Del Protocolo de la Vergüenza a la dana: la gestión que acorrala al PP Marta Jaenes

Europa se construye desde la diversidad. Europeas y europeos apenas compartimos un trozo de Historia común, y muchas veces para mal. Hablamos distintas lenguas y profesamos diferentes religiones, incluida la opción de no abrazar ninguna. Muchos y muchas, antes, ahora y en el futuro, estamos cómodos bajo esa bandera común –apenas unas estrellas sobre fondo azul–, que más que ausencia de colores, es la mezcla de todos ellos. Es hora de dejar de estar cómodos para estar orgullosos.
La Unión Europea se define por sus valores, como afirma su Tratado. En el preámbulo, se puede leer: “INSPIRÁNDOSE en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona, así como la libertad, la democracia, la igualdad y el Estado de Derecho,” y en el artículo 2 se afirma con rotundidad: “La Unión se fundamenta en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas pertenecientes a minorías. Estos valores son comunes a los Estados miembros en una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia, la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres.”
Europa, con todas sus contradicciones, carencias e imperfecciones, es lo que más se acerca al ideal democrático. Si nos parece que avanza de forma demasiado lenta y a veces errónea, el panorama actual puede llevar a dar decisivos pasos atrás
Son esos valores, declinados en el Estado de Derecho y el Estado de bienestar, los que nos han hecho disfrutar de décadas de paz y prosperidad. Si criticamos a la Unión y a quienes dirigen sus instituciones cuando violentan estos valores, como ocurre con el vergonzoso pacto de migración o como ocurrió años atrás cuando se aplicaron políticas austericidas que tanto dolor causaron, también hay que defender la vigencia y actualización de estos valores cuando el tablero geopolítico mundial salta por los aires y nos obliga a repensar nuestras políticas y nuestro papel en el mundo afrontando debates que, durante mucho tiempo y de forma irresponsable, hemos dejado abandonados.
Defender hoy estos valores es hacer frente al doble desafío al que se enfrenta Europa, y del que hablaba la semana pasada en esta columna: el del panorama geopolítico y el de la cohesión social y la lucha contra la desigualdad sobre la que avanza la ultraderecha, esa que anhela terminar con la Europa democrática desde fuera y desde dentro.
En Roma, el periodista Michele Serra llamó en un artículo en La República a una movilización social con un único lema: “Aquí se hace Europa o se muere”. Más de 50.000 ciudadanos y ciudadanas salieron a las calles. El alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, secundó la movilización. “Ciudadanos de Europa, unámonos!”. En nuestro país, Javier Cercas publicaba hace dos días un llamamiento en la misma dirección. Sirvan estas líneas para unirme a esa propuesta, en la convicción de que la sociedad europea, y la española entre ella, es consciente de lo que se está jugando.
Los valores que vieron nacer a Europa, la imperfecta democracia que nos ha llevado a disfrutar de décadas de paz, y la apuesta por la igualdad se ven cuestionadas en un contexto de ruptura del multilateralismo, de carrera armamentística, de vuelta a las pretensiones imperialistas y del retorno de las zonas de influencia de las potencias imperiales. Europa, con todas sus contradicciones, carencias e imperfecciones, es lo que más se acerca al ideal democrático. Si nos parece que avanza de forma demasiado lenta y a veces errónea, el panorama actual puede llevar a dar decisivos pasos atrás.
La ciudadanía tenemos hoy la responsabilidad de defender estos valores en un momento donde la dimensión de los retos no permite estar a la defensiva. No me gusta, ni suelo, utilizar expresiones bélicas, pero esta vez sí lo haré. Porque es hora de pasar a la ofensiva: Más Europa, más democracia.
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