La furibunda y muy patria reacción a las enormes transformaciones que el feminismo ha conseguido tiene una consecuencia complicada en la sociedad de la posverdad en la que vivimos. Es difícil enunciar algo desde el feminismo y ser creída. Da igual que lo que se plantee sea una agresión sexual o la pertinencia de una política pública. Esta sutil pero arrolladora estrategia es quizás la forma más retorcida que el patriarcado tiene de disciplinarnos. ¿Qué seguís pidiendo, si ya tenéis todos derechos? –Dice el señor P–. Da igual lo que digan las señoras F. Pues precisamente esa falta de legitimidad que motiva la pregunta es la que mantiene la brecha abierta. Sutil, pero tremendamente efectivo. No cabe en una infografía, pero no hay una en la que no esté presente.
Sigo creyendo que la mejor estrategia ante esta coyuntura no pasa por evitar el feminismo como parte de la agenda política por las complicaciones que éste pueda ocasionar a quien quiera ejercer una portavocía política lo más libre posible de máculas, sino conseguir que éste termine siendo enunciado desde lugares insospechados. Seducción, transversalidad. El feminismo que aspira a cambiar las cosas, con voluntad de poder, necesitará devenir en nuevas gramáticas y semánticas. Siempre en código abierto.
Es por ello que el hecho de que el líder de la oposición en España, el mismo que pacta con la ultraderecha y ha llevado con sus políticas a las mujeres gallegas a vivir las peores consecuencias del patriarcado convertido en política pública, diga que la conciliación no es una política ni de izquierdas ni de derechas, sino útil, es un éxito absoluto del feminismo. Está claro que si las políticas de cuidados son deficientes en España es también en parte por la responsabilidad que la derecha ha tenido cuando ha gobernado. Y sin embargo, fuera de la caja de resonancia de la comunicación política, los problemas de la gente se siguen pareciendo más a las reivindicaciones del feminismo que a las preocupaciones de la derecha. Una madre española, también la que vota a la derecha, tiene más problemas por no poder pagar el comedor de su hijo y llegar a tiempo a cambiarle el pañal a su madre que tiene demencia y no tiene plaza en una residencia, antes que por el color de la piel de no sé quién que vive en no sé dónde. Feijóo lo sabe, y por eso ha decidido hablar de cuidados, porque ante un Gobierno que parece no terminar de cogerle el pulso al país, la oposición empieza a ensayar una jugada de centro.
Esta apuesta por las políticas de cuidados ha sido defendida antes por doscientos millones de feministas en mil cuatrocientos libros, manifiestos, manifestaciones, reuniones, estudios y tesis doctorales. Estas a su vez han conseguido que partidos y sindicatos, a duras penas y gracias a los esfuerzos de otras miles de feministas, lo llevasen también en sus agendas políticas, y cuando milagrosamente y con sacrificios, algunas de esas feministas han llegado a las instituciones, muchas de esas medidas también han comenzado a ponerse en marcha. Sin embargo, se mire por donde se mire, la brecha de género en los cuidados sigue siendo salvaje. Es de hecho la que motiva todo lo demás. Decía Butler en una entrevista sobre su último libro, ¿Quién teme al género?, que el feminismo es un cuestionamiento sobre las ideas dadas de lo que una mujer es. Como mujer te dicen que tu lugar es la cocina o el trabajo reproductivo, que harás peor otros trabajos que no sean estos y que la vida pública no es para ti. Es por ello que la verdadera política pública feminista tiene que ver con reordenar esas nociones dadas, no solo luchar contra las formas que el patriarcado tiene de disciplinarnos (la lucha contra las violencias no puede ser la única política de igualdad) cuando no las aceptamos, sino también de ofrecer un orden social alternativo en el que ser mujer no signifique cuidar y ser hombre no signifique proveer. Es por ello que las políticas de cuidados son las políticas feministas por antonomasia. Y, efectivamente, son además útiles.
