Fidel y Leopoldo

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Errejón y Pablo, e incluso Monedero y yo mismo, ni habíamos nacido, pero los libros de historia describen muy bien el Asalto al Cuartel Moncada del 26 de julio de 1953 y los acontecimientos posteriores. Fidel, Raúl, Abel Santamaría y un centenar largo de civiles tomaron por las armas la segunda instalación militar del país en una acción relámpago en la que perdieron la vida decenas de militares y civiles. Durante el asalto y en la brutal represión que siguió luego, bajo las órdenes del dictador Fulgencio Batista. El asalto fue el preludio de lo que años más tarde sería la Revolución Cubana.

Fidel, abogado, se defendió a sí mismo en el juicio posterior a la toma del Moncada. En su alegato final, escrito, terminó con la famosa frase "La Historia me absolverá". Fue encarcelado en el Presidio Modelo, pero fue excarcelado dos años después, gracias a una Ley de Amnistía con la que el dictador pretendía blanquear su régimen brutal.

Leopoldo López, el líder opositor venezolano, también es abogado. Es un líder social indiscutible, el que mejor valoración tiene de parte de sus conciudadanos, como Fidel Castro lo sería también en los 50. Es joven como lo era Castro, aunque le saca más de diez años al treintañero de 1954. Como Fidel, está encarcelado. Lleva ya año y medio en una prisión militar y acaban de condenarle a 14 años. Y como el cubano, aunque en su caso no sólo por escrito, sino de viva voz, hizo en su juicio un alegato por la libertad y la dignidad de su país, más que una defensa simple de su propia inocencia. Si Fidel dejó a la Historia como responsable de su absolución, Leopoldo dejó a Lilian, su esposa y madre de sus dos hijos pequeños, una carta en la que decía: "No me sentenciaron a 14 años, la sentencia mía está en manos del pueblo".

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Las similitudes entre el cubano y el venezolano, por supuesto, terminan ahí. Leopoldo López no ha empuñado jamás un arma ni ha instado a nadie a que la empuñe. No ha montado en secreto comandos guerrilleros ni ha tomado cuartel alguno. La sentencia de hace unos días, promulgada por una juez dócil a los designios del Gobierno, dice que ha instigado la violencia, pero basta con escuchar a Leopoldo para constatar que su llamada a tomar las calles para el cambio político en Venezuela, fue nítidamente pacífica. Sus seguidores acaban de distribuir un vídeo en el que se oye su intención a la perfección.

Curiosa paradoja: el execrable tirano Batista dejó libre a Castro (por cierto, igual que el presidente Caldera dejó libre a Chávez tras encarcelarlo por el golpe de Estado), pero Maduro, elegido en las urnas, impone a Leopoldo a 14 años de cárcel. Debe ser que Maduro sospecha lo que todo el mundo sabe: si Leopoldo queda libre y se anula su inhabilitación, será elegido presidente por la mayoría del pueblo venezolano. Es conocido lo que comprobaron Castro y Chávez, o también Mandela, Walesa o tantos otros: el camino más corto a la presidencia puede ser la cárcel.

Por eso Leopoldo está encarcelado. Por puro miedo. Miedo de unos gobernantes a que se escuche la voz de la gente. Ellos saben que la alternativa es perder el poder en manos de un líder nacional que tiene como lema "quien resiste gana". A esos torpes gobernantes sólo les queda aplicarse en los métodos contra los que su propio icono Fidel Castro se levantó hace medio siglo: los métodos más abyectos de la represión. Los métodos dictatoriales que aplican con frecuencia los miedosos.

Errejón y Pablo, e incluso Monedero y yo mismo, ni habíamos nacido, pero los libros de historia describen muy bien el Asalto al Cuartel Moncada del 26 de julio de 1953 y los acontecimientos posteriores. Fidel, Raúl, Abel Santamaría y un centenar largo de civiles tomaron por las armas la segunda instalación militar del país en una acción relámpago en la que perdieron la vida decenas de militares y civiles. Durante el asalto y en la brutal represión que siguió luego, bajo las órdenes del dictador Fulgencio Batista. El asalto fue el preludio de lo que años más tarde sería la Revolución Cubana.

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