Semiosfera Digital quiere ser un blog que, con una mirada crítica, se interrogue acerca de los fenómenos relativos a los espacios digitales. En este sentido, se abordarán aquí cuestiones como la circulación del sentido en los nuevos medios; la relación entre estos y los medios de comunicación de masas tradicionales; la tipología de los públicos y la configuración de la opinión pública en un mundo cada vez más hipermediatizado; o cómo estos espacios propician la viralización de rumores y bulos.
¡Ay, si los políticos estuvieran a la altura de nuestros paisajes!
A finales del mes pasado el ruido distorsionador que se gesta en torno a la política nacional alcanzaba los límites de la infamia: muchos medios de comunicación tradicionales, digitales y cuentas de redes sociales llegaron a contraprogramar la información sobre la injerencia del Tribunal Constitucional, de relevancia e interés general, con la noticia de que el presidente Pedro Sánchez había caminado por delante del rey. Y, buena parte de los medios y cuentas de izquierdas, eufemísticamente ingenuos, decidieron entrar al trapo contestando que Aznar había hecho lo mismo con el emérito en su día. Mientras tanto, muchos españoles y residentes en España hacían sus maletas para volver a los lugares a los que llaman casa. Que no tienen que ver con el sitio que los vio nacer, sino con aquellos en los que están las personas a las que quieren desde hace más tiempo. Donde están los paisajes que conformaron su forma de mirar el mundo, y con ella su manera de sentir y de pensar.
Que los paisajes nos condicionan mucho más de lo que nos paramos a reflexionar se lo escuché decir a Julio Llamazares durante la Feria del Libro de Fuerteventura de hace unos años. Seguí pensando en ello y tiempo más tarde encontré un texto suyo del 2009 titulado “Los españoles y el paisaje”. En él explicaba que “los paisajes, esos espejos en los que nos reflejamos y que condicionan nuestra manera de ser, son tan valiosos para nuestra felicidad como la educación o la sanidad, aunque solamente sea porque influyen en nuestro ánimo tanto como las condiciones de vida”.
Se preguntaba entonces Llamazares cómo puede ser posible que tras dos siglos del despertar romántico que valorizó la concepción estética y la importancia del paisaje, y de los estudios filosóficos, artísticos y literarios que le siguieron, el español en general, y —añado yo— los cargos públicos y políticos a los que se encomienda su preservación en particular, sean tan indiferentes y muchas veces artífices de su destrucción.
Esa misma cuestión asoma inevitablemente entre los muchos que, al hacer esa maleta de finales de diciembre, tenemos la suerte de poner rumbo precisamente a Fuerteventura. Tengamos o no orígenes majoreros, celebremos con efusividad las fiestas de estas fechas o queramos sencillamente disfrutar de unos días de vacaciones, Fuerteventura representa para nosotros el hogar que se construye a base del afecto sedimentado por el paso de los años y ver cómo se destruye, destroza.
Muchos dicen que esta isla o se ama o se odia, sin términos medios. Pero quien la ama afirma que es magnética, no es casual que casi la mitad de sus visitantes vuelva. Es una isla tan árida como agradecida. Su tierra rojiza y su roca volcánica hacen que a menudo se la compare con Marte. Les aseguro que, cuando llega la calima fuerte, impresiona tanto que se la podría asemejar incluso a las escenas de tormentas de polvo de Interstellar (Christopher Nolan). Sin embargo, bastan cuatro gotas de lluvia para que sus colinas recuerden a los prados de Irlanda, pero, en este caso, pastan las cabras que luego nos dan el mejor queso del mundo.
Entre las noticias más difundidas con las que empezamos este nuevo año están las que hacen referencia a las propuestas políticas de Juan Lobato, candidato del PSOE a presidir la Comunidad de Madrid, pues, además de kamikazes, son medidas que van a contracorriente de la política nacional de su partido. Así, en un tweet del 2 de enero aseguraba que bajaría “sin complejos” el IRPF al 95% de los madrileños. Tan solo una semana después, en una entrevista con El Español, insistió en seguir por esa senda, afirmando que de gobernar dejaría exentos los impuestos de sucesiones, donaciones y patrimonio. No debió parecerle suficiente disparate el contenido de la entrevista, por lo que decidió publicarla en Twitter añadiendo, además, que Ayuso criminaliza a las grandes fortunas. El tweet se viralizó en cuestión de minutos, debieron de darle un toque de atención y decidió modificarlo.
Lamentablemente estas contradicciones entre la ideología y las propuestas programáticas de los partidos políticos nacionales y las políticas y posiciones que toman los representantes que finalmente son elegidos, las conocemos bien quienes venimos de los pueblos de interior, de las islas, de pequeñas localidades costeras, de fortines turísticos. Son cotidianas y son una traición tanto a los ciudadanos que han decidido apostar por una determinada opción política como a las siglas por las que en teoría se postulan.
