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Desde un lejano enero de 2020

Pedro Sánchez durante el primer acto de campaña del PSOE para las elecciones del 4M en Madrid.

Javier Alfonso Cendón

Si hace justo 17 meses, aquel lejano enero de 2020 cuando Pedro Sánchez fue investido presidente del Gobierno de España, nos hubieran dicho que el Ejecutivo tendría que hacer frente a un virus que pondría en jaque al mundo entero, nos habría costado imaginar que nuestro país hubiera podido seguir avanzando en la aprobación de leyes esenciales. Pero a los hechos me remito, y han sido muchas: medidas en materia de protección y asistencia a las víctimas de violencia de género, leyes feministas, inclusivas y justas.

Este mismo triunfo socialista, que se empezó a gestar hace tres años en una todavía más distante primavera de 2018, con una moción de censura socialista contra el PP a raíz de la crisis política desatada por el caso Gürtel, que se ratificó en dos elecciones generales en 2019 y devolvió la esperanza en la recuperación de derechos y libertades, fue la antesala de una incondicional mejora del estado de bienestar de los españoles y de las españolas.

Por ello, en un balance que solo podemos adjetivar de positivo, a pesar de las adversidades y de las trampas de una derecha anclada en políticas anticuadas y añejas, la llegada de Sánchez al Gobierno, con el PSOE como primera fuerza política, nos ha permitido protagonizar los grandes cambios que están transformado España. Me refiero a avances en pensiones, educación, ciencia, reindustrialización, igualdad de género, sanidad y en prestaciones sociales como el Ingreso Mínimo Vital.

Acuerdos de país, en definitiva, que han tenido, y han sabido, estar a la altura de la mayor crisis sanitaria de la historia de nuestra democracia, respondiendo a los grandes retos dirigidos a luchar contra la desigualdad, contribuir a la regeneración democrática y hacia una recuperación económica justa.

Hoy podemos hablar con rotundidad del derecho a morir con dignidad gracias a la ley que regula la eutanasia, de una mayor protección jurisdiccional con la reforma del Poder Judicial y de más equidad a la hora de acceder a una educación cada vez más inclusiva con la ley de Educación.

Y es que estas leyes son pasos hacia una sociedad más democrática y segura para todos, que velan por nuestros intereses como lo hace la aprobación de los Presupuestos Generales de 2021, y también por los de nuestro medio y recursos naturales, como la norma del cambio climático y transición energética, entre otras muchas más que ya cuentan con luz verde o en tramitación inminente.

Por todo este esfuerzo, ya es hora de volver la vista atrás y valorar de forma objetiva todo lo logrado. Es cierto que aún queda trabajo por hacer, pero el Gobierno de España no vive aislado a la realidad de nuestros pueblos y ciudades, por lo que un recuento en clave honesta siempre permite coger ánimos e impulso. Para seguir a la cabeza en la transición ecológica, aspirando a ser una nación más verde, ecologista y sostenible, vigilante y preocupada por el cambio climático, por el rumbo de la sanidad y la educación pública, y en contra de las desigualdades sociales y de cualquier tipo de violencia o de discriminación.

Podemos estar orgullosos de un Gobierno a la vanguardia de la ciencia, de la innovación y de la tecnología, que proyecta a nuestro país hacia los primeros puestos en la escala mundial, que premia a nuestros científicos, autónomos, trabajadores y estudiantes, pero que no se olvida de las personas más vulnerables. Al contrario, se preocupa de aquellos que necesitan ayuda para mantener un nivel de vida digno, que les permita acceder a derechos y oportunidades sin importar su condición.

Un Gobierno que no deja caer en saco roto promesas para que todos los territorios disfruten de las mismas ventajas, en conectividad y servicios. Y que ante la necesidad actúa con soluciones, con planes específicos y calculados, como la estrategia frente al reto demográfico, dotado con 10.000 millones centrados en una regeneración justa que cree y mantenga empleos de calidad y que a la vez fije población en nuestros pueblos.

Hace apenas unos días celebrábamos el tercer aniversario de la llegada de un Gobierno progresista al Ejecutivo, que no dejará de avanzar en derechos. Es complicado resumir todo lo conseguido bajo las siglas socialistas, pero el PSOE ha sido zahorí en iniciativas relacionadas con la reducción de la brecha de género, con materias en los ámbitos de la seguridad social y de la economía, para no dejar a nadie atrás teniendo en cuenta a los más castigados por la pandemia. Las cosas bien hechas bien parecen, y nadie puede negar el enorme escudo social levantado por el Gobierno durante la crisis del coronavirus en nuestro país.

Nuestro presidente Pedro Sánchez asegura que ‘España es un país con hambre de futuro’, con una ambiciosa estrategia nacional de largo plazo, ‘España 2050’, preocupado por el porvenir, pero con fundamentos y propuestas. Por ello, con objetivos claros y sin dejar de cultivar nuevas metas, no podemos perder ahora el ritmo adquirido, nos encontramos en tiempos adecuados para degustar parte de la cosecha, los frutos que hemos ido alcanzando, bajo consenso y con tesón, sin perder la guardia, analizando los errores del pasado para no volver a cometerlos.

El eslabón

El eslabón

Sigamos sumando, disfrutamos de un Gobierno de corazón socialista que vela por nuestros intereses y al que todavía le queda mucho recorrido, con 32 meses por delante para demostrar su buen hacer. Ya saben, “al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar” (Antonio Machado).

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Javier Alfonso Cendón, es diputado por León y portavoz de Ciencia del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso de los Diputados.

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