Elecciones de mayo: nostalgia de futuro en Madrid

No estoy segura de que se esté midiendo adecuadamente la importancia de las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Algunos han considerado que solo es un trámite. Pero, en mayo, los partidos se miden las fuerzas de cara a las generales y, recíprocamente, el resultado encauzará los ánimos y perspectivas para la cita nacional. Lo que ocurra en mayo puede ser tan decisivo para las generales que haríamos muy mal en subestimar su importancia.

Junto con Cataluña, dos de las plazas más decisivas son la Comunidad Valenciana y Madrid, la una por la posibilidad de prolongar un gobierno alternativo al dominio del PP en la región y la otra por lo contrario, porque se enfrenta a un PP madrileño que, tras 25 años de dominio, logró en 2021 con la caída de Ciudadanos el mejor resultado histórico en votos. Esta corta legislatura, varios factores han sido significativos: la pérdida de relevancia de Vox y la desaparición de Ciudadanos para la derecha, el adelanto de Más Madrid al PSOE como líder histórico de la oposición y la aparición de Sumar para la izquierda.

El PSOE madrileño comenzó mal. Las declaraciones de Lobato tratando de acercarse al marco del PP en materia de bajada de impuestos fueron un error colosal. Como ya argumentamos aquí, el logro más importante del PP madrileño no son sus escaños, sino la erosión sostenida del sentido común ciudadano respecto de lo público a favor de modelos privatizados, subcontratados o concertados, de tal modo que se impone la intuición, incluso entre votantes progresistas, de que es mejor llevar al niño a un colegio concertado porque el público del barrio es un desastre, o que quizás es hora de pensar en hacerse un seguro privado, porque por la pública te dan hora en el especialista con meses de espera. En todo caso, de forma absolutamente incomprensible, sigue brillando por su ausencia una apuesta decidida del partido por dar la batalla en Madrid. 

La cita de mayo es imprescindible para el ciclo que viene. Hay que medir cada paso, en una época de tránsito y crepúsculo dominada por la melancolía, el anhelo de certezas pasadas, el miedo al futuro y la búsqueda de fundamentos

Podemos está en una situación delicada, con encuestas que no aseguran superar el 5%, lo cual sería catastrófico, porque podría permitir mayorías absolutas del PP. Respecto de Mas Madrid, creo honestamente que hay que reconocer un esfuerzo importante por oponer un imaginario alternativo. No solo por el papel dirigente de la figura de Mónica García en la defensa de la sanidad pública, sino por propuestas enfocadas al aire que se respira, el verde que se ve en el paisaje, el tiempo libre que se disfruta: ciudad de 15 minutos, jornada de 32 horas, renta de cuidados, reindustrialización verde. Íñigo Errejón marcó una pauta importante esta semana con una declaración inédita, y muy valiente, en un político: confesó que va a terapia y subrayó la importancia de la salud mental. Hay un notable acuerdo en que Rita Maestre está haciendo una campaña muy potente y, de hecho, las perspectivas en el Ayuntamiento son prometedoras.

Sumar ha introducido un factor de mucho peso en una situación de equilibrios que era muy delicada. Es innegable que, desde la presentación en Magariños el pasado abril, todos los ojos están pendientes de cada gesto y cada paso de Yolanda Díaz. Quizás el momento de la irrupción no fue el más oportuno. Podría haberse hecho o mucho antes o mucho después de las elecciones autonómicas. Pues, de este modo, se introduce una carga explosiva donde es muy difícil medir las consecuencias atronadoras que tiene cada centímetro que se mueva la candidata hacia uno u otro lado. Este viernes, Yolanda Díaz declaró que va a apoyar en campaña a Podemos, IU, Compromís y Más Madrid. Lejos de lograr una especie de equilibrio aséptico, tengo la sensación (sensación, por lo que me llega, compartida por algunos cargos de la izquierda madrileña) de que ello introduce tensiones innecesarias en una campaña ya difícil. Por una parte, Más Madrid ya está suficientemente consolidada en la región y, de hecho, no está claro que entrar en temas de nivel estatal sea lo más interesante para sus votantes; mientras que, para Podemos, que Yolanda aparezca un día por Alcorcón no es suficiente, nada seguramente lo sea, y así se lo hacen saber los dirigentes madrileños, en forma de sentencia latina: temo a los amigos incluso cuando traen regalos. Así, para Podemos, ningún gesto será suficiente para sacarse de encima la suspicacia de traición; ninguno, se colige, salvo la sumisión de ser teledirigida, cosa que Díaz hace bien en no querer. En pocas palabras, Sumar quizás ha subestimado la importancia de mayo y ello le ha llevado a entrar en escena con pasos de gigante, que, aunque bienvenidos, no son imprescindibles para los líderes de la oposición, pues Más Madrid no los necesita; y que nunca serán suficientes para quienes están en la situación más precaria y, quizás por ello, más suspicaz, pues no van a salvar la campaña de un Podemos en trance de desaparecer.

La cita de mayo, en fin, es imprescindible para el ciclo que viene. Hay que medir cada paso, en una época de tránsito y crepúsculo dominada por la melancolía, el anhelo de certezas pasadas, el miedo al futuro y la búsqueda de fundamentos, que deben ser convertidos en imaginarios fecundos de futuro.

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Clara Ramas San Miguel es filósofa, política, profesora en la Universidad Complutense de Madrid y autora del ensayo 'Fetiche y mistificación capitalistas. La crítica de la economía política de Marx' (Editorial Siglo XXI). Acaba de traducir y publicar también una edición de 'El 18 Brumario de Luis Bonaparte, de Karl Marx' en la editorial Akal.

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