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Reindustrializando España. Un ejemplo

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Álvaro Gaertner Aranda

Desde la reconversión industrial, que era una condición para la introducción de la economía española en la economía europea y que introdujo a nuestro país como un miembro de la periferia, todo buen programa de izquierdas que se precie incluía e incluye un llamamiento a reindustrializar nuestro país, y por varias razones. En primer lugar, la especialización de nuestro país en servicios de poco valor añadido como el turismo hace que, incluso en el caso de que tuviésemos una correlación de fuerzas en el mundo laboral que favoreciese a los trabajadores frente a los empresarios, los salarios  en esos sectores serán relativamente bajos, de tal manera que cambiar (o diversificar) nuestro ramo de especializaciones hacia sectores industriales de alto valor añadido podría permitir salarios y condiciones laborales mucho mejores.

En segundo lugar, la especialización de nuestro país en productos de alta tecnología y alto valor añadido permitiría a nuestro país salir de su situación como periferia de Europa. Por último, nuestro país dispone del capital humano necesario para especializarse en productos de alto valor añadido ya que tiene una gran cantidad de personal altamente cualificado, de tal manera que la situación periférica de España no se debe a la falta de los ingredientes necesarios para subir sino a la inadecuación de la economía a las posibilidades de desarrollo de nuestro país.

Aunque las razones para apostar por semejante estrategia de reindustrialización están claras para cualquier progresista y cualquier patriota, lo que no es tan evidente es cuáles serían el camino y los sectores en los que dicha reindustrialización tendría lugar. Actualmente, el sector industrial con más peso en las exportaciones españolas es el sector automovilístico, pero probablemente ese mismo político progresista que propone reindustrializar nuestro país no sea favorable a hacerlo expandiendo las exportaciones y la producción de este sector. En primer lugar, como ecologista consciente de los riesgos del cambio climático, creerá que el coche en propiedad es algo que en las nuevas ciudades va a dejar de tener sentido y que el escaso futuro de la industria automovilística debería pasar por pequeñas flotas de coches eléctricos para car sharing que nos servirán para tener acceso a coches las pocas veces que los necesitemos, y, en segundo lugar, como patriota creerá que no se puede poner el futuro económico de un país en multinacionales sin ningún apego al territorio que amenazan de manera casi continua con llevarse la producción a otro lado si no hay empeoramientos de las condiciones laborales o subvenciones de las autoridades. Por eso, una vez descartado el sector industrial exportador más importante de España, nuestro político se preguntará qué sector le permitirá llevar a cabo su idea de reindustrializar España.

Una posible respuesta a esta pregunta la podemos encontrar en Italia. Allí, una empresa ha desarrollado una tecnología para poder explotar los vientos de gran altura, mucho más fuertes y estables que los de superficie. Lo consiguen a través de unas cometas que utilizan el viento para subir en altura y desenrollar unos cables que hacen girar un generador-motor, que, una vez que las cometas han sido puestas en una posición en la que el empuje es mínimo, vuelve a enrollar el cable para poder volver a comenzar el ciclo. Esta tecnología tiene las siguientes ventajas con respecto a la eólica normal.

En primer lugar, tiene acceso a un viento mucho más fuerte y estable, lo cual permite producir más electricidad de manera más constante de la que se podría producir normalmente en ese mismo lugar con molinos de viento normales. En segundo lugar, es una tecnología mucho más ligera que la de los molinos de viento, ya que solo consta de una cometa, de un cable, de un generador y de una pequeña estructura, y este ahorro de materiales, combinado con su mayor potencial de generación hace que su Tasa de Retorno Energético (TRE, cuántas unidades de energía se obtienen por cada unidad de energía invertida para su obtención), sea de entre 355 y 562, según distintas estimaciones, pero en cualquier caso muy superior a la TRE de la eólica normal (aprox. 18), de la fotovoltaica (aprox. 12) o del petróleo (aprox. 20 para el convencional y 3 para el no convencional).  Además, su LCOE (levelizedcost of electricity, un concepto que toma en cuenta todos los costes de la inversión, el funcionamiento y el mantenimiento de una planta de generación de electricidad) sería de 0,02 €/kWh, muy por debajo del del resto de fuentes de energía, tal y como se puede ver en este gráfico.

