Plaza Pública

Qué hacer ante la petición de Hollande

Odón Elorza

Considero una exigencia democrática demostrar que el modo de entender y hacer la política ha cambiado. Es una oportunidad única para mostrar en esta campaña la capacidad de liderazgo de los diferentes candidatos a La Moncloa y la entidad de sus convicciones.

Todo ello tendría que significar el desarrollo de campañas de explicación pedagógica de los diferentes programas, huyendo de tópicos y siendo claros ante la ciudadanía en las respuestas a los cinco temas capitales. Incluida –por supuesto– una declaración transparente de intenciones a los urgentes requerimientos de ayuda por parte de Francia. Y debiera hacerse desde la responsabilidad política y, a la vez, desde la coherencia con las propias convicciones.

Decir en clave electoral lo contrario de lo que se está pensando hacer sobre asuntos trascendentales como la respuesta al yihadismo, el futuro de las pensiones o la reforma fiscal, etc, hacer demagogia populista a sabiendas de que no tocará gobernar, confundir o dejar para más allá del 20-D la clarificación de las posiciones alegando razones de prudencia u otras, resultaría inadmisible, antidemocrático y penalizaría a quienes así actuaran. Los socialistas ni podemos ni vamos a hacerlo y constituye la gran oportunidad para evidenciar la valía de Pedro Sánchez, en su campaña y en los debates.

No cabe duda de que vivimos un momento histórico, muy difícil para España, ante las consecuencias del conflicto escisionista en Cataluña y la amenaza constante y cierta del terrorismo yihadista. A estas dos cuestiones hay que añadir otra tres que entendíamos decisivas hasta hace bien poco en la decisión de los electores. Me refiero a una definición del modelo alternativo para salir de la crisis en términos de justicia social y apuntando las bases de una renovada socialdemocracia, una apuesta real por la regeneración democrática de las instituciones y la lucha contra la corrupción, y –algo esencial– la necesidad de contar con un gobierno de liderazgo creíble en La Moncloa.

Un liderazgo volcado en la búsqueda de pactos que hagan posible la reforma tanto de leyes básicas sobre política laboral, educación o fiscalidad como de la reforma constitucional para garantizar, en especial, los derechos sociales de la ciudadanía ante la destrucción por el PP del estado de bienestar.

De momento, el terrorismo de Daesh empieza a pesar en el ánimo de una parte de la ciudadanía a la hora de decantar su voto, algo que está siendo analizado por los analistas, sociólogos y los aparatos responsables de la estrategia de campaña de los cuatro partidos más destacados. La razón de Estado, unida a los conceptos de unidad de la patria y seguridad nacional, han encapsulado la campaña electoral en beneficio de un Rajoy que andaba perdido en busca de un discurso de más alcance que el de las bondades de su recuperación económica.

Lo cierto es que el conflicto catalán y la amenaza yihadista provocan dos efectos. El primero, dejar relegado a un segundo plano en la campaña la rendición de cuentas de Rajoy y las consecuencias del modelo neoliberal que ha alumbrado las nefastas políticas de un Gobierno manchado por la corrupción, con graves recortes en políticas sociales, inmovilista en Cataluña, incapaz de dialogar con nadie y que ha abusado del poder.

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El segundo efecto consiste en la gran campaña mediática orquestada para salir al rescate de Rajoy, engordando su papel de hombre de Estado. El PP parece ahora jugar en su campo y se aprovecha del sentido de responsabilidad del PSOE, algo que nunca hizo el PP ni con el atentado del 11-M ni durante el proceso del final de ETA.

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Odón Elorza es candidato del PSE-PSOE al Congreso por Gipuzkoa

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