Plaza Pública
Reprobaciones
Recuerdo la reprobación que hizo a toda la clase mi viejo profesor don Alberto Aguilar. Entonces yo estudiaba 6º de EGB en el colegio San José de Calasanz ,en Getafe. Tenía 8 años y acababa de llegar a vivir a esa ciudad y al nuevo colegio. Mi padre militar también estrenaba destino allí. Veníamos de Valencia y mi acento creo que sonaba antipático entre mis compañeros de clase. Bueno, a los pocos días también me dí cuenta que había más razones por la que no jugaban conmigo. Casi todos eran hijos de obreros y sus padres eran, en la mayoría, de izquierdas. De un partido que acababa de ser legalizado: el Partido Comunista de España.
Un día don Alberto me preguntó por qué estaba sola en el patio y por qué no jugaba como el resto de los niños.
– Creo que no les gusto...
– ¿Y eso? (Cuando don Alberto me miraba me asustaba un poco; era muy alto y de color amarillo. Con el tiempo supe que era por el tiempo que había pasado en la cárcel como preso político)
– No estoy muy segura, pero creo que no les gusta nada que mi padre sea militar.
Don Alberto se alejó. Cojeaba un poquito. Yo aún le puedo ver. Con su pelo despeinado y rizado... Negro y blanco... Blanco y negro...
– Curra sal a la pizarra.
– Por dentro pensaba: "Joder, joder...qué he hecho? Ay madre me la voy a ganar..."
– Y ahora me vais a escuchar todos... Porque todos, menos Curra, estáis reprobados.
– ¿Qué es eso de que no queréis jugar con ella? ¿Qué os ha hecho? ¿Os ha pegado? ¿Insultado? ¿No? ¿Entonces? Venga, quiero que me digáis por qué no es de vuestra pandilla...
La clase quedó en silencio. De color azul neón. Una gran mosca gritaba frente a la ventana que daba al patio de suelo de cemento sin columpios. Me encantaba aquella clase. Sus mesitas verdes y su tarima marrón. Olía a libro y a tiza y a veces al bocadillo de chorizo que llevaba Susana.
– ¿No me respondéis? Yo sé lo que os pasa; lo mismo que en muchas casas de España. Que no sabéis jugar. Chicos venga. Aquí empieza la democracia y vosotros no queréis jugar. Escuchadme bien. Si no arreglamos esto muchos de vosotros iréis a la cárcel sólo por lo que pensáis. Si jugáis, si dejáis que Curra participe en vuestro juego la democracia empezará a crecer. Su padre es militar ¿y qué? Vuestros padres obreros ¿y qué? ¿ No es genial jugar, jugar sin que pase nada? ¿Qué os diferencia en esta clase? ¡Nada, nada! Sois todos lo mismo: creciendo y aprendiendo para ocupar un lugar en el patio, en la calle, en vuestra familia o en vuestra ciudad.
Aún recuerdo el tímido abrazo de Pedro. Le llamábamos “el gitanito”. Lo era. Y luego recuerdo cuando Marta, la más guapa de la clase, me preguntó por qué hablaba tan raro...
Ha pasado mucho tiempo... aquella reprobación fue mágica... Cambió nuestra conducta. Cambió mi mundo.
¡Ay señor, qué cruz!
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Ha pasado mucho tiempo... y la palabra en mí sigue intacta. Pero me pregunto para que reprobación cambie otras conductas ¿qué hace falta? Y no tardo mucho en encontrar otra maravillosa palabra, coherencia...
Pero ese es otro microviaje. ___________
Curra Ripollés es periodista.