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Cuanto peor, mejor: ya está Vox en el Parlament

El candidato a la presidencia de la Generalitat por Vox, Ignacio Garriga, acompañado por el presidente del partido, Santiago Abascal.

Félix Población

Muchos pensábamos desde el primer momento que la candidatura del ex ministro de Sanidad a la Presidencia de la Generalitat tendría buena aceptación en Cataluña. Por eso le llovieron las críticas desde los demás partidos en lid, tanto desde el lado unitario como desde el secesionista. A su gestión de la pandemia —ni mejor ni peor a mi juicio que la de otros colegas europeos—, unió la discreción y educación con la que se desenvolvió siempre a lo largo de su labor, eludiendo en todo momento la sucia refriega política cuando lo que importaba era salvar vidas.

Esa misma pulcritud y entereza de estilo —siempre de agradecer en nuestro país— las llevó a la campaña electoral catalana, en la que se dieron pugnas de más bajo proceder tanto entre la derecha española como entre los partidos independentistas. El resultado de esa trayectoria por parte de don Salvador, en pro del diálogo y el afecto —según sus propias palabras— ha sido la victoria, por más que el secesionismo vuelva a estar a punto de gobernar en aquel país, donde casi la mitad del electorado se quedó en casa, y no precisamente el secesionista.

Se puede pensar, gracias al ex ministro socialista y a su triunfo en las urnas —por apretado que sea—, que la cuestión catalana tiene aún arreglo, si se considera —sobre todo— que ha sido Esquerra Republicana la segunda fuerza política y no Junts per Catalunya, cuya aptitud para el diálogo está lastrada por la sombra tutelar de su líder ausente.

Quienes se empecinen desde el independentismo en seguir la estrategia aplicada en octubre de 2017, conocida por el DUI (declaración unilateral de independencia), deberían reparar en que gracias principalmente al virus del nacionalismo radical —cebado desde el gobierno central de M. Rajoy con actitudes represivas totalmente repudiables— ya tienen en Cataluña a la extrema derecha sentada en el Parlament, superando en escaños al Partido Popular y a Ciudadanos juntos.

Era lo que cabía esperar —quizá no hasta los once diputados— después de que más de medio centenar de diputados de Vox tomaran asiento hace algo más de un año en el Congreso de la carrera de San Jerónimo por similares razones. Ya tiene Cataluña, en la casa de todos los catalanes, lo que el independentismo cerrado al diálogo se ha venido buscando con irresponsable denuedo.

Joaquín Costa y la censura parental

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Tanto la forma de proceder de estos partidos como la de la extrema derecha españolista obedecen a un axioma de todo punto condenable en democracia: cuanto peor, mejor. Falta saber a qué se atiene el Parlament salido de estas elecciones. Más de lo mismo sería sumamente grave y hasta insoportable.

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Félix Población es periodista y escritor. su último libro es La memoria nombrada (Ed. El viejo topo, 2018).

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