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Cinco mariposas aletean sobre el Gobierno

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Si el devenir político nunca estuvo escrito, en estos tiempos líquidos, globales e interdependientes, mucho menos. Acostumbramos, porque es más sencillo, a acudir a lógicas simplistas para interpretar los hechos, pero raramente se logra explicar nada por esta vía. “Si no hay Presupuestos, el Gobierno está acabado”, dicen algunos (no hablo de las derechas, para las que el Ejecutivo actual estaba acabado antes de empezar, y ahí siguen ojipláticos sin acertar en su estrategia). “Si hay Presupuestos, Sánchez agota la legislatura”, apuntan otros.

Una mirada un poco más amplia no sólo se aleja de esas máximas, sino que atisba, al menos, cinco mariposas aleteando sobre el Gobierno progresista. Esto no quiere decir que no vaya a haber más –con toda seguridad las habrá, cuitas judiciales incluídas–, pero estas cinco tienen ya fecha en el calendario.

El primero de estos acontecimientos tendrá lugar el próximo fin de semana en el Maresme, cuando Junts per Catalunya se dé cita en un congreso que, además de situar a Puigdemont en la presidencia –carece de cargo orgánico desde 2022–, defina su estrategia. ¿Hasta dónde la solución a la situación judicial del líder será lo que marque todo? Se adivina que notablemente

Además de este extremo, ¿quiere Junts recuperar la estirpe y esencia de la antigua CiU, combinando el pragmatismo negociador de la burguesía catalana con un acercamiento más plural al catalanismo o, por el contrario, optará por endurecer posiciones y resucitar por sí solo el espíritu procesista, una vez rota la unidad del independentismo? Más allá de lo que ocurra con Puigdemont, esta decisión es clave para entender si puede haber un acercamiento al Partido Popular de Feijóo o si, por el contrario, seguirán apoyando al Gobierno de coalición, dando por hecho que el precio de su apoyo ha de seguir subiendo.

Lo que ocurra el próximo fin de semana tendrá efectos en la posición de Junts en el Congreso de los Diputados, pero también repercutirá sobre los afiliados de ERC, que el próximo 30 de noviembre tendrán que elegir una nueva dirección que, a su vez, será clave para determinar el rol de los republicanos en su relación con el Gobierno central y con el Ejecutivo catalán de Salvador Illa. Dos momentos, con conexiones entre sí, que se colarán por los pasillos del congreso que los socialistas celebrarán a su vez en Sevilla el mismo fin de semana. 

Nada hace pensar que Sánchez tenga problemas en esa cumbre socialista para revalidar su liderazgo, pero el malestar de algunas federaciones puede abrir grietas en un PSOE en plena transformación, con buena parte de los históricos más relevantes en clara oposición al secretario general, crecientes críticas al hiperliderazgo y necesidad de entender los últimos movimientos del Gobierno, sobre todo los referentes a la relación con el independentismo catalán. La ponencia política que acabe aprobando ese congreso, pero, sobre todo, el clima de cohesión, fragmentación o desafección con que salgan los delegados y delegadas será clave.

Nada hace pensar que Sánchez tenga problemas en esa cumbre socialista para revalidar su liderazgo, pero el malestar de algunas federaciones puede abrir grietas en un PSOE en plena transformación

En esta atmósfera influirán más factores, no sólo las cuitas internas, y uno de ellos será lo que venga del exterior: los vientos por la ultraderecha que llegan de Europa pero, sobre todo, lo que acabe ocurriendo el próximo 5 de noviembre en EEUU. Una victoria de Harris supondrá una inyección de esperanza para los socialistas. Por contra, si Trump ganara, los nubarrones se acercarían a Sevilla. El estado de ánimo, como sabemos, explica tanto o más que los argumentos y los intereses en política y puede precipitar movimientos en uno u otro sentido

En este contexto, en efecto, se verá si el Gobierno es capaz de sacar adelante o no unos nuevos Presupuestos Generales del Estado que le permitan gestionar los desafíos del momento aprovechando las oportunidades que aún brindan los fondos Next Generation de la Unión Europea. Y así y todo, ni la ausencia de Presupuestos ni su aprobación, por sí solas, significarán nada más que eso: habrá nuevos Presupuestos Generales o se seguirán prorrogando los de 2023

Ninguno de estos cinco acontecimientos, considerados uno a uno, podrán responder a la pregunta sobre la robustez y duración del Gobierno de coalición, que es la que planea desde el 23J del año pasado. Todos, entre sí, dibujan un panorama de interdependencias, clave para entender las múltiples aristas de un momento de creciente complejidad. A fin de cuentas, si la política no fuera tan endiabladamente compleja, no sería tan interesante. Y ya lo dice la maldición china: “Que vivas tiempos interesantes”.

Si el devenir político nunca estuvo escrito, en estos tiempos líquidos, globales e interdependientes, mucho menos. Acostumbramos, porque es más sencillo, a acudir a lógicas simplistas para interpretar los hechos, pero raramente se logra explicar nada por esta vía. “Si no hay Presupuestos, el Gobierno está acabado”, dicen algunos (no hablo de las derechas, para las que el Ejecutivo actual estaba acabado antes de empezar, y ahí siguen ojipláticos sin acertar en su estrategia). “Si hay Presupuestos, Sánchez agota la legislatura”, apuntan otros.

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