Brunete es un municipio de algo más de diez mil habitantes situado al oeste de la Comunidad de Madrid. Gobierna allí el PP con mayoría simple de seis concejales. Su alcalde, Borja Gutierrez, aparece en una grabación tratando de comprar a una concejala de UPyD y aquí sigue sin pasar nada.
Supongo que el hecho de que la señora haya tardado más de dos años en hacer pública a través de El Mundo la grabación no ayuda demasiado a dar al asunto carta de denuncia cabal, pero sorprende que la noticia pase por los demás medios casi como una sombra fugaz y el PP guarde silencio esperando que escampe.
Me llama la atención que la noticia ocupe en la mayoría de periódicos, radios o televisiones, mucho menos espacio que, por ejemplo, las sugerencias del Pablo Iglesias contemporáneo –había otro, pero está tan en el olvido que ni sus hijos políticos lo evocan ya– sobre regulación de la prensa. Bien que a los periodistas nos preocupe que nos regulen, y que el señor Iglesias se sitúa con Podemos en los puestos principales de las escaletas televisivas, pero entiendo que nuestra responsabilidad está más allá del eco a los temas que nos inquietan, por mucho que lo nuestro sea salvaguardar un derecho democrático, y más allá también de las personas de “proyección mediática” por mucho que lo suyo sea “histórico”. Nos inquieta sus propuestas de regulación para evitar diversidad y falta de pluralismo y su asunto nos sirve para comprobar que hablamos todos de lo mismo y hacemos las mismas preguntas (Iglesias dixit).
Creo que un caso de flagrante y evidente corrupción como el de Brunete debería tener mucha más relevancia que las especulaciones de Pablo Iglesias por mucho que esté de moda.
Me temo que la escasa repercusión en otros medios del caso del barbado alcalde tenga que ver con que se trata de una información propia –aunque obviamente filtrada por parte interesada– de un diario.
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Pero el que se nos vea el plumero a los periodistas no resta una micra de valor de ley al escandaloso silencio del partido en el que milita el señor alcalde. Nadie, absolutamente nadie, ha salido hasta el momento a decir públicamente, ante el fogonazo sonoro de un intento evidente de compra, que ese comportamiento es inadmisible y el caballero se tiene que ir de la alcaldía. Nadie.
El silencio es aún más estrepitoso si se evoca que personalidades del partido como Esperanza Aguirre desenvainaban hace dos telediarios su espada justiciera contra la intolerable presencia de la corrupción. Aquí tenemos la corrupción viva, perfilada y evidente, y se mira para otro lado. Sugiero a quien tenga interés que se escuche la grabación; entera, si quiere, porque está disponible. No hay dudas ni se “saca de contexto”.
No hace falta volver a recordar que la corrupción sigue siendo, tras el paro, lo que más preocupa e indigna a la ciudadanía. Que se trate de esta forma un caso por muy local, interesado o aparentemente lejano que resulte nos da una pista de por qué la gente se aleja de una prensa que muchos interpretan como parte del sistema, y, desde luego, ayuda a explicar sin apenas palabras que la gente siga perdiendo respeto –el poquísimo que todavía mantiene– a una clase política cuyos comportamientos y talante se reflejan con bastante precisión en las formas y el fondo de la conversación de Brunete.
Brunete es un municipio de algo más de diez mil habitantes situado al oeste de la Comunidad de Madrid. Gobierna allí el PP con mayoría simple de seis concejales. Su alcalde, Borja Gutierrez, aparece en una grabación tratando de comprar a una concejala de UPyD y aquí sigue sin pasar nada.