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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

¿Qué sucederá el día siguiente a la elección de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE?

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José Sanroma Aldea

Permítanme antes de contestar un preámbulo necesario.

A comienzos de octubre de 2016, en un sábado negro para el PSOE, triunfó por las bravas un proyecto político en su Comité Federal. Tal proyecto cristalizaba en una decisión. Lo llevó a efecto la Gestora, asegurando a Rajoy su investidura al final del mes. Así fué: las 68 abstenciones de la bancada socialista fueron decisivas. Ahora la Gestora da continuidad a la aplicación de aquel proyecto, a la espera de que sea elegida Susana Díaz como

SG.

En aquel CF la línea política divisoria pasaba por la cuestión de cómo resolver la crisis de gobernabilidad abierta en España tras las elecciones del 20-D de 2015. Cuestión que quedaba difuminada por el deslumbramiento cegador de una lucha por el poder interno que planteaba la disyuntiva solo en torno a decisiones "orgánicas".  Los responsables principales de que eso sucediera así fueron la propia Susana Díaz y los barones (salvo la honrosa excepción de Fernández Vara) que habían venido cometiendo un continuado "delito de silencio" (Fernández dixit) ocultando su posición política; y al tiempo activando el proceso que culminó con el derrocamiento (Fernández dixit) del SG sobre la sola idea de que Sánchez había obtenido los peores resultados electorales.

El principal líder político de ese triunfo (del proyecto "abstencionista-pro bipartidista") fue Felipe González. Este siempre expresó su posición, incluso antes del resultado del 20-D. El principal brazo ejecutor, Susana Díaz, quid prodest.

El coste de credibilidad para el PSOE fue enorme. Quedó rendido ante el PP de Rajoy, situado en una posición subalterna.

La militancia socialista pasó del estupor a la indignación. Esa batalla (política y orgánica) se había librado ante sus ojos, en el seno de su máximo órgano de dirección, sin su participación. Ahora le toca participar y decidir.

Al elegir a la persona que ocupe la SG la militancia tomará una decisión de gran trascendencia: para el curso de la política española, para la suerte del propio PSOE. No es sólo una cuestión personal que mida las cualidades y las trayectorias personales de los candidatos. Lo más importante es, en las presentes circunstancias, la lucha de ideas sobre los proyectos políticos que –más o menos elaborados programáticamente, pero "destilados" en las decisiones políticas fundamentales– representan.

Esos proyectos que libraron una sorda y fratricida lucha en el seno del CF y que ahora se vuelven a confrontar. En un nuevo escenario: ahora ya es presidente Rajoy. En sede distinta: ahora deciden 180.00 personas (el censo de afiliación) antes 300 (los integrantes del CF).

Dos interrogantes se plantean las filas socialistas y la opinión pública: ¿Quién resultará elegido? ¿Qué sucederá al día siguiente de la elección?

Responderé sólo a la segunda, suponiendo que resultará elegido Sánchez. Pero esta suposición no es un pronóstico, es sólo mi opción como votante, mi previsión personal del significado de la elección de Sánchez y mi apuesta personal por ella.

Si Vd. lector, lectora, considera que lo que vendrá a continuación es mera propaganda, carente de cualquier valor, puede evitarse perder el tiempo, está en su derecho de dejar ya la lectura. Si continúa le doy las gracias por anticipado. Leeré con atención cualquier comentario que tenga a bien hacer.

Paso a responder.

1. Ese día se darán diversas explicaciones de la sorpresa

Ese día estará marcado por la sorpresa del resultado de la elección.

Porque lo cierto es que a día de hoy, en el conjunto de la opinión pública, predomina la idea de que Susana Díaz ganará. La vieron acompañada por el aparato del partido, con el despliegue de una fuerza avasalladora, el number one ("dios" que dijo Txiqui Benegas), Zapatero y tantos otros de cuyo nombre no quiero acordarme... La ven ensalzada como lideresa ganadora, a través de los grandes medios de comunicación, aunque por algunas rendijas se cuela el fiasco en alguna de sus comparecencias. En estos medios, incluso los que siempre han hecho bandera del desprecio a la Andalucía gobernada por el PSOE y metido los ERES hasta en la sopa de la Gürtel, se dan una "tregua controlada" para cualquier crítica que pueda perjudicar las posibilidades de Díaz. En cambio a Pedro Sánchez lo ven abandonado por los notables de su equipo (Patxi López, Hernando, Luena, Óscar López...que le acompañaron hasta su derrota... pero no al destierro. Y evitan reconocer que precisamente, desterrado, encuentra un apoyo y un entusiasmo mayor que en los actos de las campañas electorales, cuando se debía suponer que todo el partido, y no sólo sus partidarios, le estaban apoyando.

