Para alguien que, como yo, ha dedicado este último año su tiempo y dedicación a los avatares de la política de nuestro Estado en sus dos citas electorales, municipales y autonómicas en la primera parte del año y en la preparación de las generales en su parte final, no dejan de sorprenderle ciertos personajes con los que ha compartido reuniones, estrategias, debates e, incluso, lo que llegué a pensar que era amistad. En el fondo, a pesar de los pesares y disgustos, todo me ha servido para poder llegar a entender que la desgracia de nuestro país, Estado o como se le quiera llamar, se debe en gran medida a la ruindad de ciertos personajes que pueblan la izquierda en nuestro suelo patrio (y perdón por la expresión malsonante).
Entendía que los mayores ya venían todos ellos con una carga de resquemor y colmillo retorcido que ya no tenía solución, con sus rencores y heridas del pasado que imposibilitarían toda posible superación de los enfrentamientos y rencillas. Pero lo que más me ha llamado la atención y llevado a un estado de desesperanza total, es el ver que las jóvenes generaciones que les van a sustituir no iban a resultar algo muy diferente a esto. Líderes de partidos, figuras de las cadenas tertulianas, cada uno en las suyas, y hábiles manejadores de la opinión en sus redes “sociales”.
Los egos de personas relativamente jóvenes, rodeados de un equipo de aduladores que no hacen sino darles una imagen distorsionada de la realidad, hacen muy difícil cualquier tipo de debate productivo, en el que la razón prime sobre los intereses particulares. Son los nuevos seductores, la imagen “fresca” de la política que a muchos consiguen engañar, con sus dulces promesas de regeneración.
Ahora en Común fue desde el principio un montaje que se ofrecía como forma participativa “de la ciudadanía”, pero de la que desde el principio en que trabajé en ello, me di cuenta de que estaba construida y puesta al servicio de los intereses de determinados partidos. No se admitía que allí hubiera partidos, pero sí que un determinado partido controlase todas las cartas de la baraja. En el tiempo que trabajé allí, nunca me quedó claro a qué estaba dirigido ese proyecto. Nunca se permitió votar que eso fuera a ser una auténtica candidatura electoral e incluso llegó a decirse que nunca sería competencia electoral de Podemos. Entonces ¿qué estábamos haciendo allí? Ni siquiera sus fundadores sabían decir a dónde iba eso. El final podría ser alimentar las listas de Podemos. Claramente era una opción que había que tener controlada para que “el personal” no se les fuera por otros derroteros. En otro determinado momento la IU de Alberto Garzón, apoyado por los jóvenes madrileños del PCE, cayeron sobre él, coincidiendo con que sus “podemitas” fundadores desaparecían del invento, llevándose el nombre con ellos.
Se mantuvo un tiempo al tran-tran, esperando a que los “viejos” amigos Alberto y Pablo cerrasen acuerdos, pero siempre bajo el control férreo de las huestes de Alberto Garzón. Allí no había partidos tan solo la ciudadanía “desorganizada”, pero en la trastienda, eso sí, “el partido”.
Al final, aparentemente no hubo acuerdo sin que, cuando esto escribo, eso no este del todo claro pues al final pudiera ser que lo hubiera utilizando el teatro de AeC. Se celebraron las primarias a mayor gloria de Alberto Garzón y sus huestes que se llevaron todos los triunfos por la mano.
Ante esta situación de AeC, un grupo de ilusos decidimos lanzar algo diferente, conscientes de que había mucho más en la izquierda al margen de esos partidos. Efectivamente un sector de IU descontento con esos tejemanejes de “palacio” se nos unió, pensando que la posible unión IU-Podemos daría pie a hacer algo diferente en la izquierda y a ellos se nos unieron otros grupos y partidos. Era una alternativa seria y pensada y que se basaba en la hipótesis real en aquellos momentos de los posibles acuerdos entre ambos partidos.
