A 18 días de las elecciones presidenciales, Trump se queda sin tiempo para darle la vuelta a los malos pronósticos de su campaña. En la última semana su posición se ha deteriorado aún más, y hoy ya se sitúa más de 10 puntos por detrás de Biden. Trump fanfarroneó con la desaparición del coronavirus, o con encontrar una vacuna antes de la elección, como si quisiera que el asunto se borrara de pronto de la agenda. Pero lo cierto es que la gestión de la pandemia ha sido y sigue siendo el más importante asunto de la campaña. Es prácticamente imposible que no lo sea en los pocos días que quedan hasta el 3 de noviembre. Caer enfermo por un virus que de algún modo ha estado negando desde hace meses es lo peor que le podía pasar al peculiar presidente.
Está el mundo siendo muy prudente sobre la previsible victoria de Joe Biden, porque hace cuatro años los pronosticadores fallaron estrepitosamente al anticipar el triunfo de Hillary Clinton, pero esta vez las encuestas están notablemente más claras. A diferencia de lo que sucedía con Clinton, en muchos de los estados competitivos la distancia a favor de Biden es suficiente como para otorgarle los correspondientes votos electorales. Solo en Georgia y en Texas Trump aventaja al viejo senador, y solo en Iowa y en Carolina del Norte están empatados. De ganar como se prevé en los otros nueve o en gran parte de ellos, Biden será el próximo presidente de Estados Unidos.
El buen momento percibido de la economía americana, la gran bandera que enarbola Trump, se ha difuminado por los estragos del coronavirus. Hay más de 25 millones de americanos recibiendo algún tipo de ayuda estatal, de los cuales 13 son nuevos en las listas por ayudas específicas creadas para aliviar la pandemia. El desempleo ha aumentado y no se espera que haya crecimiento del Producto Interior Bruto ni en el cuarto trimestre del año ni el año que viene.
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El hecho de que Trump haya enfermado y que la economía se estanque ha producido un auténtico destrozo para el republicano entre las filas de los independientes, que han confirmado que Trump es o bien un lunático, o bien, más probablemente, un mentiroso. Seguramente las dos cosas.
El viento sopla a favor de los demócratas, y esa es una buena noticia para el mundo. Esa ola, sin embargo, no está alimentada por toda América por igual. Es muy llamativo observar las enormes diferencias entre los grupos de población estadounidenses. Por ejemplo, Trump domina claramente entre los hombres y las mujeres blancos sin formación superior, y Biden entre las mujeres, especialmente aquellas con formación superior.
Como sucede en muchas partes del mundo, lo cierto es que son las mujeres, y más aún las universitarias, las que parecen mantener posiciones más moderadas y racionales en la política. Son las mujeres el dique de contención de Trump. El aumento de la participación de las mujeres es, en consecuencia, un hecho del que América y el resto del mundo nos beneficiaremos.
A 18 días de las elecciones presidenciales, Trump se queda sin tiempo para darle la vuelta a los malos pronósticos de su campaña. En la última semana su posición se ha deteriorado aún más, y hoy ya se sitúa más de 10 puntos por detrás de Biden. Trump fanfarroneó con la desaparición del coronavirus, o con encontrar una vacuna antes de la elección, como si quisiera que el asunto se borrara de pronto de la agenda. Pero lo cierto es que la gestión de la pandemia ha sido y sigue siendo el más importante asunto de la campaña. Es prácticamente imposible que no lo sea en los pocos días que quedan hasta el 3 de noviembre. Caer enfermo por un virus que de algún modo ha estado negando desde hace meses es lo peor que le podía pasar al peculiar presidente.