No es habitual que un político haga lo que el presidente ha hecho estos días. Ni la carta, ni el silencio, ni la espera. Pero muy especialmente no ha sido frecuente que un hombre con el poder y la relevancia de Pedro Sánchez hablara de sus sentimientos mostrando así semejante vulnerabilidad. Merece ser analizado, porque queridas, we have been PSOED.
Hace 5 días conocíamos que el presidente estaba abatido. Se nos mostraba dubitativo y roto. Nos enteramos de sus sentimientos y su necesidad de reflexión con una carta en la que nos decía: “Y yo, no me causa rubor decirlo, soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia el fango que sobre ella esparcen día sí y día también.” Pocas horas después las redes eran ya un hervidero de memes en los que una generación entera clamaba ser amada como Pedro ama a Begoña, boleros hechos con IA, Quédate de Quevedo y hasta una convocatoria para manifestarse Por amor a la democracia. El fin de semana ha debido ser largo en las redacciones de los periódicos, en las sedes de los partidos, en casa de María Jesús Montero y, sobre todo, en Moncloa. Incluso me atrevo a decir que, más aún, en la casa de cualquier ciudadana que ha asistido atónita al numerito mientras seguía con las mismas dificultades para pagar el alquiler.
Es comprensible el dolor que producen las consecuencias del lawfare y el putrefacto ambiente que se respira en la corte política y mediática madrileña. Lo entiendo, de verdad. Empatizo profundamente con esa sensación de que hacer política a veces no merece la pena porque, sencillamente, el precio a pagar por cambiar las cosas a veces es demasiado alto y puede acabar con tu salud y la de los tuyos. Como pareja de alguien que ha sufrido acompañarme en cada golpe que la política me ha dado, he querido ver honestidad en la carta del presidente. Duele más que golpeen a los tuyos, que te golpeen a ti. Y como feminista, quise ver un nuevo hombre que se atreve a contarnos sus dudas, sus miedos y su amor. El hombre más poderoso de España se muestra el más débil. ¿Y puede un hombre débil gobernar? Por todo ello hubiera sido comprensible que el presidente se marchase. Pero se queda. Se queda y después de su reflexión y su carta de amor, todo sigue exactamente igual.
El amor es socialismo, igualdad, libertad. Amar a tu mujer, a tu país, es hacer lo que sea necesario para que no sea posible que una gentuza como la de Manos Limpias pueda joderte la vida
Por eso, queridas amigas, hoy quiero dirigirme a vosotras que tantas veces habéis escuchado promesas en los labios de los hombres que amábais. Porque no somos ingenuas, sabéis perfectamente que si el presidente habla del amor por su mujer, no es porque se lo tenga o porque no, sino porque sabe que es algo con lo que podemos empatizar porque no hay nada más humano que amar. El presidente habla de amor porque puede; se va 5 días a pensar, porque puede. No es amor, es privilegio. Vosotras sabéis mejor que nadie que la reflexión del presidente tiene mucho más de campaña que de carta de amor.
Pero esto no lo digo porque deteste las cartas de amor, para nada. Aquí una romántica que os escribe. ¿Qué es amar, queridas? ¿Cuántas veces nos han dicho te quiero para que todo siga igual? Te quiero, pero que fluya. Te quiero, pero no es por ti, es por mí. Te quiero, pero sin prisas. Te quiero, pero hoy voy a ver el fútbol. Te quiero, pero la ropa la tiendes tú. Te quiero, pero el regalo de cumpleaños lo compras tú. Te quiero, pero no sé cuándo toca cambiar el estropajo. Le quieres, pero ¿cuántas veces has esperado un mensaje, una llamada, una explicación, un orgasmo, un cambio, un compromiso, una reciprocidad?
Aunque probablemente, como explica Bell Hooks, no hemos abordado nuestra aspiración al amor como nuestro deseo por el poder por miedo a comprometer nuestra imagen de feministas poderosas y consumadas; el amor es también un patrimonio de la izquierda, de las feministas, de las mujeres. Amar es políticamente revolucionario. Amar puede ser políticamente revolucionario. Un compromiso inquebrantable con la esperanza, con las ganas de hacerlo mejor por y para lo otro. El amor es socialismo, igualdad, libertad. Amar a tu mujer, a tu país, es hacer lo que sea necesario para que no sea posible que una gentuza como la de Manos Limpias pueda joderte la vida. Amar a tu país es hacer lo posible para que salir a la calle a defender lo que piensas nunca tenga un precio. Amar a tu país es jugar limpio y cumplir como mínimo con aquello para lo que fuiste votado y velar por el cumplimiento de la Constitución en lo referente a la renovación de órganos constitucionales, especialmente el Consejo General del Poder Judicial.
Amar es responsabilidad afectiva con tu gente, dar explicaciones honestas, hacerse cargo cuando toca, repartirse la carga y dejar espacio si toca. Amar es cumplir con lo que uno se ha comprometido. Amar es quedarse para intentarlo o saber irse. Ojalá el presidente se atreviera a amar fuerte. Porque no es por ti, Pedro, es por nosotras.
No es habitual que un político haga lo que el presidente ha hecho estos días. Ni la carta, ni el silencio, ni la espera. Pero muy especialmente no ha sido frecuente que un hombre con el poder y la relevancia de Pedro Sánchez hablara de sus sentimientos mostrando así semejante vulnerabilidad. Merece ser analizado, porque queridas, we have been PSOED.