Plaza Pública
¿Trabajar todos menos y producir lo mismo?
En este diario he argumentado que, de seguir la tendencia de reducción de jornada registrada en España entre 1955 y 1985, este año en vez de las 36 horas semanales trabajadas por término medio tendríamos que estar trabajando 26 horas. Algo que sería singularmente positivo para las muchas mujeres que en determinados sectores (comercio y hostelería por ejemplo) trabajan más de 40 horas a la semana como también he razonado aquí.
Hoy la pregunta que propongo al lector es si podríamos permitirnos en España esta reducción de jornada a 26 horas semanales manteniendo el mismo nivel de riqueza nacional. Cierto que, aun así, no alcanzaríamos las 15 horas de las que Keynes habló en Madrid en el año 1935, pero nos acercaríamos mucho a un objetivo planteado para el Reino Unido ya en el año 2010 en un informe muy recomendable: 21 horas (New Economics Foundation, 2010).
Para resolver sobre esta posibilidad utilizaré los datos de lo que llevamos de siglo XXI (2000-2018) de nuestra Contabilidad Nacional Anual del Instituto Nacional de Estadística. Solo serán dos datos básicos.
Por un lado, el valor del Producto Interior Bruto (PIB, riqueza nacional) generado en unidades monetarias constantes (descontada la inflación) para evaluar el crecimiento efectivo de la riqueza generada. Y, por otro lado, el número de horas trabajadas por el conjunto de todos los ocupados del país. Ambos datos –el PIB y las horas necesarias– se transforman previamente en dos series que parten del valor 100 en el año 2000 para visualizar mejor su evolución relativa.
Para situarnos. Observemos la serie azul del PIB: crecimiento imparable hasta 2007, retroceso entre ese año y 2013, recuperación desde entonces. Algo semejante sucede con las horas necesarias de trabajo…, aunque se va abriendo una brecha entre ambas que es crucial para lo que aquí nos interesa analizar.
Esa brecha informa de que en 2018 se trabajaron las mismas horas que en 2004 (unos treinta y tres mil millones) pero vemos que la riqueza generada es un 20 % mayor que en aquél año. Lo que debiera ser una excelente noticia para el conjunto de nuestra sociedad.
Sin embargo la jornada laboral semanal media apenas se redujo un 3% y, lógicamente, mientras en 2004 teníamos dos millones doscientos mil parados, en 2018 teníamos tres millones trescientos mil. Misma jornada para los ocupados y más de un millón de parados a mayores.
Pero si redistribuimos las horas de trabajo realizadas en 2018 por los ocupados españoles entre toda la población entre 20 y 65 años (lo que supone incorporar a todos los parados y a buena parte de las mujeres entre esas edades, tal como simulan para Reino Unido en el informe citado más arriba), la jornada semanal media resultante sería de 23 horas.
Esta jornada semanal sería el resultado de la redistribución de las horas necesarias de trabajo en 2018, y así mantener la producción del PIB de dicho año. Conviene recordar que caminar progresivamente de 36 a 23 horas semanales con idéntico salario es una herramienta de la política de rentas con claro encaje en el acervo sindical (Recomendación ILO 1962 nº 116 punto 4) desde hace ya muchos años. Y así, de paso, no interrumpir la tendencia anotada entre los años 1955-1985.
Es esta una posibilidad que surge del hecho de que en la actualidad, siendo como somos un país mucho más rico que en el año 2000, no fuimos capaces de reducir la jornada laboral de los ocupados ni de incorporar a una población parada creciente. Más bien hemos ido escarbando en una recesión social en paralelo a la recuperación del PIB. Riqueza, jornada laboral y desempleo debieran conjugarse, y acabamos de comprobar que podrían conjugarse, de otras formas. ____________
Albino Prada es doctor en Economía, ensayista y miembro de ECOBAS