No recuerdo el momento exacto en que supe de la existencia de Eduardo Galeano; el primer libro que leí, sí: Las venas abiertas de América Latina. Debió ser, más o menos, en la segunda mitad de los ochenta. Ya por entonces, escribía canciones y formaba parte del Taller Canario. Ya por entonces, concebía mi trabajo como algo inseparable de la realidad, del compromiso, de la identidad...
A los veinte años, uno busca luces, guías, raíles por lo que poner a andar su tren. Y eso fue Galeano: un faro para todos los mares de todos los mapas. Un ejemplo de dignidad, coherencia y amor profundo por el ser humano. Además, una puerta que conducía al conocimiento de la América más combativa y sensata. Atravesé esa puerta y supe de Juan Gelman, porque Galeano lo citaba: Estás en mí como la madera está en el palito. Atravesé esa puerta y supe de Milton Nascimento, porque Galeano lo citaba: Si quieres ser feliz, como dices, no analices. (Cito de memoria, lo que he podido guardar en el recuerdo. Puede que las citas sean inexactas, pero conservo lo que mi mente quiso conservar y de la manera en que lo quiso hacer). Junto a Juan Gelman y a Milton Nascimento, detrás de esa puerta descubrí un universo entero, la historia de un continente, de unos valores: una ideología. Mi primera canción sobre la necesidad de mantener a salvo la memoria y la identidad, Borrarte el rostro, me la inspiraron unas palabras suyas: (...) encender los fueguitos de la identidad, la memoria y la esperanza (...) las fuerzas del cambio en un sistema organizado para borrarnos lo rostros.
Un día me lo encontré en una cafetería. Le pude dar mi disco Golosinas. Desde entonces, siempre que viajaba a Uruguay lo llamaba y le iba dejando mis nuevos trabajos. Él me respondía enviándome sus libros firmados.
De todas las muertes posibles, esta me resulta un golpe contundente en el centro del dolor. Como si me arrebataran las manos de tocar la guitarra, de abrazar a mis hijos, de acariciar a mi mujer. Algo que forma parte de mí. Quizá sea, porque, desde finales de los ochenta y desde mis veinte años, mi tren jamás se apartó de esa vía.
Gracias, maestro. ___________________________
Pedro Guerra, cantautor. Su último disco es '20 años Libertad 8'
No recuerdo el momento exacto en que supe de la existencia de Eduardo Galeano; el primer libro que leí, sí: Las venas abiertas de América Latina. Debió ser, más o menos, en la segunda mitad de los ochenta. Ya por entonces, escribía canciones y formaba parte del Taller Canario. Ya por entonces, concebía mi trabajo como algo inseparable de la realidad, del compromiso, de la identidad...