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La crisis que, sin tregua, atravesamos desde hace un año a causa del covid ha puesto nuestra vida patas arriba y ha provocado un profundo impacto emocional, que afecta especialmente a los jóvenes y adolescentes, como refleja el último barómetro del CIS. La pandemia no solo genera miedo y cansancio, irritabilidad y preocupación, sino que mete a muchas personas en el túnel de la tristeza, la ansiedad y la depresión. Hasta tal punto es así que Henri P. Kluge, director regional para Europa de la OMS, dice que el 60% de la población sufre fatiga pandémica. La incertidumbre nos condiciona de manera integral.
En el abordaje de los efectos de la pandemia se han multiplicado los esfuerzos del Gobierno de España, y de otras Administraciones locales y autonómicas, para aliviarlos mediante el uso de recursos económicos, sanitarios, sociales y culturales. Está claro que en esta lucha no se pueden dejar de lado los posibles efectos en la salud mental; se hace necesario identificar las dificultades para combatirlas con apoyo emocional.
El verdadero objetivo de la política, en su sentido más noble, es el de mejorar la vida de las personas. En este sentido, creo que es objetivamente destacable el valor del compromiso y de la empatía demostrados por el presidente español, Pedro Sánchez, reflejado en la sesión plenaria de preguntas al Gobierno del pasado 17 de marzo. En su respuesta a una pregunta del diputado Íñigo Errejón, para saber si el Gobierno tiene un plan de choque para abordar el problema de la salud mental, Sánchez dijo que “el Gobierno es consciente de que la crisis sanitaria, económica y social ha provocado un grave impacto en la salud mental de nuestros conciudadanos”. También destacó que “lógicamente la salud mental va a ser el próximo gran salto de nuestro Sistema Nacional de Salud y para ello vamos a actualizar la Estrategia Nacional de Salud Mental, para acercar y ampliar las líneas de acción y proporcionar atención rápida y universal a las personas que lo necesiten. En definitiva, la salud mental será sin duda un pilar integral de nuestro Sistema Nacional de Salud”.
Lo afirmado por el presidente Sánchez no es una mera declaración de intenciones, no son palabras vacías. La actualización de la Estrategia de Salud Mental será una realidad: en los Presupuestos Generales del Estado se contempla una partida dotada con 2,5 millones de euros. Se va a reforzar la promoción de la salud mental en la población y la prevención de los trastornos mentales. Las conductas suicidas se abordarán con atención, prevención y detección precoz. También con la atención e intervención específica en el ámbito familiar, con especial atención a las personas cuidadoras.
Igualmente, mejorará la coordinación institucional intersectorial y entre equipos dentro del Sistema Nacional de Salud mental y en las redes asociativas con el objetivo de dar coherencia en el cuidado y en la utilización de los recursos disponibles. Supondrá intervenir para mejorar la formación en salud mental en atención primaria y en otros colectivos sanitarios.
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El covid ha visibilizado un problema de salud que estaba debajo de la alfombra: la salud mental, que se vio agravada por nuestra preocupación por el presente y el futuro, tras un año de restricciones, de precariedad, de soledad, de no ver a nuestros seres queridos, de no poder abrazarnos ni apenas tocarnos. Con la actualización de la Estrategia Nacional de Salud Mental, anunciada por Pedro Sánchez, ayudaremos a que los españoles tengamos una vida un poco más feliz, una vida con esperanza pese a la pandemia.
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Ana Prieto es portavoz de Sanidad y diputada del PSOE por Lugo.
La crisis que, sin tregua, atravesamos desde hace un año a causa del covid ha puesto nuestra vida patas arriba y ha provocado un profundo impacto emocional, que afecta especialmente a los jóvenes y adolescentes, como refleja el último barómetro del CIS. La pandemia no solo genera miedo y cansancio, irritabilidad y preocupación, sino que mete a muchas personas en el túnel de la tristeza, la ansiedad y la depresión. Hasta tal punto es así que Henri P. Kluge, director regional para Europa de la OMS, dice que el 60% de la población sufre fatiga pandémica. La incertidumbre nos condiciona de manera integral.
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