Con datos económicos que quitan el hipo y son alabados en el resto de Europa, el cierre de año aún se le podía atragantar más a Feijóo. Los últimos nombramientos, poco analizados por realizarse en plenas fechas navideñas, dejan en evidencia que su capacidad de bloqueo es muy limitada. El PP, empeñado en aislar al Gobierno, se ha quedado sin afines en algunos de los órganos reguladores y supervisores más codiciados, lo que se traduce en que frente a las empresas, su capacidad de influencia está bajo mínimos. No es un partido al que las grandes compañías vayan a poder acudir en busca de ayuda.
La primera, en la frente. Hace solo unos días, el Banco de España, donde se negaron a proponer nombres, ha anunciado como directora general de Relaciones Institucionales Europeas y de Transparencia a Eva Valle, que estuvo al frente de la Oficina Económica de Moncloa durante el Gobierno de Rajoy. En Génova se han quedado a cuadros porque no era su opción. En respuesta a su pataleta, Escrivá ha colocado por méritos propios (Banco Mundial, Tesoro Público y FMI) y en base a su buena sintonía a quien además está casada con uno de los gemelos Nadal, Alberto, que tan posicionados estuvieron en el círculo de confianza de Soraya Sáenz de Santamaría y en el Gobierno. Como ministro de Energía, Álvaro, y como secretario de Estado de Presupuestos, Alberto. Dos ex patas negras, que como muchos otros se emocionaron con las posibilidades que se abrían con la cacareada victoria de Feijóo y se desinflaron al ver que no había futuro.
Algún que otro alto cargo del PP asegura haberle felicitado, quizá para recuperar una relación próxima en su día, pero que se diluyó tras su salida del gabinete del presidente. Quienes rodean a Feijóo saben que tendría que producirse un milagro para verle gobernar, y no hay que cerrarse puertas. Así que Eva Valle podría haber sido aliada de Génova en el Banco de España, pero ahora no le debe ni las gracias y está más en línea con su nuevo jefe que con sus anteriores compañeros.
En la inteligente estrategia del equipo del líder de la oposición, su renuncia a negociar con Moncloa, lo único que está consiguiendo es dar impulso a Junts y al PNV, que responden a intereses económicos territoriales, pero se han convertido en imprescindibles para poder sacar adelante los nombramientos. Como es el caso de los cinco consejeros de la CNMC aprobados el lunes en el Consejo de Ministros. Y que han dejado en algunos círculos una sensación extraña por los perfiles de los designados.
Pere Soler es claramente cuota Junts. Fue director general de los Mossos con Puigdemont durante el 1 de octubre. Se rumorea que el acuerdo alcanzado aseguraría también un sillón en la nueva CNE (Comisión Nacional de la Energía) que está prevista que se apruebe en febrero o marzo. Precisamente porque la energía se va a segregar y va a desaparecer de la CNMV en breve, algunos se preguntan qué sentido tiene colocar a Enrique Monasterio, cuota PNV, que proviene del Ente Vasco de la Energía.
El PP, empeñado en aislar al Gobierno, se ha quedado sin afines en algunos de los órganos reguladores y supervisores más codiciados
Rafael Iturriaga, un ex consejero del PSOE en la Autoridad Vasca de la Competencia, canta demasiado. Es un cuadro político y orgánico del PSE- PSOE, fue viceconsejero de Interior y de Seguridad Social del Gobierno vasco. En el reparto de consejeros, hay pocas plazas para tantos compromisos, porque hay ministerios que pugnan por un puesto. Una de las demandas de Escrivá mientras fue ministro de Transformación Digital era tener un hueco, que ahora se ha solventado con el nuevo vicepresidente, Ángel García Castillejo, directivo de RTVE. La que ha salido ganando es la actual presidenta, Cani Fernández, que fue una imposición de Nadia Calviño, y a quien el ministro de Economía ha cedido su cuota. Así, María Vidales, cargo de su confianza, ha pasado en solo seis meses de directora de promoción a consejera. Un gol a la nueva ministra de Transición Ecológica, Sara Aagesen, que se queda a dos velas. Y es que los ministros de perfil más técnico parecen no haberse enterado de lo que vale uno de esos sillones.
Quien más al margen queda es el PP. El acuerdo para la renovación del CGPJ, que parecía parte de una negociación más amplia, se ve que no ha funcionado por la querencia del partido conservador por alargar los tiempos y bloquear las instituciones, con la esperanza de llegar a Moncloa y colocar a los suyos en los cargos que estaban en funciones. Un sueño frustrado. Aunque a Feijóo siempre le quedarán los tribunales.
Con datos económicos que quitan el hipo y son alabados en el resto de Europa, el cierre de año aún se le podía atragantar más a Feijóo. Los últimos nombramientos, poco analizados por realizarse en plenas fechas navideñas, dejan en evidencia que su capacidad de bloqueo es muy limitada. El PP, empeñado en aislar al Gobierno, se ha quedado sin afines en algunos de los órganos reguladores y supervisores más codiciados, lo que se traduce en que frente a las empresas, su capacidad de influencia está bajo mínimos. No es un partido al que las grandes compañías vayan a poder acudir en busca de ayuda.