Se decide en la urna, se sufre en el hospital

Han pasado cinco años de la pandemia de coronavirus que aterrorizó el planeta y nos tuvo encerrados en casa contando muertes, casi todas y todos angustiados por nosotros mismos o por lo que pudiera sucederle a algún familiar más vulnerable por su edad o su historial clínico y unos cuantos, eso sí, aprovechando la oportunidad de mercado que les brindaba la tragedia para llevarse comisiones de muchos ceros a la derecha y multiplicar sus beneficios como por arte de magia, en un abrir y cerrar de ojos.

El debate que suelen provocar los episodios televisivos del periodista Jordi Évole ha vuelto a producirse con motivo del programa dedicado a esa calamidad y la entrevista hecha a Fernando Simón, que fue durante aquella época la cara visible del drama, el que comparecía para dar información y actualizar las cifras desoladoras. Algunos de los testimonios de los familiares de las víctimas fueron inmediatamente cuestionados por el jefe de Gabinete de la presidenta de la Comunidad de Madrid, afirmando en sus redes, en tono obviamente amenazador, que habrá que investigar a quienes explicaron hasta qué punto llegó el horror en las residencias donde las y los ancianos no recibieron cuidados ni se los trasladó a un hospital público, en base al tristemente célebre Protocolo de la Vergüenza dictado por el Gobierno regional: “Comprobaremos cuántas veces al año visitaban a sus familiares”, escribió el asesor. Al poco, volvió a aparecer: “Bien: ya tengo comprobado que la primera señora que sale en #lodesimon no tenía a su madre en ninguna residencia de la Comunidad de Madrid. Vamos a ver el resto.” Y Évole contestó: “Ojalá un día recibas en tu despacho a la persona a la que acabas de calumniar. Lo que estás haciendo es impropio de alguien que ocupa tu cargo. Mientes, Miguel Ángel Rodríguez”. Probablemente, Jordi se equivoca de pe a pa y ese cargo se creó justo para eso. 

En un segundo mensaje, Rodríguez aceptó haberse equivocado al sugerir que la hija de una de las víctimas no lo fuera, dejando caer que su investigación ya había comenzado, y la ministra Mónica García le respondió: “Insultar, negar y denigrar a los familiares de los 7291 mayores fallecidos abandonados por Ayuso en la pandemia, no es un error. Es parte de una estrategia programada y cruel para no asumir responsabilidades”. La cosa venía de lejos y tiene que ver con lo de siempre, la privatización de la que los neoliberales sacan tajada y al proceso de demolición de los servicios públicos, empezando por la sanidad. Lo explicó con una sola frase Simón en Lo de Évole: “Invertir o recortar. Es así de fácil. Se decide en la urna, se sufre en el hospital.” Una papeleta metida en una urna también significa eso, aparte de unas siglas o el color de una bandera. Hay quienes votan a favor de su ideología, pero en contra de sus propios intereses.

Si Ayuso está tan segura de haberlo hecho todo bien, ¿por qué su PP bloquea las comisiones de investigación que se han solicitado para esclarecer lo ocurrido en las residencias?

A Ayuso, con motivo del aniversario y porque los delitos que pudieran haberse producido van camino de prescribir, le preguntan por eso en un acto público y responde que esa intervención “está trufada de intenciones políticas.” Y los presentes la ovacionan. Dice que lo de los 7291 es “una cifra inventada” por adversarios y “periodistas militantes”. La vuelven a aplaudir. Dice que ella y su Ejecutivo “hicieron lo imposible por salvarles la vida a los ancianos” y que, en cualquier caso, “nada hubiera ocurrido si el Gobierno hubiera cerrado los aeropuertos” –se le olvidó recordar que ella abrió los bares e invitó a usarlos– y la vitorean más fuerte aún. Sostiene que ella “se dejó la piel por salvar vidas”, aunque después recuerda que se fue a un apartamento de lujo, “pagándolo de su bolsillo”, y carga contra la “plataforma de resentidos” que ponen demandas y piden explicaciones, y las palmas echan humo. Y como guinda al discurso, aseguró que ella “jamás le negaría la asistencia sanitaria a nadie”, aunque, por más que se le pidiese, las residencias de Madrid no fueron medicalizadas ni contaron con asistencia médica en lo peor de la pandemia. Habría sitio para una duda más: si tan segura está de haberlo hecho todo bien, ¿por qué su PP bloquea las comisiones de investigación que se han solicitado para esclarecer el asunto?

Una investigación de infoLibre ha demostrado que, cinco años después de la catástrofe del covid-19, las residencias están exactamente igual que antes. Si viene otra enfermedad global, los resultados serán los mismos. Olvidamos, pero no aprendemos. Se jalea lo que nos mata.

Más sobre este tema
stats