Telepolítica

Qué ocurre si dejamos de opinar y analizamos los datos sobre Cataluña

No es fácil hablar sobre Cataluña si pretendes realizar un juicio objetivo. La sensibilidad de todo interlocutor está a flor de piel y resulta complicado no tocar alguna herida. Todos tenemos además una postura personal en el debate que siempre tiene el peligro de nublarnos una correcta visión de lo que acontece. Para eludir valoraciones personales y juicios preconcebidos propongo actualizar los datos demoscópicos que estos últimos días han difundido algunos medios. Aportan pistas de gran interés sobre cuál es la realidad que subyace en la batalla político-mediática cotidiana.

1. Aunque la aplicación del artículo 155 por parte del Gobierno era más que esperada, a muchos ciudadanos nos resultó impactante escuchar su aprobación. Parece ser que una significativa mayoría, 2 de cada tres españoles, estaba a favor de la medida (un 67,3%), según el Barómetro de Invymark para La Sexta. En Cataluña, la dura medida aplicada contaba a priori con un rechazo mayoritario (55,4%), aunque quizá lo más sorprendente es que contaba con la aprobación de casi 4 de cada 10 ciudadanos (38%).

2. Aunque resulte extraño, el complejo conflicto en el que estamos inmersos tiene luz al final del túnel. Entre los gobiernos español y catalán parece imposible encontrar una vía de solución. Sin embargo, la inmensa mayoría de los catalanes y del resto de los españoles está de acuerdo en cómo se debe resolver el enfrentamiento actual: mediante una solución negociada. El 70,8% de los españoles así lo quiere, según el Barómetro de Invymark. Este porcentaje aún sube más en Cataluña según el mismo estudio (77,2%).

3. Una amplia mayoría de los catalanes (el 68,3%) defiende que el camino de la negociación debe centrarse en una reforma constitucional que incluya mejorar su autogobierno, según la encuesta de El Periódico que publicó este fin de semana.

4. Actualmente, sólo 1 de cada 3 catalanes quiere que el procès acabe con la independencia, según la misma encuesta de El Periódico. Más clara aún es la opinión de la ciudadanía cuando se le pregunta no ya por su deseo, sino por cómo creen que va a acabar todo esto. Solamente 1 de cada 5 catalanes piensa que se va a conseguir la independencia. Es llamativo el dato de que únicamente 4 de cada 10 ciudadanos proindependentistas creen que al final van a conseguir su objetivo (datos de la encuesta de El Periódico).

5. Tiene toda la lógica, si tenemos en cuenta lo visto en los puntos anteriores, que apenas 3 de cada 10 catalanes desean que Puigdemont declare ahora la independencia unilateral (el 29,3%).

6. Para entender este aparente descenso de la pulsión independentista que muestran los datos demoscópicos hay que valorar diferentes aspectos que tienen que ver con la creciente puesta en duda de algunos de los principales argumentos del sector secesionista. En toda España está más que asentada ya la idea de que el Govern ha vulnerado la ley y el orden constitucional.  Así opina el 83% de los españoles. También lo ven así 6 de cada 10 catalanes (el 60,9%). Resulta llamativo que este porcentaje ha subido más de 10 puntos en las últimas tres semanas (era un 49,7% a finales de septiembre)

7. Actualmente, 4 de cada 5 catalanes (el 80,9%) están convencidos de que el Govern carece de respaldo internacional para llevar adelante la independencia de forma unilateral.

8. Igualmente, el mensaje repetido infinidad de veces desde los partidos independentistas en relación a que el peligro de abrir una fractura social en Cataluña era un invento de la prensa española ha quedado totalmente desbordado. Casi 9 de cada 10 españoles (el 86,9%) opinan que el procès está dividiendo a la sociedad catalana. Entre los ciudadanos de Cataluña el dato es esclarecedor. Hoy mantienen esta misma idea 7 de cada 10 catalanes (el 70,1%). Hace tres semanas, este porcentaje era 10 puntos menor (60,0%), lo que da idea de la evidente tendencia de crecimiento.