No lo dice el feminismo, no lo dice ni la izquierda ni la derecha, lo dice la Inteligencia Artificial: España necesita una transición feminista hacia la economía de los cuidados
El feminismo tiene la enorme ventaja de ser útil para la sociedad. La explicación a esta afirmación también se ha desarrollado en mil doscientos millones de lugares pero lo podríamos resumir aquí, para lo que nos concierne, en dos argumentos. Primero porque con el capitalismo vivimos mal, hasta Feijóo lo sabe, y el feminismo ofrece una alternativa completa en la que todo el mundo podría vivir mejor. Y un segundo argumento, de tipo muy neoliberal, pero, queridas, necesitamos que esto se entienda: El modelo de sociedad que se plantea desde el feminismo con las políticas de cuidados es más eficiente que el actual en términos económicos, esto es, sería bueno para el país. Acabar con la desigualdad haría que España fuera mejor. Iba a dedicar este artículo a contaros lo que otras dos mil millones de mujeres antes han dicho sobre esto, pero he pensado que —y he aquí la cifra de nuestro tiempo reaccionario— creerías antes a una Inteligencia Artificial que a todo el pensamiento colectivo y acumulado de forma histórica de las mujeres. Claro, que el primero no existiría sin el segundo, pero eso ya para la próxima ocasión. Os dejo aquí una interesante conversación con una Inteligencia Artificial que he tenido estos días a raíz de una publicación en la red social X, valorando las declaraciones de Feijóo sobre conciliación. No lo dice el feminismo, no lo dice ni la izquierda ni la derecha, lo dice la Inteligencia Artificial: España necesita una transición feminista hacia la economía de los cuidados.
Aquí la interesante conversación por si pudiera servir de interés a un hipotético Gobierno con capacidad para acometer semejante reforma:
Usuaria:
Si quisiéramos regular en España el cuidado como derecho, calcula los costes basándonos en las políticas ya existentes y presupuestadas en los Presupuestos Generales del Estado. Derecho a cuidar (permisos, reducción jornada laboral) derecho a ser cuidadx (dependencia, gratuidad 0 a 3, cambiar modelo residencias, y crear una empresa pública de cuidados que genere empleo, en Catalunya ya vemos que sería el 2%) y derecho a cuidar con calidad (acabar con la precariedad y el trabajo en B que existe en este sector) y cuidado digno y en igualdad (corresponsabilidad y reconocimiento a través de pensiones y fiscalidad).
Asistente:
Calcular estos costes implica un aumento significativo del gasto público. Aquí una estimación:
- Derecho a cuidar: Permisos retribuidos y reducción de jornada laboral se estiman en unos 28.35 mil millones de euros anuales.
- Derecho a ser cuidado: Mejora del sistema de dependencia, gratuidad 0-3 años, nuevo modelo de residencias y una empresa pública de cuidados podrían costar alrededor de 65.4 mil millones de euros anuales.
- Derecho a cuidar con calidad: Formalización del sector y mejora de condiciones laborales suman unos 8.1 mil millones de euros.
- Cuidado digno e igualdad: Medidas como el reconocimiento del trabajo de cuidados en pensiones y corresponsabilidad añaden otros 3 mil millones.
Total estimado: Aproximadamente 104.85 mil millones de euros anuales, cerca del 8% del PIB.
Usuaria:
Querría que profundizases en todos los puntos con datos más concretos.
Asistente:
- Permisos y reducción de jornada: Ampliar permisos a 6 meses y crear un permiso universal tendría un coste de 10.35 mil millones. Compensar la reducción de jornada laboral equivaldría a un 1% del PIB, es decir, 13 mil millones.
- Derecho a ser cuidado:
○ Dependencia: Triplicar el gasto actual sumaría unos 8.4 mil millones.
○ Gratuidad 0 a 3 años: Inversión estimada en el 2% del PIB, unos 26 mil millones.
