El problema de los cristianos de Oriente no parece a primera vista tan dramático y no moviliza tanta atención como la situación del millón de refugiados en un mundo obviamente no dispuesto a recibirlos. Sin embargo, podría significar un cambio en la civilización.
En el sínodo que se celebró en Roma en octubre de 2014 con 165 obispos fue cuando la iglesia dejó de ocuparse solo del aborto, de la masturbación, de las mujeres con "sus labores" y de la sexualidad de los adolescentes, para centrarse en el grave problema de los cristianos de Oriente. Un poco antes, Pablo VI había ya profetizado que "los lugares santos de Oriente se transformarían en museos".
La cristiandad de Oriente tiene allí su hogar natural, donde su presencia bimilenaria es anterior al Islam. Se reconocen una docena de iglesias diferentes: coptos, grecoortodoxos, melquitas presentes en varios países, maronitas, caldeos en Irak, armenios, latinos en Palestina y Jordania –todo un símbolo de tolerancia y libertad, dirigidas por 11 patriarcas–... Destacan cuatro de ellas: la iglesia griega ortodoxa de Constantinopla, la copta de Alejandría, la iglesia griega de Antioquia, la siria y jacobita y, por supuesto, la iglesia católica de Roma. Pero la historia de los últimos decenios ha transformado totalmente la situación de esta región extraordinariamente compleja y rica de historia, tanto social como culturalmente.
Durante los últimos 100 años, la proporción de cristianos en la región no ha dejado de caer: en total solo representan hoy entre un 3% y un 6% de las poblaciones locales, en lugar del casi 20% a comienzos del siglo XX. Son aproximadamente 13 millones los cristianos que viven en países árabes de Oriente Próximo, en Turquía y en Irán.
Egipto tiene el triste privilegio de ser la antecesora de las persecuciones. Los coptos son desde hace tiempo el objetivo de los Hermanos Musulmanes, precursores de todos los islamistas y talibanes del mundo, cuyas exacciones, sobre todo en el Alto Egipto, fuerzan a los coptos al exilio. Desde hace 10 años, un millón y medio de coptos han emigrado, principalmente hacia Estados Unidos o Canadá. El obispo copto del Cairo, Mgr Youhanna Golta, describe un Egipto donde los extremistas ganan terreno en el sector más sensible de la vida pública: escuelas, universidades y medios de comunicación, con un 60% de programas religiosos en la televisión.
En Alepo, hoy casi destruida, un lugar destacado del cristianismo histórico, la diáspora de la comunidad cristiana se había reducido en 50 años del 50% al 5% según las estadísticas de 2007, o sea, mucho antes de la tragedia y de los crímenes contra la humanidad de la guerra actual. Ahora en Siria, la guerra mata a unos y a otros; sin embargo, la comunidad cristiana es de lejos la mas afectada. Algo así como 450.000 personas debieron dejar su casa para salvarse de la muerte, de los raptos de niños y mujeres o de la conversión forzada al Islam. Son víctimas del Dáesh, pero también de todos las bandas islamistas armadas. La particularidad de los cristianos de Siria es que han elegido no estar armados, y son sospechosos de preferir el Estado de Bachar el Asad, donde existía la libertad religiosa y de culto y las mujeres gozaban del estatuto más evolucionado de la zona.
La población cristiana presente en Mesopotamia desde hace 2.000 años era evaluada en 1,25 millones en 1987, y se redujo en un tercio en Irak por el conflicto de este país con Irán. Pero el desastre de las dos guerras del Golfo y la presencia norteamericana en este país solo han servido para atizar el hostigamiento de los cristianos, sospechosos de ser más prooccidentales, y que representan ya solo el 3% de la población: eran cerca de 500.000 antes de la toma de Mosul por los islamistas . Hoy todos se van a pesar de los innumerables riesgos de los viajes, comprendido el de morir en el mar. Los cinco atentados del Estado Islámico en Bagdad y Mosul suenan como un ultimo aviso para los cristianos, y su total desaparición parece programada en la misma tierra donde vivían desde el alba del cristianismo. Es lo que estima la Coordinación de los Cristianos de Oriente en Peligro (Chredo), pesimista en cuanto a su supervivencia en Irak.
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También en Palestina la situación se ha deteriorado rápidamente: la mujer de Yasir Arafat era cristiana, pero en Cisjordania, en Jerusalén Este y en la franja de Gaza, sus correligionarios ya no son más que unos 50.000. La población de Belén, después de haber representado durante siglos el 80% del total de la población cristiana, ha pasado a ser el 30%. No obstante, el alcalde cristiano de Belén ha sido elegido con el apoyo de Hamás y los cristianos están representados en la dirección de la Autoridad Palestina de Mahmud Abbas. El patriarca de Jerusalén, Mgr Michel Sabbah, reflexiona: "No somos cristianos frente a musulmanes sino cristianos y musulmanes juntos enfrentados al islamismo extremista".
No es demasiado tarde para reconocer que desde los orígenes de la cristiandad en estos países, encajonados entre Oriente y Occidente, con una cultura tan griega como árabe y una religión o creencia que les vincula a Occidente, "los cristianos han sido los catalizadores de la modernidad árabe", recuerda el historiador Henry Laurens. "A la cabeza de la laicización, han sido los primeros en plantearse la integración política de todas las minorías religiosas en un mismo movimiento de reivindicación nacional, de lucha anticolonialista y de emancipación. Su desaparición corre el riesgo de dar la razón a los defensores del choque de civilizaciones, cristalizado en esta seudofractura entre Oriente y Occidente", escriben en Le Monde Nadia Hamour y Mohamed Abdi.
Entre los intelectuales árabes cristianos, desde Ibn Jaldún (1200), hasta los que contribuyeron recientemente al renacimiento del mundo árabe, se encuentran personalidades destacables como Edward Saïd, Jalil Gibrán , el ex secretario general de la ONU Butros Butros-Ghali, la inmensa cantante Fayruz y una pléyade de filósofos entre los cuales está también el recién fallecido Abdelwahab Meddeb. La historia de la prensa, de las artes gráficas y de la edición, desde la primera imprenta árabe en Oriente hasta el lanzamiento de algunos de los grandes periódicos contemporáneos, no existiría sin ellos. Sin embargo, escribe René Guitton, gran conocedor de las grandes religiones monoteístas: "Algunos observadores predicen que Tierra Santa se habrá vaciado enteramente de sus cristianos en el siglo próximo".
El problema de los cristianos de Oriente no parece a primera vista tan dramático y no moviliza tanta atención como la situación del millón de refugiados en un mundo obviamente no dispuesto a recibirlos. Sin embargo, podría significar un cambio en la civilización.