9. El cuarto argumento del discurso soberanista que parece ir perdiendo fuerza es el relacionado con la marcha de la situación económica. El incesante traslado de la sede legal y fiscal de cientos de empresas ha acabado por convencer a la mitad de los catalanes (49,3%) de que hay un riesgo para la economía si la independencia sigue adelante. Por el contrario, aún se mantiene una significativa parte de la sociedad (45,6%) que no tiene esa preocupación.

10. Respecto a la encrucijada pendiente de resolver en los próximos días, se desconoce la posición que va a hacer pública Puigdemont. Lo que sí podemos determinar es lo que desearía que pasara la población de Cataluña. En la actualidad, sólo 3 de cada 10 catalanes opinan que el Parlament debe declarar la independencia de forma inmediata (el 29,3%, según la encuesta de El Periódico). Por el contrario, 2 de cada 3 catalanes (el 68,3%) están de acuerdo en la convocatoria de nuevas elecciones para resolver este conflicto. Quizá el dato más revelador es que la mitad de los ciudadanos independentistas apoya esta iniciativa, que es abrumadoramente deseada por casi 9 de cada 10 no separatistas (el 87,7%).

Estos datos muestran, en apariencia, un debilitamiento de los principales argumentos tangibles que soportaban el discurso del Govern. Frente a esta coyuntura, siguen presentes los asuntos de mayor impacto emocional entre su electorado como la desmedida actuación policial del 1 de octubre, el encarcelamiento de Sánchez y Cuixart y la amenaza de la puesta en marcha del 155. Es importante tener en cuenta cuál es el sustrato real que asienta el deseo de independencia de una más que significativa parte de la población de Cataluña. Esta pulsión independentista acrecentada en los últimos años se cimenta en motivaciones muy diversas, según los datos aportados por el propio Centre d'Estudis  d'Opinió (CEO) de la Generalitat:

- Los elementos emocionales de gran intensidad personal mueven a la independencia de forma prioritaria a algo menos del 15% de la población. Es decir, alrededor de un millón de catalanes ansía la independencia por un profundo sentimiento identitario.

- En contra de lo que algunos en el sector unionista afirman, una actitud contraria a España sólo mueve a poco más del 10% de los ciudadanos de Cataluña.

- Otro de los tópicos más extendidos, relativo a la clásica victimización de la que tantas veces se acusa a los catalanes, sólo afecta en realidad al 8% de ellos, que se colocan en posiciones independentistas al percibir “un sentimiento de incomprensión hacia Cataluña” desde el resto de España.

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- Lo realmente significativo, que aglutina a la mayor parte de quienes apoyan la secesión tiene que ver con una supuesta mejora de la calidad de vida. Se definen como independentistas un 19% que busca "diseñar el modelo de país" de forma autónoma, un 23% que cree que daría lugar a "una Cataluña mejor" y un 26% que defiende que tener "la garantía de la gestión" frente a Madrid aseguraría una sensible mejora.

Si tenemos en cuenta estas variables, no parece aventurado establecer que el futuro de la evolución del fenómeno secesionista catalán camina en dos vías en paralelo. Una, emocional, firmemente asentada porque hay que reconocer que poco se ha hecho desde el resto del Estado por hacerle frente. Y, por otro lado, una convicción racional que, por tanto, puede modificarse si la coyuntura en la que se basa sufre variaciones: la economía, el Gobierno en Madrid, la imagen internacional, etc. Cuando ambas vías se entrecruzan es cuando el fenómeno alcanza sus momentos más explosivos. Por el contrario, cuando tienden a separarse pierden solidez y empiezan a abrirse dudas desde el análisis racional de la realidad.

Para terminar, dos datos que corroboran la peculiaridad del momento que vivimos. Según los datos del instituto Invymark para La Sexta, la situación actual en Cataluña es considerada mala o muy mala por casi 9 de cada 10 españoles. En Cataluña, el dato no es menos duro. Casi 8 de cada 10 catalanes opinan lo mismo. Frente a esta incontestable realidad, sobrevive cierta esperanza. Tanto en Cataluña como en toda España, casi 2 de cada 3 ciudadanos piensan que aún no es demasiado tarde para iniciar un proceso de diálogo y acuerdo.

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