VERSO LIBRE
Falange y literatura
El maestro José-Carlos Mainer acaba de publicar una nueva versión de su libro Falange y literatura (RBA, 2013). Es una revisión muy ampliada (se trata ya de un volumen de 700 páginas) de la antología y el estudio que publicó en 1971 en la recordada colección Textos Hispánicos Modernos de la editorial Labor. Resulta significativo que unos de los historiadores de la literatura que con más interés ha perseguido la configuración del pensamiento liberal y las letras de la España democrática, fuese uno de los primeros en ordenar y analizar la literatura del mundo falangista. Mainer ha querido siempre dibujar el panorama más amplio de la historia para buscar después los matices personales de cada autor en la lectura de los textos.
En la primera edición de uno de sus libros más importantes, La edad de plata (1975), la cubierta apareció ilustrada por un mapa del sistema solar en el que autores como Unamuno, Baroja, Valle-Inclán, Juan Ramón, Salaverría o Víctor Pradera se mezclaban igual que los planetas y los satélites en las leyes de un universo. Fue un acierto de los editores. No sólo sirvió para caracterizar el sistema literario español del primer tercio del siglo XX, sino también para aludir a la perspectiva crítica de Mainer que ha procurado siempre ordenar las voces y los ecos dentro de la experiencia histórica de la sociedad española. Teoría, historia y lectura se unen en su tarea filológica.
En la nueva edición de Falange y literatura nos ofrece un pormenorizado análisis del fascismo español, desde sus primeros síntomas al calor del pensamiento totalitario europeo, hasta sus alegatos finales en la posguerra, cuando algunos de sus protagonistas empezaron a convivir con la mala conciencia. La antología reúne, entre otros, textos de Julián Ayesta, Agustín de Foxa, Dionisio Ridruejo, Rafael Sánchez Mazas o Ernesto Jiménez Caballero. A la hora de hacer recuento de historia literaria del falangismo, reconocemos algún hallazgo, alguna ráfaga de genialidad personal, un fondo sociológico de interés y poco más. La Literaturas con mayúscula, pese a las sesgadas reivindicaciones que a veces se intentan alentar desde el pensamiento equidistante o desde las ideologías más reaccionarias, estaba en otra parte. No siempre en otro bando, pero sí en otra parte.
José-Carlos Mainer hace un estudio riguroso, ofrece datos, dibuja el horizonte, no entra a discutir de política con los autores. Pero su estudio despierta en el lector la melancolía del progresismo español que intentó configurar una memoria distinta para España. Frente al autoritarismo imperial, los Reyes Católicos, Trento y el yugo y las flechas de la Falange, la estirpe liberal soñada en los Episodios Nacionales de Galdós, con las Cortes de Cádiz al fondo y unas movilizaciones populares no sometidas al púlpito y las cadenas, sino al compromiso rebelde contra el absolutismo.
Todavía sobrecoge ver una plaza llena de banderas españolas. La mitología nacional es heredera aún de una parte de las consignas que recibieron los falangistas del pensamiento reaccionario y que intentaron unir con la modernidad de los movimientos totalitarios del siglo XX. La historia liberal de España, de derrota en derrota, de olvido en olvido, ha sido expulsada de la mitología oficial de su patria. Tienen poca cabida los valores que se relacionan con la libertad de conciencia, el respeto y la decencia cívica. El nacionalismo español no sube del pueblo al Estado, sino que baja de las élites a un pueblo que nunca ha podido apoyarse en una versión propia del Estado.
Esa herencia de precariedad intelectual y cívica se analiza en el ensayo de José-Carlos Mainer a través de la literatura, los precursores, las memorias generacionales, la guerra, los héroes, las nostalgias y las fantasías del falangismo español. Es un lujo leer a los maestros en tiempos de miseria infectados otra vez de impunidad y barbarie. La exaltación irracional de la juventud y el autoritarismo fueron dos de las consignas preferidas por los mandamientos fascistas. Tan peligrosos como los viejos cascarrabias son los jóvenes que renuncian a su memoria. José-Carlos Mainer es un nombre mayor, un maestro, que sigue enseñándonos a mirar la historia.