Prudencio García, la dimensión humanista de la profesión militar

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Ha muerto el coronel Prudencio García Martínez de Murguía, un militar ilustrado que nos ha legado una valiosa obra y el ejemplo de sus firmes convicciones en la defensa de los valores democráticos en el seno de las fuerzas armadas. Su figura, poco conocida para el gran público, aunque su firma se ha prodigado durante décadas en los principales medios de comunicación solo en el diario El País publicó más de ochenta (80) artículos, resulta imprescindible para cuantos se propongan indagar, con sus luces y sus sombras, en el proceso de transición de la organización militar habido en España, desde sus precedentes a principios de los años setenta hasta nuestros días.

Docente, conferenciante e investigador concienzudo, el mejor homenaje que podemos hacer al militar, al académico y al amigo, en su memoria, es divulgar su amplia producción intelectual. Los fundamentos de su obra parten de una sólida formación técnica formado en el arma de Artillería, doctorado en Ingeniería y ampliación de estudios en el extranjero y fructifican con una dedicación sistemática a la sociología militar, que lo convierten en un referente en España de la dimensión humanista de la profesión militar del tiempo presente, acompañado de una restringida nómina de escritores militares del ámbito progresista como Juli Busquets, Gabriel Cardona o Alberto Piris.

Prudencio García, todavía un joven capitán del Ejército, comienza a publicar artículos en las revistas de referencia de época, como Índice, al comienzo de la década de los años setenta. En estas contribuciones aborda temas inéditos, de naturaleza polémica y altamente sensibles para el umbral de tolerancia del régimen franquista. Sin embargo, dado el rigor, calidad, fundamentación y solvencia intelectual con que están elaborados, consiguen que sean reproducidos en las revistas militares, e incluso alguno de ellos premiado. Por ejemplo, la revista Ejército (número de marzo de 1975) reproduce el artículo «El militar profesional hoy y mañana», originalmente publicado en 1973 y recompensado con el premio Pedro Antonio de Alarcón, del Estado Mayor Conjunto para trabajos aparecidos en la prensa civil.  

En este artículo, el capitán García glosa el perfil del oficial que exigen los ejércitos de la sociedad de la época a partir de la doctrina del Ejército soviético, elaborada por el mariscal Grechko, en el que, junto a la disciplina, valor, dotes de mando, organización, cultura y técnica militar, destaca la necesidad de que el oficial tenga «madurez política e ideológica, y merecer la confianza del pueblo». La exigencia de educación política de las fuerzas armadas también está examinada en el artículo con referencia a las publicaciones europeas del ámbito de la OTAN. El autor deja claro que formación y cultura en ningún caso significan adoctrinamiento. La autoridad moral del oficial se basa en la capacidad analítica, mentalidad crítica y exigencia profesional.

Recogiendo sus estudios relativos a los límites de la obediencia debida y a la implicación política de las fuerzas armadas, Alianza Editorial publicó su libro Ejército: presente y futuro. Ejército, polemología y paz internacional (1975). La obra toma como elemento comparativo el caso del Ejército alemán entre las dos guerras mundiales. La obligación del militar de permanecer neutral de toda opción partidista no debe significar mantenerse ajeno a la problemática social y política. Declinar toda responsabilidad individual y colectiva respecto de la justicia social y los derechos democráticos conduce a un ciego apoliticismo, cuyo vacío intelectual tenderá a ser llenado con un conglomerado ideológico alienante, fomentado por quienes pretenden instrumentalizar a los ejércitos en defensa de sus intereses y en detrimento del interés general.

El trabajo del coronel García se orientó en las últimas décadas hacia las experiencias de las dictaduras militares del Cono Sur, examinadas a la luz de la sociología militar. En su obra sobre la junta militar argentina El drama de la autonomía militar (1995)— se describe el comportamiento absolutamente desviado de los fines de los ejércitos y la quiebra de la disciplina. El empleo de las fuerzas militares estatales como ariete de las clases privilegiadas para derribar el gobierno democrático y conducir operaciones de terror contra la población, incluido el exterminio sistemático de los opositores, supone para la institución castrense abandonar todo concepto del honor y leal sometimiento a la legalidad, convirtiendo así a los militares profesionales en un simple grupo delincuencial. El militarismo fáctico de la fuerza es incompatible con el ejercicio reglado (legítimo) del poder militar.

