El PP ha puesto en riesgo a la Unión Europea en su conjunto, que está a punto de saltar por los aires. Conociendo la provinciana estrategia de Feijóo permanentemente desplegada, se podría pensar que ignoraban las consecuencias de culpar a Teresa Ribera para absolver a Mazón de la trágica gestión de la dana en Valencia. Frustrar así su nombramiento como vicepresidenta y comisaria de la UE a la vez, suponía matar dos pájaros de un tiro.
La pistola, sin embargo, apunta ahora mismo a la cabeza de la UE. La que han liado es estratosférica. Lo inesperado es que una maniobra infame con el objetivo de que a Génova no le salpiquen el fango y la sangre, haya puesto en jaque la precaria estabilidad que se había negociado para impedir el asalto de la extrema derecha europea. Pero ese equilibrio está muy cerca de romperse. El pacto logrado pende de un hilo.
Parece que, por el camino, Manfred Weber, el alemán que preside el PP Europeo, ha vislumbrado la oportunidad de llevarse por delante a Ursula Von der Leyen, también alemana y con la que tiene cuentas pendientes. No hay nada peor que una vendetta política entre compatriotas. Resulta que este señor lleva 20 años en el parlamento europeo esperando su oportunidad. Y cuando en 2019 se veía ya de presidente de la Comisión Europea, aparece una señora con la que no contaba y le arrebata el poder que tanto había acariciado. Weber se considera el candidato perfecto por derecho propio, y el PP español le ha servido en bandeja la oportunidad de consumar por fin su venganza.
Está en juego que la Comisión Europea esté soportada por una coalición europeísta o por una de extrema derecha
“El pacto se va a ir a la mierda. Había cierta inquietud pero no se contaba con la que se ha desencadenado. No quedan muchas opciones. Una pasa por romper la gran comisión histórica y otra, que la nueva comisión salga adelante con el apoyo de la extrema derecha, que no cree en una Europa unida y está en el Parlamento precisamente para debilitarla”, explica un parlamentario europeo progresista. Una gran coalición de la extrema derecha y el PP europeo marcaría el rumbo del continente.
Ursula Von der Leyen es consciente de que, en ese nuevo escenario, ella igual no sigue siendo presidenta. Weber no está dando su apoyo a Feijóo por nada a cambio. La extrema derecha está en contra de la alemana, que ha salido elegida gracias al apoyo de socialdemócratas, liberales de Renew y Verdes, además de los populares. Los socialdemócratas ya han advertido que rompen el acuerdo alcanzado si no cesa el acoso a Teresa Ribera por parte del PPE, que debe ser evaluada en un paquete junto a los otros seis candidatos a presidir las distintas comisiones. Está en juego que la Comisión Europea esté soportada por una coalición europeísta o por una de extrema derecha.
Los socialistas europeos dejarán caer a la Comisión si cae la vicepresidenta de Transición Ecológica española, a quien el PPE ha impuesto una especie de examen en el Congreso la próxima semana. Un examen en el que PP y Vox se emplearán a fondo para endosarle la responsabilidad de la catástrofe de Valencia.
En esta trama europea, Vox, a través de uno de sus brazos, ya ha presentado una querella contra Ribera para que la derecha y la ultraderecha puedan argumentar que no es conveniente nombrar vicepresidenta a quien puede acabar imputada. El relato suena a ciencia ficción, pero con la inestimable cooperación de la Justicia, cualquier fantasía se convierte en realidad.
El PP ha puesto en riesgo a la Unión Europea en su conjunto, que está a punto de saltar por los aires. Conociendo la provinciana estrategia de Feijóo permanentemente desplegada, se podría pensar que ignoraban las consecuencias de culpar a Teresa Ribera para absolver a Mazón de la trágica gestión de la dana en Valencia. Frustrar así su nombramiento como vicepresidenta y comisaria de la UE a la vez, suponía matar dos pájaros de un tiro.