 

LCOE para distintas fuentes de electricidad.

Esta tecnología renovable se encuentra ahora mismo en los primeros pasos hacia su producción en masa, por lo que se podría conseguir que su despliegue se realizase en España con una inversión relativamente pequeña. Ahora bien, hemos dicho que la empresa que ha desarrollado esta tecnología es una empresa italiana, así que eso nos plantea la pregunta de cómo conseguir que esta tecnología venga a España y empiece a producir aquí. La respuesta a esta pregunta la podemos encontrar en dos sitios.

En primer lugar, la estrategia que han seguido numerosos países en desarrollo para adquirir tecnología de las que no disponían, que ha consistido en obligar a los inversores internacionales que quisiesen invertir  en esos países a formar jointventuresjointventures (empresas divididas al 50%) con empresarios locales para así conseguir que el inversor internacional se vea obligado a compartir su tecnología con el país y no tenga la posibilidad de llevárselo cuando quiera. De esta forma, la manera de conseguir adquirir esta tecnología sería conseguir que esta empresa italiana quisiese formar una jointventure con una empresa española, pero al llegar a este punto surge la pregunta de por qué querría hacer eso la empresa italiana, lo que nos lleva a la segunda parte de nuestra respuesta.

Las Europas que podemos querer

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Nuestro político, que no olvidemos que es un defensor de los de abajo, considera que el sector eléctrico es un sector estratégico en el que el sector público debería tener una importante presencia, y por la tanto ve esta tecnología como una oportunidad para avanzar en la transición energética y para romper el oligopolio, y por ello creerá que invertir en la creación de una jointventure entre Kite Gen y una empresa pública en la que el sector público ponga una buena parte de la inversión es una cuestión de interés nacional, y creerá que una oferta de estas características será atractiva para Kite Gen. La creación e impulso de esta empresa pública permitiría a España adquirir el conocimiento  necesario para producir y gestionar las plantas de esta tecnología, dándonos ventaja para ser protagonistas de la expansión de esta tecnología a otros países y permitiéndonos recibir los beneficios que de ello se derivasen. Además, el despliegue de este sector conllevaría la creación de toda una industria auxiliar dedicada a sintetizar y producir los materiales necesarios para la producción de esta tecnología.

Por último, habría varias maneras en las que el Estado Español podría realizar esta operación. La primera opción sería que la Administración Central, una administración con déficit pero con margen para manejarlo, se decidiese a llevar a cabo esta operación, cosa poca probable mientras Rajoy y el PP sean quienes ocupen el gobierno. La segunda opción sería que un conjunto de ayuntamientos, decidiesen usar una parte de su superávit (si la Ley Montoro se lo permitiese o si se derogase la Ley) para financiar esta operación, con la ventaja de que el control de este sector tan estratégico para la economía pasase a estar descentralizado y en manos de las instituciones más cercanas a los ciudadanos. __________________________________

  Álvaro Gaertner Aranda es estudiante de Ingeniería Física en Oldenburgo, Alemania

Desde la reconversión industrial, que era una condición para la introducción de la economía española en la economía europea y que introdujo a nuestro país como un miembro de la periferia, todo buen programa de izquierdas que se precie incluía e incluye un llamamiento a reindustrializar nuestro país, y por varias razones. En primer lugar, la especialización de nuestro país en servicios de poco valor añadido como el turismo hace que, incluso en el caso de que tuviésemos una correlación de fuerzas en el mundo laboral que favoreciese a los trabajadores frente a los empresarios, los salarios  en esos sectores serán relativamente bajos, de tal manera que cambiar (o diversificar) nuestro ramo de especializaciones hacia sectores industriales de alto valor añadido podría permitir salarios y condiciones laborales mucho mejores.

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