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Feijóo, un pecador

El mismo día en que el papa Francisco advierte en su audiencia general de que trabajar sistemáticamente para repeler a los migrantes es un pecado grave”, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se suma a uno de sus más infames discursos antiimigración. Ya insinuó que la inmigración generaba delincuencia, impidió el reparto de los menores migrantes de Ceuta y Canarias y ahora remata diciendo que “es irresponsable alentar un efecto llamada” y que “Sánchez promociona España como destino”.

Como con casi todo en Feijóo, no es una idea original. Si hacemos memoria podemos recordar a Acebes en 2006 acusando a Zapatero de convertir a España en el “imán” de la inmigración ilegal del mundo. Aunque sí es llamativo que un partido que se autoubica dentro de la democracia cristiana sea tan habitual encontrarlo defendiendo posiciones totalmente opuestas a la doctrina social de la iglesia. Y todavía más en el mismo día en el que el papa de Roma se posiciona con contundencia sobre esta realidad.

El origen de estas declaraciones está en la desesperación política de un líder que ve cómo se le escapa el poder entre los dedos. Feijóo, incapaz de articular un proyecto político propio que ilusione a los españoles, recurre al viejo truco de agitar el miedo al "otro", al extranjero, al diferente. Es una estrategia tan vieja como peligrosa, que ha llevado a algunas de las páginas más oscuras de la historia del mundo.

Pero vayamos a los hechos. ¿Qué ha hecho realmente Sánchez en su gira africana? Lejos de "promocionar España como destino" como le hemos escuchado a Feijóo, el presidente ha firmado acuerdos con Mauritania y Gambia para articular mecanismos de entrada legal de inmigración circular. Es decir, está trabajando en soluciones reales para un problema complejo, buscando vías para una migración ordenada y segura que beneficie tanto a los países de origen como a España. Y sobre todo que no contribuya a generar más muertes en una ruta que solo en los primeros meses de 2024 ya se ha cobrado la vida de más de 4.000 seres humanos. Es decir, algo parecido a lo que hacía el propio Feijóo cuando en 2017 declaraba, tras un acuerdo con Cabo Verde: "demostramos que las fronteras dividen y a nosotros nos gustan los puentes", porque "no nos gusta dividir". Sorprende ver cómo Feijóo ha pasado de ser un defensor de los puentes a convertirse en una copia barata de Vox y Alvise, dejando en evidencia que su actual postura tiene más que ver con el oportunismo político que con una visión coherente sobre la migración.

Al señalar a los migrantes como un problema, Feijóo siembra las semillas de la división, el miedo y la desconfianza, justo cuando más necesitamos unidad y solidaridad

Mientras tanto, ¿qué ofrece su partido a España? El portavoz Miguel Tellado, escaso de ideas, llegó al extremo de sugerir el uso de las fuerzas armadas contra cayucos llenos de personas desesperadas. Copiando ridículamente la propuesta a Abascal. Propuesta que hasta el propio Jefe de la Armada ya desmontó en 2020 cuando lo propuso Vox diciendo que “si cualquier barco de guerra de España se encuentra con una patera en una situación en donde la vida de los que están en ella está en peligro, su obligación de todo tipo, legal, moral... es rescatarlos. Y eso es lo que se haría. En esta infame competición de declaraciones xenófobas también participó el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, cuando vio a un grupo de jóvenes hablando en otro idioma (que de una manera cateta calificó de “marroquí” ignorando el idioma que se habla en Marruecos) y rápidamente saltó a Twitter con conclusiones racistas. Y Feijóo, el supuesto moderado, mientras tanto guardaba un silencio cómplice ante estas barbaridades. Hasta ahora, que se ha sumado a ellas por la puerta grande.

Pero lo más preocupante de todo es el daño que este tipo de discurso hace a la cohesión social. Al señalar a los migrantes como un problema, Feijóo no solo les hace un flaco favor a ellos, sino a toda la sociedad española. Siembra las semillas de la división, el miedo y la desconfianza, justo cuando más necesitamos unidad y solidaridad. Es hora de que el debate sobre migración en España madure. Necesitamos políticas basadas en hechos, no en miedos. Necesitamos soluciones humanas y pragmáticas, no eslóganes vacíos. Y, sobre todo, necesitamos líderes que entiendan la complejidad del fenómeno migratorio y estén dispuestos a abordarla con seriedad y compromiso. Supongo que es demasiado pedir para Feijóo, que por ignorar ignora hasta al papa de Roma.

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