Al respecto, en Fuerteventura, la última de una larga lista de vergüenzas ha sido la declaración de interés insular de una parcela de suelo rústico de 161.001 metros cuadrados situada a tan solo 400 metros del Parque Natural de las Dunas de Corralejo. Esta tierra virgen y, en teoría, protegida fue vendida por la cadena hotelera RIU a 50 céntimos el metro cuadrado a la promotora de José Antonio Newport, presidente de Cecap y vicepresidente de la Confederación de Empresarios de Las Palmas, para edificar el Dreamland Studios.
Este proyecto, que se presenta como una nueva ciudad del cine —recuérdese lo que pasó con la Ciudad de la Luz de Alicante—, tendrá enormes naves y edificios de hasta 24 metros de altura destinados a la postproducción, trabajo que casi nunca se realiza in situ; a centros de formación, para lo cual ya existe un enorme e innovador Parque Tecnológico prácticamente inutilizado; y, por supuesto, a centros comerciales, restaurantes y parques temáticos, que ya se imaginarán ustedes cuánto aportarán a la prometida diversificación de la economía. En definitiva, construyen una ciudad del cine que se carga el set principal, otra idea brillante.
La declaración que permite tamaña destrucción paisajística y natural salió adelante con el apoyo del PSOE y de Podemos. La traición de Andrés Briansó, representante del partido morado que votó a favor, es sangrante; mientras que Pau Quiles, el otro consejero de Podemos que también se había declarado en contra del proyecto, volvió a encontrarse indispuesto y, por prescripción facultativa, ni siquiera pudo participar por videoconferencia. Decía Giner de los Ríos: “¡Ay, si los españoles estuviéramos a la altura de nuestros paisajes!”, esta vez la sociedad majorera lo ha estado, posicionándose claramente en contra, sus políticos no.
Ya está terminando la primera quincena de enero, hemos vuelto a llenar esa maleta que hicimos en diciembre, esta vez con algunos alimentos que nos ayudan a prolongar un poco más el sabor de la tierra que amamos, y estamos ya en el lugar donde la rutina de nuestras ajetreadas vidas nos impide pensar y recordar que hay quien se queda y lucha. Aquellos que, a pesar de las traiciones de esos políticos votados con ilusión, de los trapicheos de quienes por cuatro duros venden su tierra y de la indolencia de algunos, no se rinden.
Las palabras, cuando se usan para una cosa y su contraria, manidas, ensuciadas y aprovechadas, se vacían de significado, se vuelven, como decía Eco, conceptos paraguas. En el 2022 una de las que se llevó el premio a más repetida fue patriota. Patriotas se han denominado siempre los votantes de derecha, que lo son por derecho propio y todos los días del año, salvo aquel en el que toca hacer la declaración de la renta. Luego, la izquierda-cursi, justamente cansada de regalarle todo a los que ya se dan por legítimos propietarios, empezó con la retahíla de que los verdaderos patriotas son ellos. Y, por último, también se les unió la izquierda-enfadada. Sin embargo, creo que los verdaderamente dignos de llamarse así son ellos, la sociedad civil, como El Efequén en Fuerteventura, que lo demuestran en cada lucha, contra vientos y mareas más fuertes incluso que las que azotan la isla. Este 2023 es año de elecciones, que no sea otra oportunidad perdida para escucharlos, aprender y contar con ellos.
Lecturas sugeridas:
Fior, A. (2021): “Una tipología de la figura del turista: hacia una redefinición del turismo como fenómeno de consumo”, en Comunicación en la era postcovid, medios audiovisuales y análisis (coord. Luz Martínez, L. y Díaz, J.). Pp. 115-125. Ed. Dykinson.
Llamazares, J. (2009): “Los españoles y el paisaje”.
Riverol, M. (2022, 18 diciembre): “Dreamland, el modus operandi”. Diario de Fuerteventura.
A finales del mes pasado el ruido distorsionador que se gesta en torno a la política nacional alcanzaba los límites de la infamia: muchos medios de comunicación tradicionales, digitales y cuentas de redes sociales llegaron a contraprogramar la información sobre la injerencia del Tribunal Constitucional, de relevancia e interés general, con la noticia de que el presidente Pedro Sánchez había caminado por delante del rey. Y, buena parte de los medios y cuentas de izquierdas, eufemísticamente ingenuos, decidieron entrar al trapo contestando que Aznar había hecho lo mismo con el emérito en su día. Mientras tanto, muchos españoles y residentes en España hacían sus maletas para volver a los lugares a los que llaman casa. Que no tienen que ver con el sitio que los vio nacer, sino con aquellos en los que están las personas a las que quieren desde hace más tiempo. Donde están los paisajes que conformaron su forma de mirar el mundo, y con ella su manera de sentir y de pensar.
Que los paisajes nos condicionan mucho más de lo que nos paramos a reflexionar se lo escuché decir a Julio Llamazares durante la Feria del Libro de Fuerteventura de hace unos años. Seguí pensando en ello y tiempo más tarde encontré un texto suyo del 2009 titulado “Los españoles y el paisaje”. En él explicaba que “los paisajes, esos espejos en los que nos reflejamos y que condicionan nuestra manera de ser, son tan valiosos para nuestra felicidad como la educación o la sanidad, aunque solamente sea porque influyen en nuestro ánimo tanto como las condiciones de vida”.