Pero ni para la militancia socialista ni para las otras candidaturas será una sorpresa su triunfo.

En el PSOE se sabe que Sánchez puede ganar limpiamente. El voto secreto se libra de las presiones y cada militante decide con su personal criterio.

Los analistas darán todo tipo de explicaciones al sorprendente acontecimiento.

La de Sánchez podrá decir:

A) Que queda acreditado que la mayoría de la militancia estaba contra la abstención y contra el derrocamiento del SG, requisito de la vía libre a la investidura de Rajoy.

B) Que si un partido tiene mecanismos y un funcionamiento democrático la participación de sus afiliados puede revocar el rumbo político erróneo impuesto por la dirección. En este caso mediante la elección directa del SG.

Conviene añadir que esta experiencia permitirá  trasladar este mensaje a la opinión pública española: la afiliación a un partido ("instrumento fundamental para la participación política", reza el artículo 6 de la Constitución) permite tomar decisiones trascendentales, más allá de votar cada cuatro años, mientras se asiste impotentemente a las promesas electorales incumplidas.

Este elemental mensaje es hoy más efectivamente democrático que la denuncia más sesuda de la partitocracia.

Claro está que para eso el partido tiene que tener un funcionamiento democrático. El PP, por ejemplo, no lo tiene. Rajoy, que nos gobernaba desde la indecencia, no gobierna ahora porque así lo hayan querido los españoles, tal como él mismo proclama y como repiten los abstencionistas del PSOE.  Gobierna porque fracasó el Congreso de los Diputados como órgano de la democracia representativa en dos ocasiones. La primera no evitando lo que Rajoy quiso: repetir elecciones. La segunda cuando le invistió tras las del 26-J de 2016.

Pongo en duda que ahora mismo pudiera seguir gobernando si tuviera que apoyarse en la voluntad libremente expresada de los afiliados del PP. Eche el lector mucha imaginación para suponer que el PP somete a la decisión de sus afiliados la cuestión de si Rajoy debe dimitir y ser sustituido por otro/otra de su mismo partido. Apostaría a su derrota.

2. Habrá quedado derrotado el proyecto político abstencionista-probipartidista y el PSOE se abrirá a un nuevo rumbo

Cierto será que, despertados del mal sueño de la abstención, el dinosaurio seguirá ahí: en el Gobierno. Pero no tan seguro como estaba. Ya no puede manejar a su antojo la manecilla del reloj electoral. El colchón de su investidura y la derrota de sus adversarios le otorgó una capacidad de iniciativa que, inopinadamente, se le ha desestabilizado. El tiro le ha venido de la Administración de Justicia, porque su sillón presidencial está sobre el cráter del volcán de la corrupción, cuyas erupciones no puede controlar como quisiera, a pesar de Catalá, de Zoido,de Moix... no le ha venido de la oposición parlamentaria: ni Rivera tiene los arrestos regeneracionistas a la altura de la degradación institucional que denuncia, ni el GPS le "cruje", ni Iglesias quiere enterarse todavía de qué va esto. El líder de Podemos se había ido al autobús y vuelve al Congreso: de la idea de que el parlamento vale para poco a intentar manejar, él solito, el instrumento más poderoso de la democracia representativa: la articulación de una alternativa que permite quitar un presidente y poner otro. Está en su derecho. No le importa un pimiento que Rajoy, tras gastar el Congreso esa baza, siga ahí. Le basta con la propaganda que quiere conseguir  para su tesis de la "triple alianza" (C's, PSOE, PP) a la que él se enfrenta desde "la otra orilla". Iglesias, la novia en la boda, el niño en el bautizo... no quiere aprender que su omnipresencia ayuda a escaparse al gran Houdini de la política española, ese al que él llamó, en el debate de su investidura,"tipo estupendo". En esa ocasión ya no estaba Pedro Sánchez. Ni podrá estar en el debate de esa anunciada moción de censura, porque dimitió de ese Congreso que pudiendo evitar la investidura de Rajoy no lo hizo. Pero aunque no esté, Sánchez seguirá siendo el símbolo de la oposición frontal a Rajoy.

