'Quien a los suyos se parece, honra merece', asegura el dicho.Y habría que honrar la probada independencia del conjunto de una serie de vocales del Consejo General del Poder Judicial que incluso luchan por presentar sin éxito su dimisión ante el Gobierno para sacar del pozo de la prescripción al organismo. Me refiero a los vocales conservadores que intentan convencer a los que más se les parecen, es decir, a los políticos del PP, de que, de una vez, dejen paso a otros, como marca la Constitución. ¿O no es así? ¡Ah, no! He utilizado una ironía, como pueden imaginar. Los señores vocales y en particular los conservadores del CGPJ, rechazan toda propuesta que pueda aliviar la situación y no quieren moverse un centímetro de su asiento oficial, aunque ya ni la naftalina proteja sus togas que muestran el apolillado tejido de la desvergüenza, de casi cuatro años sin renovación. En ese caso, la supuesta honra se traduce, en realidad, en una etapa final que sonroja.
El ultimo bochornoso espectáculo lo han protagonizado siete vocales (el total es de 19) que son los mismos que ya lo hicieron en similar tramite con la anterior fiscal general, Dolores Delgado. Entonces, como ahora, han votado en contra en el pleno del CGPJ, cuando el órgano colegiado dio el plácet al nuevo Fiscal general del Estado, Álvaro García, tras la renuncia de la anterior titular, por problemas graves de salud. Estos siete vocales, cuyos nombres deben quedar reseñados para que no se olviden como ejemplo de lo que nunca debe ser la función pública, son José Antonio Ballestero, Ángeles Carmona, Nuria Díaz, Juan Manuel Fernández, José María Macías, Gerardo Martínez Tristán y Carmen Llombart. Han basado su rechazo en una serie de imputaciones falsas o inveraces que solo responden a los intereses espurios del partido político que les propuso para el cargo. La “profundidad” de las mismas se concretan en que “no es posible desconocer que la trayectoria del candidato propuesto para ocupar la Fiscalía General del Estado se liga de manera intensa, desde la responsabilidad reciente que ha ocupado, a la de la fiscal general recién dimitida, cuya idoneidad ya resultó controvertida". Ahí se constata la bilis ideológica que les atañe y que les impide ser imparciales en sus juicios.
Ataques y coincidencias
Se ceban con él en los términos de que “tampoco su trayectoria en la Secretaría Técnica de la Fiscalía General del Estado se ha caracterizado durante su mandato por lo que cabía esperar de ella, ni merece un juicio positivo: en todo ese período no se ha formulado ni una sola circular que contribuya a la formación de doctrina o a esclarecer el sentido de las leyes o la jurisprudencia”. Qué más da que esto sea manifiestamente falso, lo importante es darle pólvora al partido interesado y servirse de la asociación conservadora que ha abierto el fuego.
Más agravios: “Debemos poner de manifiesto que su participación en actos de la fundación ligada a un partido político, de la que se ha hecho eco la prensa, supone, a nuestro juicio, un serio impedimento para garantizar ante la ciudadanía la imagen de imparcialidad e independencia que ha de exigirse a un Fiscal general del Estado (…)". El evento en cuestión, por lo que se ha podido conocer, no consistió en un debate de ideas en el marco de una actividad académica, sino de una entidad (un think tank) cuya razón de ser es proporcionar sustento ideológico a un partido político…" El sentimiento de vergüenza debería ser, ante todo, lo que rigiera a quienes ejercen cargos públicos. Si tuviera tiempo compartiría con ustedes el grado de contaminación que inunda a estas élites judiciales en su vida corporativa e institucional. Pero no importa, sé que lo imaginan. Siempre hablan quienes más tienen que callar.
Buscando la causa del posicionamiento de estos “siete magníficos”, no he tenido que buscar mucho. La entrevista que el diario muy derechista ABC publicaba el jueves pasado con la presidenta de la también derechista Asociación de Fiscales, Cristina Dexeus, ofrece la clave. Comparen las afirmaciones de un texto y otro y verán las coincidencias, nada sorprendentes, de la entrevistada con las de los vocales del CGPJ. Si malo es lo que hace el órgano de gobierno de los jueces, resulta perverso lo que dice esta fiscal, siempre en línea con el PP. Lo es porque ella sí sabe que lo que dice en su entrevista es falso respecto a Dolores Delgado y respecto a Álvaro García. Pero la verdad parece que es un inconveniente para quien debe velar por la misma. Vivir para ver. Luego nos piden que creamos en la justicia.
No puedo permanecer en silencio ante tanta arbitrariedad de quienes deberían ser garantes de la imparcialidad y que, por el contrario, se dedican a potenciar los tiempos tenebrosos en los que la verdad se corrompe
Frente a la arbitrariedad
La sarta de pseudo razonamientos no termina ahí. Los “casos oscuros” “como el del fiscal Stampa” son traídos a colación por estos siete vocales en su voto particular, que habla de las “circunstancias nada claras y perjudiciales para el Ministerio Público, como los expedientes seguidos contra el fiscal Ilmo. Sr. D. Ignacio Stampa”. Como verán los siete caducados vocales no ahorran tampoco tratamiento honorífico a este funcionario público de compleja y controvertida actuación de la que aún queda por desvelar toda su extensión y que algunos han utilizado para promocionarse y otros para ocultar otros intereses. Incluso hay quienes han sufrido consecuencias cuyo alcance se conocerá en su momento.