○ Residencias: Mejorar el modelo duplicaría el gasto a 5 mil millones.
○ Empresa pública de cuidados: Costaría alrededor del 2% del PIB, otros 26 mil millones.
- Formalización laboral: Mejorar salarios y eliminar el empleo precario sumaría unos 8.1 mil millones.
- Cuidado digno: Reconocer el trabajo en pensiones y campañas de corresponsabilidad costarían 3 mil millones.
Usuaria:
¿Cuál podría ser el beneficio en retorno económico para el Estado si la mayoría de esos empleos necesarios para el cuidado de personas enfermas, mayores, dependientes o menores de edad fueran empleos de tipo público?
Asistente:
- Aumento de recaudación: 1 millón de empleos públicos generaría alrededor de 12.5 mil millones de euros en cotizaciones e IRPF.
- Estímulo económico: Con un efecto multiplicador de 1.5, el impacto sería de 37.5 mil millones adicionales.
- Reducción de costes sociales: Disminución del gasto en prestaciones sociales podría ahorrar unos 2 mil millones.
- Total en retorno económico: Aproximadamente 52 mil millones de euros anuales.
¿Estás planteando que por ejemplo sería positiva la inversión en cuidados para cerrar las brechas de género existentes en España?
Asistente:
Sí, invertir en cuidados ayudaría a cerrar brechas de género al:
● Redistribuir el trabajo de cuidados, liberando a mujeres para participar plenamente en el mercado laboral.
● Generar empleo formal en un sector feminizado, mejorando las condiciones laborales.
● Fomentar la corresponsabilidad y reducir la desigualdad salarial.
● Mejorar las pensiones para las mujeres al reconocer el trabajo de cuidados. Esto implicaría un cambio estructural, similar al de la transición ecológica.
Usuaria:
Si comparamos esta inversión económica con otras que antes se hayan podido hacer en España, ¿podemos hablar de una transición como sucede con la transición ecológica o la industrial?
Asistente:
Sí, esta inversión sería comparable a una transición estructural como la industrial o ecológica. Implicaría:
● Cambio de paradigma hacia una economía centrada en el bienestar social.
● Movilización de recursos al nivel de la reconstrucción tras la Guerra Civil o las inversiones en la transición ecológica.
● Creación masiva de empleo y transformación de la fuerza laboral.
● Cambio cultural, revalorizando el cuidado y promoviendo la igualdad.
Usuaria:
¿Tendría sentido que esta transición pudiera empujarse desde un organismo público determinado que aunara no solo la perspectiva laboralista o social, sino también la de género?
Asistente:
Sí, tendría sentido crear un organismo público específico para coordinar esta transición. Este organismo:
● Integraría perspectivas laboral, social y de género para abordar la economía de cuidados de forma integral.
● Coordinaría políticas interministeriales (Trabajo, Igualdad, Sanidad) y con distintos niveles de gobierno.
● Fomentaría la corresponsabilidad y promovería campañas de concienciación.
● Podría ser un Ministerio del Cuidado y la Igualdad o una Agencia Estatal que gestione las políticas de cuidados.
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Ángela Rodríguez es exsecretaria de Estado de Igualdad.
La furibunda y muy patria reacción a las enormes transformaciones que el feminismo ha conseguido tiene una consecuencia complicada en la sociedad de la posverdad en la que vivimos. Es difícil enunciar algo desde el feminismo y ser creída. Da igual que lo que se plantee sea una agresión sexual o la pertinencia de una política pública. Esta sutil pero arrolladora estrategia es quizás la forma más retorcida que el patriarcado tiene de disciplinarnos. ¿Qué seguís pidiendo, si ya tenéis todos derechos? –Dice el señor P–. Da igual lo que digan las señoras F. Pues precisamente esa falta de legitimidad que motiva la pregunta es la que mantiene la brecha abierta. Sutil, pero tremendamente efectivo. No cabe en una infografía, pero no hay una en la que no esté presente.