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Muros sin Fronteras

La Grecia zarandeada sigue de pie

Las elecciones generales que ha ganado el conservador Kyriakos Mitsotakis, líder de Nueva Democracia, ya las han perdido todos los griegos, aplastados por un ensañamiento reiterado de sus acreedores. Hay un punto de injusticia en la derrota de Alexis Tsipras y su partido Syriza, aunque se la merecían por no haber estado a la altura de sus promesas y de la ilusión que despertaron a finales de 2014, cuando parecían la única fuerza capaz de desafiar a la doctrina del dios-ajuste y a sus patrocinadores, la Comisión Europea (léase Alemania) y el FMI.

La injusticia es que regrese al poder Nueva Democracia, aplaudida por los mismos mercados y actores que miraron hacia otro lado cuando este partido gobernaba entre 2004 y 2009 de la mano de Kosta Karamanlis, cuando mintió a la UE sobre el déficit real de su país y el peso de su deuda pública. Son los responsables de haber puesto en marcha una dinámica suicida que desencadenó tres rescates y la pérdida de un 25% de la economía griega.El país ha salido oficialmente del rescate, gracias a las medidas tomadas por Tsipras que cambió su idealismo por la realidad

rescate, pero la macroeconomía que manejan los mercados aún no llegó a los bolsillos de una sociedad empobrecida, zarandeada y que vive un choque postraumático.

El éxito de Tsipras es, en todo caso, un éxito muy repartido porque lo han pagado millones de griegos con sangre, y debe darse el líder de Syriza por satisfecho de haber perdido solo por un  8,32% en unas elecciones con una de las participaciones (57%) más bajas en décadas. Sus votantes han castigado su traición. Prometió en enero de 2015 el fin de la austeridad (el país ya llevaba dos rescates con su correspondiente letra pequeña).

Entró en Bruselas de la mano de su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, como un elefante en una cacharrería. Tras meses de pulso, Tsipras convocó en junio un referéndum para lograr el respaldo de sus conciudadanos en el pulso con la troika, compuesta por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI. Ganó la consulta, se invistió de legitimidad pero después hizo un Felipe González (OTAN): ceder a las presiones y pactar un tercer rescate con sus consiguientes 88 medidas, muchas de ellas ajustes y subidas de impuestos.

El cambiazo de ideas le hizo perder a su amigo Varoufakis –ahora diputado con su partido DIEM25–, que dimitió, y a 25 de sus diputados. Convocó elecciones anticipadas, que ganó porque la percepción general era que la alternativa al rescate pactado era peor, salirse de Europa, salirse de euro y caer en un pozo económico del que no le sacarían ni Rusia ni China. Lo llamaron Grexit, una idea que gustaba en el gobierno de Alemania.

Han pasado casi cuatro años de aquellas segundas elecciones y la gente se ha dejado seducir por los cantos de sirena de Mitsotakis. Llega con un programa de choque ultraliberal plagado de promesas difíciles de cumplir: bajar los impuestos y los intereses. Tsipras espera que el tiempo le dé la razón y a los votantes griegos el contexto necesario para entender que su gestión gubernamental fue positiva. Tiene 45 años. Su carrera no ha terminado; la de Syriza, tampoco. Ahora aspira a asumir todo el espacio dejado por el antiguo PASOK, reconvertido dentro del Movimiento por el Cambio, y presentarse como la única alternativa a la derecha.

La buena noticia de estos comicios ha sido el descalabro de Amanecer Dorado (neonazis). Es la consecuencia del cordón sanitario que le han aplicado los demás partidos y los medios de comunicación. (¿Algo que aprender, España?). En su lugar irrumpe Solución Griega de Kyriakos Velopoulos, de corte trumpista: "Grecia, primero".

En realidad, la mentira de las cuentas saneadas había empezado unos años antes, en 1999, bajo el gobierno de Costas Simitis (PASOK), ayudado por Goldman Sachs. Manipularon el déficit y la deuda para poder ingresar en el euro. El banco de inversiones estadounidense cobró 600 millones de euros por la estafa. Su responsable europeo entre 2004 y 2006, Mario  Draghi, acabó como jefe del BCE. Afirmar que las verdaderas cuentas de Grecia fueron una sorpresa resulta un poco exagerado. En este enlace, Página 12 lo explica claro: "El gran truco que usó Goldman Sachs con Grecia". También explica que el primer rescate no fue a Grecia, sino a los bancos alemanes y franceses atrapados en el hundimiento.

Esto tampoco debe llevarnos a abrazar cualquier teoría de la conspiración. El problema de Grecia fue doble. Su escaso peso, un 3% del PIB de la UE --otra cosa eran España o Italia, países que tuvieron graves problemas en los mismos años--, y el cambio de paradigma. La crisis de 2008 y la forma de atajarla en la era de la globalización supuso la victoria, veremos si temporal, de los llamados mercados sobre los Estados nacionales. Los ataques especulativos contra Grecia y el euro fueron la prueba de que el viejo orden mundial estaba cambiando (a peor).

El siguiente vídeo es un documental de la BBC de 2012 que ayuda a entender el contexto:

Grecia ha sido víctima de un ensañamiento masivo. Lo reconoció el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker –ahora saliente–, que habló de falta de solidaridad con Grecia en el vigésimo aniversario del euro, "les hemos insultado". La ex jefa del FMI, nombrada para dirigir el BCE, Christine Lagarde, admitió que se sacrificó a Grecia para salvar el sistema bancario (alemán y francés), y al euro.

En este enlace de Business Insider se recogen 13 curiosidades sobre Grecia, país que ha entrado en bancarrota cinco veces en los tiempos modernos, la primera en 1826, aunque hay pistas de que hubo otra en el siglo IV antes de Cristo. Desde 1930, tras su independencia del imperio otomano, Grecia ha vivido 90 años en crisis económica.

En este otro enlace del The Borgen Project se ofrecen diez hechos relacionados con la pobreza en Grecia.

Este vídeo sobre la Unión imperfecta y la crisis de la Eurozona es muy interesante.

Libros esenciales:

- Cualquiera de Petros Markaris, en especial su tetralogía sobre la crisis.

Comportarse como adultos. Mi batalla contra el establishment europeo (Deusto), de Yanis Varoufakis.

Los Tyrakis: una saga familiar para entender la crisis de Grecia (Galaxia-Gutenberg), de Joaquín Estefanía y Ana Ramírez Cañil.

Las cuatro estaciones de Atenas (Libros del KO), de Mariangela Paone.

Para acabar: Mikis Theodorakis y Maria Farantouri en 1974, en el primer concierto tras la caída de la dictadura de los coroneles. Emoción por encima del entendimiento de las palabras.

Y un clásico de Theodorakis, que es la banda musical y ética de la Grecia moderna. Plus de propina con Anthony Quinn en Múnich, 1995.

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