Uno de los grupos que se unieron fue el de Beatriz Talegón que compartía nuestros puntos de vista y que dijo sentirse utilizada en el acto de presentación de AeC. Ella sabía cual era la jugada de ambos partidos y siempre la rechazó de plano. Nos animaba a los que participábamos en AeC a sacar a la luz esos manejos de la gente y a declarar muy fuerte que esa no era la forma de unir a la izquierda. Sus ataques a Alberto y Pablo eran desaforados en todas las reuniones y fue siempre la primera en declarar que la unión de ambos era inminente y que era algo que habría que rechazar de plano y enfrentarse a ello con otra opción más unificadora y no excluyente. Había que tener algo al margen de “eso” para iniciar una reconstrucción de la izquierda, incluso después de las elecciones (dijo muchas veces). De esto son testigos todos los que participábamos en ese Foro (si las paredes hablaran). Todo aquello me llama mucho la atención ahora, ante sus actuales declaraciones a la prensa a la que acude con ánimo de aclararlo todo.
Hasta ayer mismo, como quién dice, eso lo seguía manteniendo. Hasta ayer mismo Alberto era malo para la política española y de Pablo no puedo repetir lo que decía.
Hasta ayer mismo, en que se creyó la candidata número 1 de esta coalición alternativa (La Izquierda), y para lo que colocó como apoyo en todas las comisiones de trabajo a sus “personas de confianza” con desmesurado interés, dado que ella iba a ser la candidata elegida por todos. Hasta hace casi nada en que presentó esta candidatura en rueda de prensa y en donde no negó que aceptaría una petición para encabezarla. Hasta ayer mismo en que algunos de los grupos la hicieron saber que la rechazaban como candidata primera de la lista, pues no pensaban que fuera la candidata idónea para una candidatura que trataba de huir de los personalismos y de los “bailes” ante las cámaras en tertulias mañaneras. Hasta ayer mismo en que parece que vio la luz y lo entendió todo. En el transcurso de esas horas se dio cuenta que había estado siendo manejada por un grupo de “extraterrestres” que lo que estaban intentando era cargarse la unidad de la izquierda, por la que tanto estaban trabajando en su grupo.
De la noche a la mañana se convirtió (los conversos son los peores) en la mayor aduladora de Alberto (y quién sabe si en el futuro de Pablo también) en aras de la anhelada unidad de la izquierda que este grupo alternativo, y algunos de sus secuaces, quieren destruir. De un día para otro, en unas horas, descubrió que la unidad de la izquierda pasa por Alberto, con sus logros en AeC, y probablemente Pablo. Y también que sus admirados señores mayores (“profesor mío en la política llegó a decirme un día de él”) no eran sino unos traidores que habían puesto su imagen para montar esta candidatura y destruir así la izquierda. ¡Qué sagaz!
Aparecieron monstruos por todas partes, incluidos aquellos que torpedearon algo tan estupendo como AeC y que ahora, por su causa, Alberto no quiere recibirnos en su seno. Perdón, perdón, perdón, no sabía lo que hacía. Déjalos a ellos y acógeme a mí que no soy como ellos, oh tú, Alberto, el mejor político de la actualidad en España (dicho hace nada). Nadie va a utilizar mi imagen para destruir una unidad de la izquierda por la que tanto he luchado.
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En fin, muy triste todo. La ética en la política, que ella tanto implora, echa lágrimas de dolor por comportamientos tan obscenos como este. Y los que trabajamos con ella codo con codo en este proyecto, nos echamos las manos a la cabeza de que pueda existir algo parecido a esto en el espectáculo de nuestra política. Los que en esta candidatura seguimos, nunca habíamos visto antes nada igual.
Por eso digo que casi prefiero quedarme con los políticos mayores y sus antiguas rencillas que con las jóvenes estrellas de tertulias televisivas.
Ángel Viviente es coordinador general de Convocatoria Cívica (plataforma integrante de la candidatura Por la Izquierda)
Para alguien que, como yo, ha dedicado este último año su tiempo y dedicación a los avatares de la política de nuestro Estado en sus dos citas electorales, municipales y autonómicas en la primera parte del año y en la preparación de las generales en su parte final, no dejan de sorprenderle ciertos personajes con los que ha compartido reuniones, estrategias, debates e, incluso, lo que llegué a pensar que era amistad. En el fondo, a pesar de los pesares y disgustos, todo me ha servido para poder llegar a entender que la desgracia de nuestro país, Estado o como se le quiera llamar, se debe en gran medida a la ruindad de ciertos personajes que pueblan la izquierda en nuestro suelo patrio (y perdón por la expresión malsonante).