La participación en misiones de Naciones Unidas en Centroamérica fue una oportunidad aprovechada por Prudencio García para estudiar el proceso bélico en el que se hallaba la región, la participación represiva de las fuerzas militares regulares y la lucha contra la impunidad. Cumpliendo el encargo recibido de ONUSAL, elaboró un Manual de doctrina militar y relaciones ejército-sociedad para la formación de los mandos de la Fuerza Armada de El Salvador. Por la envergadura de la represión sistemática emprendida por el ejército y las fuerzas paramilitares auxiliares —escuadrones de la muerte— se detiene en el caso de Guatemala, donde el genocidio de las comunidades indígenas alcanza las doscientas mil víctimas en tres décadas de conflicto civil. Su obra El genocidio de Guatemala (2005) describe la escalofriante campaña sistemática de masacres, exacerbada por el general Ríos Montt, devenido dictador tras el golpe de Estado de 1982 y declarado criminal de guerra por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

En el marco de la transición política a la democracia en España, Prudencio García defendió con coraje planteamientos contrarios a la mentalidad ultraderechista imperante en el Ejército al final de la dictadura franquista. Sus ideas sobre el control democrático de las fuerzas armadas fueron precursoras de las ideas defendidas posteriormente por los militares agrupados en la Unión Militar Democrática, organización a la que no perteneció formalmente al ignorar su existencia hasta las detenciones del verano de 1975. A partir de ese momento, fue un gran apoyo de los procesados y posteriormente en la reivindicación de la memoria de la UMD.

El compromiso público de Prudencio García con los valores democráticos le valió la enemiga de los sectores reaccionarios, siempre bien nutridos y asentados en las filas militares españolas. Muchos compañeros, de buena fe, no entendieron sus críticas constructivas a la institución militar; y otros, con abierta vileza, trataron de desestabilizar su vida personal y profesional. Prudencio, llevado por la laboriosidad científica, guardó, fechadas y anotadas, en su archivo personal todas las misivas anónimas que recibía con la declarada intención de silenciarlo. Mientras escribo tengo a la vista uno de estos anónimos, recibido en 1979 con matasellos de Granada, en el que un compañero profiere toda clase de injurias contra su persona y la del general Gutiérrez Mellado, figura que simbolizaba para los ultras la traición a Franco. Se despide de la siguiente guisa: «un saludo lleno de asco y vergüenza de haber sido compañero tuyo».

El papel desempeñado por los militares progresistas del entorno de la UMD en la transición política, reconocido por el gobierno en una declaración institucional de 2009, no ha sido aprovechado por el poder público para fomentar la pedagogía democrática en las fuerzas armadas que, como ha demostrado la Historia, no había que dar por un hecho descontado. Y es que, en unos ejércitos formados en el nacionalcatolicismo y la victoria militar en la guerra civil, no eran frecuentes las personas de las convicciones y cualidades del coronel Prudencio García. Siempre dispuesto a colaborar con las causas que entendía justas, gran conversador y generoso sin reservas con todos los que le pedían consejo y ayuda, sin mirar el puesto en el escalafón. Trabajador incansable, incluso con la salud quebrantada de los últimos años, queda inédito su estudio sobre el golpe militar contra el presidente Allende y la instauración en Chile del régimen pinochetista, que esperamos ver publicado en breve. 

Ha muerto el coronel Prudencio García Martínez de Murguía, un militar ilustrado que nos ha legado una valiosa obra y el ejemplo de sus firmes convicciones en la defensa de los valores democráticos en el seno de las fuerzas armadas. Su figura, poco conocida para el gran público, aunque su firma se ha prodigado durante décadas en los principales medios de comunicación solo en el diario El País publicó más de ochenta (80) artículos, resulta imprescindible para cuantos se propongan indagar, con sus luces y sus sombras, en el proceso de transición de la organización militar habido en España, desde sus precedentes a principios de los años setenta hasta nuestros días.

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