Sergio Ramírez Luis García Montero
Soberanía
La escalada en el conflicto de Oriente Medio nos pone frente al espejo. ¿Cuál es el papel que juega Europa en el mundo? Las tensiones en el seno de la propia UE, entre la Comisión y el Consejo, nos han mostrado que los derechos humanos, uno de los baluartes éticos en los que se basa la Unión, han palidecido frente a la geopolítica. España, en la presidencia de turno, ha servido de contrapeso frente a Von der Leyen, escorada hacia el lado israelí. Nuestro Gobierno ha participado en la cumbre de Egipto, impulsada por los países árabes. Mientras Gaza es reducida a escombros, se arranca un exiguo corredor humanitario y, a lo sumo, una petición de respeto a las leyes internacionales.
El presidente Sánchez, en la presentación del acuerdo de legislatura entre el PSOE y Sumar, ha asegurado que la coalición va a “apoyar la puesta en marcha de un proceso de paz justo y definitivo entre Israel y Palestina”. En el texto del acuerdo se recoge “el reconocimiento del Estado palestino conforme a la Resolución del Congreso del 18/11/14”. Mientras, voces en la izquierda, entre las que ha destacado Podemos, han pedido al Gobierno que rompa relaciones con el Ejecutivo de Netanyahu, fomente las sanciones y el embargo de armas a Israel y lleve a su primer ministro a la Corte Penal Internacional.
Sabemos que, especialmente desde mitad de los años 70 del pasado siglo, Israel ha tenido una relación privilegiada con Estados Unidos, lo que le ha permitido incumplir sistemáticamente las resoluciones de la ONU en cuanto al respeto de la integridad territorial palestina sin sufrir mayores consecuencias. También que su ejército, que se sitúa en el puesto 17 en los presupuestos de defensa mundiales —una cifra enorme para un país que no llega a los diez millones de personas— cuenta con el respaldo de los estadounidenses. Israel es, sin duda, el socio prioritario de EEUU en Oriente Medio, lo que implica que nada de lo que le suceda es indiferente para Washington.
Bajo este escenario, ¿qué capacidad tiene España de promover una política exterior que reconozca el Estado Palestino, tal y como resolvió el Congreso en 2014? En principio toda, ya que como país soberano tenemos la potestad, respetando los acuerdos internacionales suscritos, de desarrollar del modo que estimemos nuestra política exterior. En este, como en otros epígrafes, esa soberanía, es decir, la autoridad sobre nuestro territorio y decisiones, recae en el pueblo español, representado por sus Cortes Generales.
De esta manera, por ejemplo, José Luis Rodríguez Zapatero, como presidente del Gobierno nombrado por las Cortes, tuvo plena soberanía para retirar las tropas españolas de Irak en 2004. ¿Tuvo esta decisión consecuencias para nuestra relación con Estados Unidos? Al margen de un enfriamiento diplomático, uno que en ese momento se hizo extensivo a París y Berlín, en sintonía en aquel momento con nuestro Gobierno, no hubo mayores problemas constatados, ya que se continuó con el Tratado de Cooperación sobre defensa firmado por ambas administraciones en 2002, que daba a los estadounidenses mejor acceso a sus bases en territorio español.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿Podría hoy Sánchez retirar las tropas de Irak? ¿Podría reconocer el Estado Palestino?¿Podría tomar una decisión que no fuera del agrado de Washington? Para responder a la pregunta debemos, además de acudir al derecho y la diplomacia, tener en cuenta un factor que, si no definitivo, sí es clave para entender de qué hablamos: la economía.
¿Podría hoy Sánchez retirar las tropas de Irak?¿Podría reconocer el Estado Palestino? Para responder a la pregunta debemos, además de acudir al derecho y la diplomacia, tener en cuenta un factor que es clave para entender de qué hablamos: la economía
Estados Unidos fue en 2022 el principal socio inversor en España. Alrededor de diez mil millones de euros es lo que aportaron sus empresas a nuestras cuentas, del total de 34.000 millones contabilizados como inversiones extranjeras. Alrededor de 2.900 empresas estadounidenses trabajan en nuestro país. Compañías como Microsoft, AWS, Google, Cisco, City o AmEx operan en el sector servicios e industrial, dando empleo a 228.000 personas.
Una de las razones para este aumento de inversión estadounidense en España, un 44% desde 2021, ha sido el considerarnos como un país energéticamente autosuficiente, un punto esencial desde el estallido de la Guerra en Ucrania. Así mismo, EEUU se ha consolidado como nuestro primer proveedor de gas, en detrimento de Argelia, tras el cierre del gasoducto Magreb-Europa. A su vez, nuestro país aumentó la reexportación de este producto a Italia y Alemania, desde sus plantas de regasificación de GNL, un 45%.
Por otro lado, BlackRock, la administradora de fondos más grande del mundo, con una capacidad que se estima en más de siete veces el PIB español, participa en 21 grandes empresas cotizadas de nuestro país, 18 del IBEX. Según Inverco, sus inversiones han pasado de 13.000 millones de euros en 2020 a 39.787 millones de euros en 2022. BlackRock es el segundo accionista en Iberdrola tras el Fondo Soberano de Qatar, contando además con una importante presencia en Repsol, Red Eléctrica y Enagás, así como en nuestro sistema bancario e inmobiliario, abriendo en mayo de este año una división especializada de bienes inmuebles en Madrid.
Estas instituciones de inversión colectiva, los conocidos como fondos buitre, tienen puestos 245.000 millones de euros en España, destacándose, además de BlackRock, la francesa Amundi, la alemana DWS y la norteamericana JP Morgan. Todas estas cifras se pueden leer en clave económica, pero también se deben leer en clave de poder político: nada de lo que suceda puede abstraerse de las mismas.
Según Carl Schmitt, la soberanía recae en quien decide sobre el estado de excepción: “Si hay una persona o institución, en un sistema político determinado, capaz de provocar una suspensión total de la ley y luego utilizar fuerza extralegal para normalizar la situación, entonces esa persona o institución es la soberana en ese cuerpo político”. En el año 2010, José Luis Rodríguez Zapatero tuvo que aceptar el plan de ajuste de la Troika después de que los inversores estuvieran a punto de hacer quebrar a España. Estados de excepción, soberanía de ida y vuelta.
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