Mal vamos si en medio de una emergencia no sabemos ni siquiera a quién tenemos que llamar. Mal vamos si cuando tenemos que dar el aviso, no sabemos a quién tenemos que dárselo.
Es lo que pasó el miércoles cuando la Dana empezó a ponerse medio fea en la zona de Castellón. El centro de coordinación de emergencias de la Generalitat valenciana llamó a Xaro Mirallles, pensando que era todavía la alcaldesa de Benicarló. No la llamó una vez, la llamó dos, y ante la insistencia de esa llamada ella ya descolgó y preguntó si podía ayudarles en algo. Supongo que se quedaría estupefacta cuando descubrió que la llamaban porque pensaban que todavía era la alcaldesa de Benicarló. Un puesto que había dejado en junio de 2023. Xaro Miralles ya no era la regidora de esa localidad desde hacía más de un año. La sustituyó el popular Juanma Cerdá.
Clama al cielo que, después de todo lo que había pasado dos semanas antes en Valencia, este miércoles la incompetencia más absoluta siguiera a los mandos de otra potencial dana.
En fin. Podríamos hacer chistes con esto, ser parte del sketch de algún programa de Navidad, pero es para poner el grito en el cielo. Si ni siquiera se tiene el listín de teléfono actualizado, ¿qué podemos esperar?
Hemos hablado mucho estas semanas de la negligencia del gobierno valenciano, de la incapacidad a la hora de tomar decisiones, de la incompetencia de muchos de sus cargos y de la falta de humanidad que algunos han demostrado. Pero puede que el problema no fuera sólo de esa administración. Puede que tengamos que empezar a preguntarnos si, los que nos gobiernan, los que nos tienen que poner a salvo en situaciones de emergencia, están realmente preparados.
El otro día alguien decía que se presentaran por oposición. Que se les exigiera una formación para poder ejercer la función pública. Creo que esas hipotéticas oposiciones se quedarían desiertas si sometiéramos a los actuales servidores públicos a ese examen de competencia.
No tener ni idea de que existe un sistema de alerta rápida para la población es no saber ni los mínimos del cargo que ocupas
Hace tiempo que la calidad de la clase política se ha ido degenerando de forma preocupante. Algo que empieza a ser evidente y con resultados catastróficos. No tener ni idea de que existe un sistema de alerta rápida para la población es no saber ni los mínimos del cargo que ocupas. Si no puedes tomar decisiones rápidas porque no conoces el sistema es mejor que te apartes. Que no accedas a ser nombrado para ese cargo porque, objetivamente, sabes que no estás preparado o preparada. O si al menos lo admites y aceptas, haz el esfuerzo de ponerte a ello, de empaparte de qué puedes hacer, con qué medios cuentas, a quién puedes recurrir, porque tu incompetencia cuesta vidas. Y esto es lo más trágico de todo. Quienes tienen que dedicarse a la función pública, a servir a los ciudadanos, a arreglar sus problemas, se los crean porque no tienen ni p*** idea.
Y lo peor es que no es de unos pocos. Es que empieza a ser generalizado. Hemos dejado que ocupen la política los menos preparados, los que nunca han tenido un oficio, ni se han dedicado a la gestión de nada. Su único currículo y su única experiencia es estar en política, y ya. Hacer buenos o malos totales, mejores o peores réplicas en el Congreso y basta. Saber y conocer las reglas, las leyes, los protocolos, los organismos, los procesos, ¿eso?, eso parece que es secundario. Ahora mismo ser amigo de, o llevar muchos años en política es la única experiencia que avala a muchos de los que están ostentando cargos de responsabilidad.
Y ojo porque no quiero alimentar ese discurso que empieza a extenderse como una mancha y a calar en muchos de que la democracia no funciona, que ha pasado de moda, que mejor otro tipo de gobernanza. ¡No! Nuestra democracia es fuerte, funciona, el sistema es mejorable, sí, pero es el mejor que podemos tener ahora mismo. Miedo me da lo que pueda hacer Trump con todo el poder absoluto que va a acumular durante, al menos, los dos próximos años. No quiero todo el poder en uno, quiero que el poder se ejerza de forma responsable y por los mejores, que tampoco es mucho pedir.
Mal vamos si en medio de una emergencia no sabemos ni siquiera a quién tenemos que llamar. Mal vamos si cuando tenemos que dar el aviso, no sabemos a quién tenemos que dárselo.