Ni que decir tiene que la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, ejerció este viernes de cordada de apoyo al aseverar que está quedando "más que patente" que el nuevo fiscal general de Estado, Álvaro García Ortiz, carece de "la idoneidad que exige imparcialidad" para ejercer su cargo "incluso antes de terminar el proceso de su selección". Preocupada por lo que lee en la prensa, su mejor referente político sin duda, dijo que pediría explicaciones en el Congreso. Geniales argumentos. El presidente del PP guarda silencio, quizás porque él sí sabe de la imparcialidad real del candidato.
Cómo sería la arbitrariedad producida por ese sector del órgano de gobierno de los jueces, que la Asociación Progresista de Fiscales emitió un comunicado manifestando su asombro. “La UPF censura públicamente la utilización partidista que siete vocales del CGPJ, elegidos todos ellos a propuesta del Partido Popular, han realizado en un voto particular al informe previo al nombramiento del nuevo fiscal general del Estado, informe que contiene manifiestas y alarmantes falsedades, carece de rigor jurídico, se pronuncia sobre procedimientos judicializados y refleja, además, un profundo y preocupante desconocimiento de la Fiscalía española”.
Dicen los fiscales progresistas que los vocales en cuestión inducen a error a la ciudadanía al realizar “una valoración de datos y hechos falsos que, lejos de haber sido objeto de expediente alguno al que hayan podido tener acceso, han sido obtenidos y dados por válidos, mediante informaciones periodísticas sesgadas y no contrastadas”. Y aseguran que leyendo el BOE podrían haber conocido, entre otras cosas, las instrucciones y circulares emitidas. “Nuestra preocupación va más allá, pues el voto particular hace referencia y se posiciona sobre unos hechos judicializados, invadiendo competencias y socavando la independencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y de la Sala Tercera del Tribunal Supremo”. Consideran alarmante que estos vocales firmantes se inmiscuyan en la autonomía del Ministerio Fiscal “un órgano constitucional que no debe ni puede estar sometido a la valoración política del CGPJ”.
No engañan a nadie
¿A quién van a engañar? Desde el primer día hubo una contienda política durísima en contra de la Fiscal general del Estado, pendencia que ha sido y sigue siendo corporativa desde el propio núcleo conservador del Ministerio Fiscal. Veamos: el sistema de elección del Fiscal general del Estado se ha llevado a efecto de una forma absolutamente legítima; perfecta. Se cumplieron todos los trámites y existen mecanismos para no poder afirmar bajo ningún concepto que exista una sumisión o dependencia, máxime cuando la propia fiscal propuso medidas de transparencia claramente alineadas con que de todo aquello que se haga, quede constancia absoluta.
No olvidemos que el sistema de elección va hacia una mayor transparencia y cumplimiento de los principios de GRECO, el grupo que precisamente se refiere a todos los ámbitos de independencia tanto judicial como del mecanismo del Ministerio Fiscal. Entra dentro de lo normal de las naciones del entorno. Hay países, como Alemania, en los que el ministro de Justicia puede dar instrucciones directamente al fiscal general y a los propios fiscales. En Austria, de forma similar; en Holanda… Cunde el desconocimiento y se ataca por razones ideológicas y porque representa una visión de la Fiscalía en este caso distinta al volumen conservador y ultraconservador que prima en esa carrera y en la judicial. Quizá eso es lo que molesta.
Es en ese punto cuando convergen los intereses de fiscales, jueces y el partido de la oposición y de donde salen tantas falsedades o, perdón, ausencia de verdades, en la vía ya conocida de intentar machacar la línea de flotación del Gobierno. Les invito a leer un artículo de un experimentado y prestigioso profesional, ex vocal del CGPJ, Félix Pantoja, quien ejerce como fiscal de Sala de la Fiscalía de Sala de Seguridad y Salud en el Trabajo, y que dice así en referencia a Dolores Delgado: “Creo poder asegurar que durante mis 39 años de trayectoria profesional en el Ministerio Fiscal no he visto un caso similar de acoso e intentos de deslegitimación…”
Estoy de acuerdo con él y con lo que afirma en su comunicado la Unión Progresista de Fiscales a la que por cierto poca difusión dan estos medios que tanto cacarean a las asociaciones conservadoras: “La deriva que está tomando en los últimos tiempos una parte del sector de la justicia de este país es muy preocupante. Confiamos que la lógica, la razón y la ética profesional se recuperen cuanto antes”. Importante deseo que comparto y por el que hago votos, aunque me temo que no será así, porque hay grandes intereses en que no lo sea. No puedo permanecer en silencio ante tanta arbitrariedad de quienes deberían ser garantes de la imparcialidad y que, por el contrario, se dedican a potenciar los tiempos tenebrosos en los que la verdad se corrompe y se propician malos tiempos para la justicia. Frente a ellos, jamás debemos ser indiferentes ni permitir los disfraces con los que aparecen.
'Quien a los suyos se parece, honra merece', asegura el dicho.Y habría que honrar la probada independencia del conjunto de una serie de vocales del Consejo General del Poder Judicial que incluso luchan por presentar sin éxito su dimisión ante el Gobierno para sacar del pozo de la prescripción al organismo. Me refiero a los vocales conservadores que intentan convencer a los que más se les parecen, es decir, a los políticos del PP, de que, de una vez, dejen paso a otros, como marca la Constitución. ¿O no es así? ¡Ah, no! He utilizado una ironía, como pueden imaginar. Los señores vocales y en particular los conservadores del CGPJ, rechazan toda propuesta que pueda aliviar la situación y no quieren moverse un centímetro de su asiento oficial, aunque ya ni la naftalina proteja sus togas que muestran el apolillado tejido de la desvergüenza, de casi cuatro años sin renovación. En ese caso, la supuesta honra se traduce, en realidad, en una etapa final que sonroja.