Desde hace unos días, a mí me duelen mucho las muelas. Endodoncias mal hechas, dicen los expertos...
Como sabrán... Este tipo de dolor es indescriptiblemente agudo, grave e intenso. Pareciera que tienes un ente invisible que desde la base de la encía se mueve hacia la sien sin pedir permiso. Y lo hace con crueldad. No solo impide que te concentres y leas libremente un libro, por poner un ejemplo, sino que (en mi caso) puedas dar una clase particular hablando sobre las matrices, inecuaciones o la definición de cualquier concepto relacionado con la Economía o las Ciencias Sociales. Todo sin dejar de poner cara de circunstancias.
¿Y ya sabes cuál va a ser el final? La extirpación del objeto y sujeto que protagoniza nuestra historia de hoy.
Para personas como yo, con cada desaparición de una pieza dental, tu credibilidad social e imagen se derrumba; importante en este mundo competitivo y superficial donde una foto en redes vende más que un currículum o una figura técnica competente.
Este problema, que a corto o medio plazo dinamita tu imagen social, laboral y personal, gracias a la falta o no de dientes, y afecta a medio y largo plazo al buen funcionamiento de otras partes del cuerpo, no se considera grave para aquellos que pueden pagarse un buen tratamiento de recambio de piezas o aparatos dentales.
Tengamos en cuenta que las políticas respecto a la salud pública y a la redistribución de la riqueza, entre muchas otras cuestiones, hoy más que nunca es importante reivindicarlas
Porque, si cualquiera de ustedes va a un dentista y pide presupuesto para solucionar este tipo de contratiempos físicos, ya pueden preparar su chequera. Por esta razón verán que mucha gente humilde tiene que priorizar y no utilizar este tipo de tratamientos, porque básicamente son muy caros. Recordemos que la salud mental es un ente olvidado que solo lo puede disfrutar aquel que se lo puede pagar.
Por eso, más allá de argumentarios de parte, de polarización u odio ideológico injustificado, que campa a sus anchas estos días en prensa, tertulias y bares, tengamos en cuenta que las políticas respecto a la salud pública y a la redistribución de la riqueza, entre muchas otras cuestiones, hoy más que nunca es importante reivindicarlas.
Nuestro mundo sigue siendo desigual desde un punto de vista económico y social. Y cuando la diferencia de tener buena o mala salud bucodental depende del dinero que tengas en tu cartera, cuenta de ahorros o tu capacidad de endeudamiento, vivimos en un mundo que no defiende la justicia social entre iguales.
Porque el problema que existe en países como España respecto a la salud dental debe ser considerado prioritario.
Mientras algunos piensan en lo importante, espero, voy contando los días y horas hasta que caiga el blanco telón; cargado de medicamentos para alargar el sufrimiento. Pensando en lo superficial de la vida pese a conocer cuál es el final de esta escalera de debilidades monetarias.
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David Acosta Arrés es politólogo.
Desde hace unos días, a mí me duelen mucho las muelas. Endodoncias mal hechas, dicen los expertos...