De nuevo al frente del PSOE le tocará darle el nuevo rumbo que se apunta en el documento"Somos socialistas".

En el ámbito parlamentario el GPS, bajo una nueva dirección, podrá recuperar el crédito necesario para empujar a C's y a Podemos a una oposición parlamentaria más efectiva. Aunque Iglesias se siga empeñando en aislar a Podemos, torpísima actitud  que perjudica la suerte inmediata de sus cinco millones de votantes, a cambio de la promesa  del paraíso para 2020. Y aunque C's, en su afán por agrupar al PP y al PSOE para situarse en el eje de todas las decisiones, ingenua pretensión, colabore en la tarea de aislar a Podemos.

En el ámbito de la sociedad civil el SG podrá llamar a la imprescindible participación cívica. La militancia socialista, con su movilización contra la abstención y con su voto habrá ganado un crédito para un PSOE que no se resigna ante el PP que pugna por bloquear la renovación democrática y el rescate social.

3. El PSOE emprenderá su renacimiento

Posiblemente lo hará entre los dolores del parto. Es decir de las confrontaciones que acompañan a una decisiva batalla política.

Pero se habrá cerrado la brecha de distancia política entre la dirección y la base. Mayoritariamente esta nunca creyó el cuento de que con la abstención el PSOE hacía un gran servicio a España, que le sería después reconocido. Todo lo más algún sector admitió que aquello era un mal menor. De modo que la militancia, liberada del fardo abstencionista, permanecerá en el partido. Asunto no menor pues aunque escasa, está llena de experiencia y cultura política que no le basta, pero que no le sobrará a generaciones jóvenes cuando vayan al PSOE.

Un partido de izquierdas, sin militancia, difícilmente puede ganarle a la derecha la hegemonía electoral. La estrepitosa caída del PS francés (que viene de ganar las presidenciales en 2010 a hundirse en un  6,4% en las siguientes, 2017) no se explica sin tener en cuenta también el dato del insignificante número de sus afiliados... y la herencia Hollande.

La militancia en un partido, proyectada hacia la sociedad es aún más necesaria para ganar la hegemonía política e ideológica. Y más aún para construir una alternativa al neoliberalismo capitalista que fractura  la sociedad y debilita la democracia.

El renacimiento del PSOE  requerirá una ampliación de sus filas. Pero el triunfo de la voluntad de la militancia permitirá lanzar una campaña de afiliación. Sobre todo en las ciudades y entre la juventud. Y podrá tener éxito si se acierta con ofrecer un modelo de partido al tenor de los tiempos.

No pocos, en la izquierda, esperan la señal de que el PSOE vuelve a ser un cauce para una participación política efectiva.

4. El PSOE puesto en paz con su pasado inmediato podrá comenzar la reconstrucción de la unidad partidista

Es bien sabido que quienes avalan a Susana y López arguyen frente a la candidatura de Sánchez que con su reelección se volvería  al pasado. Como si los otros dos candidatos no fueran parte del mismo. El sábado negro de octubre, en que se condensaron todos los errores (en el modo de afrontar las contradicciones internas) es algo que cualquiera quisiera dar al olvido. Pero no se puede borrar del tiempo como si no hubiera existido.

El PSOE para reconstruir su unidad necesita, más que enaltecer sus glorias antañas, ponerse en paz con su pasado inmediato. Solo se puede aplicar el "borrón y cuenta nueva", dejar atrás errores y pensar en el futuro, cuando ya se ha identificado el error y cuando la militancia ha decidido democráticamente como superarlo. Y tratándose de un partido decir "error" obliga a examinar la posición política mantenida en el debate, y ponderar el modo en el que se ha defendido. Esa identificación del error es lo que habrán resuelto los militantes con su voto. A partir de ahí, borrado el error, sí podrá comenzar la cuenta nueva. La unidad entonces dependerá de la actitud de todos.

