEUU, y buena parte de ese incremento aspira a destinarse a Europa. Algunos expertos también sostienen que la apuesta de Trump por el carbón —este martes aprobó un plan para revivir la industria— es una estrategia para producir electricidad con hulla dentro de su país, y reservar el gas para venderlo al exterior, puesto que es más rentable que venderlo dentro de Estados Unidos.

La balanza no es negativa en 350.000 millones

Por otra parte, las cifras que da Trump están enormemente exageradas. El mandatario cifra un déficit comercial de 350.000 millones de dólares frente a la Unión, cuando en realidad es de unos 200.000 millones en el caso del comercio de bienes. Además, Estados Unidos tiene un superávit de unos 100.000 millones al año en el comercio de servicios con la UE, lo que da una balanza favorable a Europa de unos 100.000 millones al año.

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