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Regeneración democrática y LOREG

Ángel Viviente Core

Todos hemos recibido la noticia de que el día 17 de julio el presidente informará sobre las medidas que su Gobierno adoptará al objeto de conseguir la regeneración democrática, anunciada en su carta del 24 de abril.

En el Colectivo, sabemos de la gran cantidad de acciones que un Gobierno de progreso debería adoptar, al objeto de elevar el nivel de democratización que este país necesita. Compartimos la necesidad de abordar reformas políticas de calado, referentes a la mejora del funcionamiento democrático de la judicatura, la elección de sus puestos de gobierno y comenzando con la manera en que se accede a la carrera judicial, la ley de vivienda, la ley mordaza, la ley de secretos oficiales, la actividad y subvenciones a los medios... y todo ello por poner unos ejemplos de las muchas acciones que podrían tomarse.

Una de estas medidas tendría que referirse a la revisión de nuestro sistema electoral, columna vertebral de toda democracia. Al igual que la Constitución, la LOREG, vigente desde 1985 aunque continuista del preconstitucional RDL 20/1977, no ha sido reformada para corregir la desigualdad que altera el valor de los votos durante los recuentos que adjudican escaños a las candidaturas. Un mecanismo que, aunque cumpla con una ley vigente desde hace cuatro décadas, pensamos que tergiversa la voluntad popular en mayor o menor medida cada vez que se convocan elecciones.

Promovemos el debate sobre la LOREG para conseguir reformas que, sin requerir de la mayoría necesaria para reformar el artículo 68.2 de la Constitución (la provincia como circunscripción electoral), sí respeten el artículo 68.1, donde se establece que los diputados serán “elegidos por sufragio universal, libre, igual, directo y secreto”.

¿Se imagina alguien que en unas provincias los “sufragios” no fueran igual de “universales”, o de “libres”, o de “directos”, o de “secretos” que en otras, como indica la Constitución? No sería aceptable. Entonces, ¿por qué no tienen “igual” valor al convertirse en escaños, teniendo en cuenta que para eso es para lo único que se vota?

No ignoramos que el mayor respeto por la igualdad de todos los votos puede implicar un mayor esfuerzo para conseguir acuerdos parlamentarios, pero creemos que sería compensado por la existencia de un Parlamento con una mayor representatividad de todos los españoles

Creemos que, sin incumplir lo establecido en el artículo 68 de la Constitución, pero reformando algunos artículos de la LOREG, es posible reducir las grandes diferencias en el valor de los votos depositados en las urnas que se han repetido en todas y cada una de las elecciones celebradas desde las del 15 de junio de 1977.

Hay diversos aspectos en esta Ley que deben ser debatidos y modificados como son el valor diferente de los votos entre circunscripciones, que puede ser modificado con una posible reducción de los escaños mínimos (ahora 2), cuando la LOREG tan solo habla de una cantidad mínima (¿por qué no 1?). También habría que debatir la llamada ley D´Hont de asignación de escaños, viendo si el efecto que esto produce de alguna manera reduce las posibilidades de partidos minoritarios que con los mismos, o más, votos que otros, se quedan sin la posibilidad de obtener escaño. Otro tema a debatir sería el del porcentaje mínimo de votos necesario para obtener un escaño.

En definitiva, hay aspectos que, sin modificar la Constitución, pueden adoptarse por la simple modificación de una Ley Electoral que no se ha modificado desde hace casi 40 años.

En este Colectivo no ignoramos que el mayor respeto por la igualdad de todos los votos depositados en las urnas puede implicar un mayor esfuerzo para conseguir acuerdos parlamentarios, al incremetarse la participación de diferentes partidos en el hemiciclo, pero creemos que este posible problema sería compensado por la existencia de un Parlamento con una mayor representatividad de todos los españoles.

Frente a una crispación que todo lo contamina, estamos seguros de que será muy importante el valor que se obtuviera en la consolidación de la democracia que resultará de una práctica continuada de la negociación, por parte de los políticos que consigan la confianza del electorado, tanto por los que gobiernen como por los llamados a hacer oposición.

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Angel Viviente Core es miembro del Colectivo de Pensamiento y Debate Crítico (Ateneo Republicano) y de la Sociedad de Amigos de infoLibre.

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