Lo importante es lo que quiere Europa

Antonio Estella

Desde que Trump ganara las elecciones, nos hemos metido en un extrañísimo debate sobre quién es el malo de la película, si Trump o Putin, y sobre qué quieren los Estados Unidos y Rusia. Nos estamos olvidando, sin embargo, de que lo realmente importante no es qué quieren estos dos países, y quién es peor de ellos, si Trump o Putin, sino qué es lo que quiere Europa, la Unión Europea. Lo demás nos debería dar aproximadamente igual.

Empiezo por Rusia. Para algunos, Rusia está desarrollando una política imperialista que buscaría, en el medio plazo, ampliarse hacia Europa. De forma más o menos explícita, los defensores de esta tesis dicen que Rusia constituye una amenaza bélica para la UE y para Europa en su conjunto, y que después de Ucrania vendrán Lituania, Letonia y Estonia, para pasar ya a Polonia y quién sabe si luego a la propia Alemania. Putin sería el nuevo Hitler: lo querría todo, querría conquistar Europa.

Para otros, sin embargo, Rusia no habría dado muestras de querer expandirse hacia el resto de Europa; en realidad lo que estaría buscando sería defenderse de la errática y patosa política de ampliación de los últimos años tanto de la OTAN como de la Unión Europea. Lo que Putin estaría expresando es una necesidad de crear un cinturón de seguridad alrededor suyo, ante las amenazas provenientes de estas dos estructuras multinacionales, la OTAN y la UE.

De verdad, no perdamos la perspectiva. Lo primero que tenemos que dejar claro es que nadie sabe a ciencia cierta ni lo que quiere Rusia ni lo que quiere Putin. Probablemente no lo sepan ni ellos mismos. Por un lado, parece bastante descabellado pensar que Putin quiera anexionarse partes importantes de Europa. Ni tiene la fuerza militar para ello ni la potencia ni capacidad económicas. Pero, por otra parte, tampoco podemos desdeñar su matonismo político internacional. Basta con leer a uno de sus asesores de cabecera, el filósofo Alexander Dugin, que defiende con convicción que el destino de la Federación Rusa es convertirse en un Santo Imperio en la línea de la Rusia Zarista, para intentar adivinar lo que podría tener en la cabeza Putin. Pero claro, una cosa son los deseos y otra las realidades. Aunque Rusia pretendiera eso, es difícil pensar que pueda tener la capacidad económica y militar para poder alcanzar su objetivo. Parece más razonable pensar, por tanto, que Putin lo único que podría conseguir en este momento es desestabilizar a la Unión Europea, un argumento en el que llevo insistiendo desde que comenzara la guerra. ¿Por qué quiere desestabilizar Europa? Ni idea: imagino que a río revuelto, ganancia –incluso personal– de pescadores. En cualquier caso: como no sabemos exactamente qué es lo que quiere la Rusia de Putin, estemos preparados no para lo peor, pero tampoco para lo mejor, que pueda venir de este país y de este oligarca.

Putin lo único que podría conseguir en este momento es desestabilizar a la Unión Europea, un argumento en el que llevo insistiendo desde que comenzara la guerra

Turno de Estados Unidos. Estados Unidos es un país en crisis. Todos los que hemos estado viviendo en este país lo sabemos y lo vemos. Va cuesta abajo y con patines. Pero todavía es la primera potencia militar y económica del planeta. El matonismo de Trump, tanto en política nacional como en política internacional, es un fiel reflejo de la sensación que tienen hoy en día muchos americanos de que USA está perdiendo empuje. A partir de ahí, lo que Trump quiere exactamente en relación con Europa tampoco lo sabemos. Tenemos una pista en el discurso de Vance de Múnich: si queréis defensa, pagárosla vosotros, europeos. Si queréis energía, producidla vosotros, europeos. Nosotros no vamos a estar ahí para protegeros. Si esto es un cálculo basado en el interés personal o forma parte realmente de una verdadera política internacional está por ver. Pero, de nuevo, no perdamos la perspectiva. Es evidente que Trump y su fiel escudero Musk forman parte de una alianza internacional ultraconservadora que busca impactar en la política nacional de los Estados miembros de la Unión Europea. Si tendrán los recursos necesarios para conseguirlo, está por ver. Qué conseguirán exactamente, está por ver. Pero de nuevo: quizá lo más prudente sea pensar que lo que quieren es desestabilizar la Unión Europea, porque, de nuevo, a río revuelto, ganancia –incluso personal– de pescadores. Es aquí donde las posibles estrategias y objetivos de Rusia y de Estados Unidos coincidirían.

Insisto: es imposible estar en la cabeza de un tipo como Trump y de un tipo como Putin, por muchos sesudos análisis que hagamos. Como es imposible, y además, lo que quieran y lo que puedan conseguir no depende de nosotros, ¿por qué no nos centramos, entonces, en lo que queremos y podemos hacer nosotros, los europeos? Creo que deberíamos intentar al menos tres cosas. Primero, hacer de la Unión Europea una verdadera democracia. La UE es una democracia pero a medias. Necesitamos tener verdaderas elecciones europeas, con verdaderos partidos políticos europeos, de los que emerja un verdadero gobierno europeo. Segundo –y después, o en paralelo a lo anterior–, necesitamos rearmarnos militarmente y ser independientes energéticamente. No recuerdo ahora quién era el que decía que Europa es un sitio maravilloso en el que la seguridad la ponen los Estados Unidos y la gasolina Rusia. Esto ya no puede seguir siendo así. Pero no nos volvamos locos ni en relación con un tema ni en relación con el otro. El rearme militar (en realidad, el desarrollo de una política industrial en materia de defensa) debe ser en el nivel europeo, no en el nivel nacional. La idea de la presidenta de la Comisión Europea de que sean los Estados Miembros los que amplíen más todavía el gasto militar va en la pésima dirección. La fórmula de la cooperación reforzada se tiene que aplicar en este ámbito: tiene que ser Europa, y no los Estados Miembros, la que se rearme. Y con respecto a la política energética, creo que las cosas van mucho mejor encarriladas, pero necesitamos imprimir velocidad a la agenda de transición verde.

En definitiva, Europa debería querer independencia. Independencia política, independencia militar e independencia energética. Qué quieren los demás es un debate de salón interesante pero que, a nosotros, en este momento, no nos concierne.

______________________

Antonio Estella es catedrático Jean Monnet "ad personam" de Gobernanza Económica Global y Europea en la Universidad Carlos III de Madrid.

Más sobre este tema
stats