¿Te imaginas que, en un ataque de talante democrático más agudo que una lumbalgia, hubiera decidido Núñez Feijóo a última hora acudir al debate de este miércoles en RTVE? Quizás se arrepienta, pero desde el primer minuto su estrategia ante el 23J consistía en concentrar todos los esfuerzos en un solo cara a cara en una cadena privada (despreciando por completo a la pública, la de todas y todos). Le salió bien la apuesta a muy corto plazo, aunque no contaba, seguro, con el hecho de que su táctica de mentir como si no hubiera un mañana se le volviera en contra y llevara todos los focos en la última semana de campaña a dilucidar una incógnita clave: ¿es Feijóo un candidato fake? ¿Alguien capaz de mentir intencionadamente sobre las pensiones, el crecimiento económico, los datos de empleo, los pactos con Vox, el caso Pegasus… hasta llegar a su estrecha relación con el narcotraficante Marcial Dorado? Esta es la pregunta que está marcando toda la recta final hacia las urnas. El PP intentó identificar la “derogación del sanchismo” con un ciclo de “cambio” que desterrara “la mentira” como forma de gobierno. No sé cómo lo ves tú (que te ubicas en esa decisiva franja de votantes indecisos “moderados”), pero en mi opinión el debate de este miércoles noche ha sido perjudicial, en términos de bloques, para las derechas, y más aún para el gran ausente. Me explico…
Quedarse en casa no le ha servido a Feijóo para que no se hablara de él o de “la montaña de mentiras” que soltó en el cara a cara, como en un momento determinado (quizás su mejor momento) afirmó Sánchez. Pero además esta vez admitirás que no hubo ruido. Pudimos escuchar propuestas, argumentos y reproches. Que se identifiquen con Feijóo el ruido y el barro del primer debate no le favorece nada. Abascal fue a lo suyo y se dirigió a los suyos, como Vox siempre hace, utilizando sin el menor pudor el negacionismo y los bulos. Ni defendió a Feijóo ni tampoco le lanzó críticas, más bien algún pellizco de monja. Lo que no desmintió es la evidencia de que ya están gobernando juntos con programas condicionados por el ideario de la extrema derecha.
Yolanda Díaz ha aprovechado al máximo el debate. Con una defensa contundente de los avances logrados por la coalición, expresando también sin acritud algunas diferencias entre PSOE y Sumar y enviando con firmeza a Abascal al rincón del extremismo populista
No sé si te sentiste aludido, pero Sánchez se dirigió expresamente a quienes han sido alguna vez votantes del PSOE y el 28M apoyaron al PP. Era uno de los objetivos del debate y ya hemos comentado alguna vez que lo que haga esa franja de electores puede ser capital el próximo domingo. Se esforzó además el candidato socialista en visibilizar su buen entendimiento con Yolanda Díaz y la base común que garantice un gobierno progresista con menos tensiones internas que el que ha funcionado estos años. Y ha defendido con convicción la gestión de la coalición en tiempos de pandemia, guerra y crisis energética.
Creo, sinceramente, que Yolanda Díaz ha aprovechado al máximo el debate. Con propuestas de futuro, con una defensa contundente de los avances logrados por la coalición, expresando también sin acritud algunas diferencias entre PSOE y Sumar y enviando con firmeza a Abascal al rincón del extremismo populista. La misión principal de Díaz en este debate final, único para ella, era movilizar a un electorado a la izquierda del PSOE que el 28M se quedó en casa o que seguía desmotivado. Y apostaría que ha tenido bastante éxito en ese objetivo, aunque no lo sabremos hasta la noche del domingo.
Ya me dirás si coincides. Feijóo se ha equivocado al dar la espalda a un debate que en democracia debería ser obligatorio. Avergonzarse de una compañía no se resuelve jugando al escondite cuando todo el mundo sabe quién es quién y con quién anda… y gobierna ya en todos los lugares donde los números lo permiten.
Seguimos mañana.
(Aquí puedes leer las entregas anteriores de 'Diario de campaña para un amigo de derechas').
¿Te imaginas que, en un ataque de talante democrático más agudo que una lumbalgia, hubiera decidido Núñez Feijóo a última hora acudir al debate de este miércoles en RTVE? Quizás se arrepienta, pero desde el primer minuto su estrategia ante el 23J consistía en concentrar todos los esfuerzos en un solo cara a cara en una cadena privada (despreciando por completo a la pública, la de todas y todos). Le salió bien la apuesta a muy corto plazo, aunque no contaba, seguro, con el hecho de que su táctica de mentir como si no hubiera un mañana se le volviera en contra y llevara todos los focos en la última semana de campaña a dilucidar una incógnita clave: ¿es Feijóo un candidato fake? ¿Alguien capaz de mentir intencionadamente sobre las pensiones, el crecimiento económico, los datos de empleo, los pactos con Vox, el caso Pegasus… hasta llegar a su estrecha relación con el narcotraficante Marcial Dorado? Esta es la pregunta que está marcando toda la recta final hacia las urnas. El PP intentó identificar la “derogación del sanchismo” con un ciclo de “cambio” que desterrara “la mentira” como forma de gobierno. No sé cómo lo ves tú (que te ubicas en esa decisiva franja de votantes indecisos “moderados”), pero en mi opinión el debate de este miércoles noche ha sido perjudicial, en términos de bloques, para las derechas, y más aún para el gran ausente. Me explico…