Cierto es también, a mi parecer, que las dos posiciones alternativas (intentar formar gobierno o abstenerse ante el PP) se antagonizaron: por falta de flexibilidad, por un exceso de supuesta coherencia que llevaba al fracaso de ambas; y también por primar en exceso la lucha por el poder interno. Mi opinión personal es que el error político de este último exceso fue no entender que la suerte del partido estaba vinculada a la de su SG, elegido por la militancia. Quien ponga el acento en que no fue así sino que fue "designado" por Díaz, y otros notables apadrinados, revela poco talante democrático y poco respeto a la libertad de criterio de los votantes.

Nadie piensa que la tarea de reconstruir la unidad vaya a ser tarea fácil. Y se ha destacado por muchos analistas el hecho de que la mayoría de los socialistas que tienen poder institucional (señaladamente en las Comunidades Autónomas) están sobre todo, más que a favor de otro, en contra de Sánchez. Pero la razón política democrática impone: a) que los presidentes autonómicos se deben al compromiso con sus ciudadanos y con el parlamento que los eligió ; b) que el SG apoyará el cumplimiento de ese compromiso.

Parece obvio añadir que el éxito de esos gobiernos –sustentados en diversas alianzas, sobre todo con Podemos y sus confluencias– conviene  a la tarea de construir una alternativa de gobierno a nivel estatal nacional; y que su fracaso la perjudica.

Por último habría que señalar que la unidad en un PSOE capaz de renacer con nuevos bríos tendrá que dar parte, también en su dirección, a la diversidad ideológica, política, social que inevitablemente acompaña a un partido que pretende una representación mayoritaria de la actual sociedad española. Lo cual no contradice ni su clara ubicación en la izquierda ni la permanencia de su matriz identitaria original socialista y obrera.

En esta perspectiva la tensión importante, a medio plazo, no es la ubicación personal de cuantos ocupan hoy cargos en los órganos directivos del partido. Su comportamiento y su propia libre decisión también cuentan. La tensión importante es atreverse y acertar con un modelo de partido para este primer cuarto del siglo  XXI. Es evidente que ni con Rodríguez Zapatero (que tuvo tanto tiempo y tantísimo indiscutido poder hasta que entró en barrena política desde 2010) ni con Rubalcaba, ni con la primera etapa de Sánchez, el PSOE afrontó en serio esa tarea.

Ahora, para la nueva dirección, será tarea inaplazable, pero de largo alcance. No podrá salir del Congreso utilizando las manidas frases de "nos hemos renovado " y "ha triunfado la unidad". Únicamente se habrá establecido una base. Porque un partido de izquierdas del siglo XXI no puede surgir con fuerza, desde sus históricas raíces, si no se acompaña de un reverdecer del compromiso activo con la democracia de una parte importante de la ciudadanía española.

5. La elección de Sánchez convierte al PSOE en el factor más determinante de las interacciones en el sistema de partidos

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Por eso no la quiere Rajoy, puesto que contribuye a desestabilizarle; ni Rivera puesto que todo acuerdo a tres, aislando a Podemos, parece situarlo en el eje central; ni Iglesias, encantado en ese aislamiento, que contribuye a dar pábulo a su anhelado papel de adalid de la izquierda. Dicho de otra forma, el día de la reelección de Sánchez como SG puede empezar a descuajeringarse el funcionamiento del nuevo sistema de partidos, actualmente bloqueado en la hegemonía de la derecha. Tal y como expuse en "España en su laberinto".

Si el amable lector, lectora, ha llegado hasta aquí y juzga que lo expuesto está influido también por el deseo de que suceda tal como se pinta aquí el futuro reconozco que lleva razón. _______________José Sanromá Aldea 

José Sanromá Aldea formó parte del equipo de expertos designados por el PSOE para elaborarla propuesta de reforma de la Constitución.

Permítanme antes de contestar un preámbulo necesario.

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