la gestión de una catástrofe
12 minutos y 45 segundos: lo que Mazón dedicó a Pradas, directora de la emergencia, en lo peor de la dana

Durante su declaración ante la jueza de Catarroja que instruye la investigación sobre las 228 muertes de la dana, la exconsejera de Interior y Emergencias de la Generalitat Valenciana, Salomé Pradas, rompió a llorar y aseguró que carecía de la más mínima experiencia en la gestión de catástrofes. Pero Pradas, según la normativa que regula estas situaciones, era la máxima responsable del Plan de Emergencias sobre Inundaciones y tenía la última palabra en el Centro de Coordinación Operativa Integrado (Cecopi) que dirigía, así que, el 29-O era la persona que, sobre el papel, más información tenía sobre la evolución de la riada que afectó al oeste y al sur de Valencia. Sin embargo, su jefe directo, Carlos Mazón, solo tuvo para ella 12 minutos y 45 segundos de teléfono ese día. Es la duración exacta de las llamadas de ambos entre las 12.52 h, cuando Pradas intentó contactarlo sin éxito por primera vez, y las 20.28 h, cuando el jefe del Govern apareció en el centro de Emergencias de l'Eliana para asumir la dirección.
El acta notarial con las llamadas enviadas y recibidas desde su teléfono móvil que Pradas ha hecho llegar a la instructora rellena algunos huecos que, hasta ahora, el presidente de la Generalitat se ha negado a explicar sobre lo que hizo esa tarde. Mazón ha ido modificando su versión. En un primer momento explicó que, tras comer con la periodista, se desplazó al Palau de la Generalitat, donde estuvo a partir de las seis de la tarde hasta que, "pasadas las siete", decidió acudir al Cecopi.
Cuando la jueza de Catarroja centró su investigación en el mensaje Es Alert enviado a la población a las 20.11 h –hora a la que gran parte de las víctimas ya habían muerto– el presidente dijo que llegó al Cecopi a las 20.28 h, lo que aumentó en hora y media el período en el que se desconocía su paradero. Después optó por hacer públicas cinco de las siete conversaciones telefónicas que mantuvo con Pradas antes de su llegada al centro de coordinación de la emergencia, ocultando otras dos. Tampoco explicó que rechazó cuatro más a lo largo de todo el día, algo que podría ser perfectamente aclarado si el presidente del consell quisiera.
Una comida en El Ventorro de dos horas y 45 minutos
Los 12 minutos y 45 segundos que habló con Salomé Pradas el día de la peor catástrofe de los últimos años en la Comunitat contrastan con las dos horas y 45 minutos –entre las 15.00 h y las 17.45 h– que dedicó a comer en el restaurante El Ventorro con la periodista Maribel Vilaplana, a la que, según fuentes del entorno de esta última y de la Generalitat, ofreció la dirección de la televisión autonómica À Punt. A Vilaplana, Mazón le dedicó 13 veces más tiempo que a la directora de la emergencia el 28-O que él mismo había colocado en ese puesto. La redactora aseguró el pasado noviembre que, durante el encuentro, el presidente no transmitió ninguna sensación de urgencia ese día.
Dos horas y media antes de la prolongada comida, a las 12.20 h, se había decretado la alerta hidrológica en el río Magro y el Barranco del Poyo –el epicentro de la tragedia–, con la consiguiente obligación de la Generalitat de vigilar sus cauces. El president se fue a El Ventorro pese a que, escasos minutos antes, Pradas había aceptado el ofrecimiento de la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, de desplegar la UME en Utiel, tras rechazar una llamada de la consejera (a las 12.52 h), que sí consiguió hablar con su jefe de gabinete, aunque se desconoce el mensaje que transmitió. Mientras estuvo con Vilaplana rechazó otra comunicación con su subordinada (a las 16.29 h).
El registro de llamadas de Pradas explica también que Mazón estuvo desaparecido para la máxima responsable del plan de emergencia en lo peor de la catástrofe. Tras abandonar El Ventorro, Mazón mantiene otras dos conversaciones con la consellera –ella le llama a las 18.16 h y a las 18.25 h–. A las 18.30 h es el presidente el que llama a Pradas y charla con ella durante apenas 33 segundos. El paradero y lo que hizo el jefe del consell entre esa hora y las 19.43 h, cuando volvió a llamarla, es un misterio.
Pradas intentó contactar con él otras dos veces –a las 19.10 h y las 19.36 h–, pero Mazón no lo cogió. Sus colaboradores dicen que en ese lapso de tiempo estuvo haciendo otras llamadas relacionadas con la gestión de la emergencia. Hacia las 19.00 h, según declaró la delegada del Gobierno este lunes en el juzgado, la alcaldesa de Paiporta ya había avisado de que sus vecinos se estaban ahogando. Esa tarde, el 112 de la Comunitat Valenciana recibió 19.000 llamadas.
Conversaciones ocultas
La lista de las comunicaciones de la consellera también incluye otras conversaciones entre ambos que, sin embargo, Mazón decidió dejar ocultas cuando reveló cinco de ellas en un desayuno informativo celebrado en Madrid el pasado febrero. Como la que Pradas y él mantuvieron a las 20.10 h, un minuto antes de que se enviara el mensaje Es Alert; un sms que la instructora de la causa considera "tardío y errado" porque llegó cuando ya se habían producido gran parte de las muertes y no indicaba que se subiera a las partes altas de los edificios, sino solo evitar los desplazamientos, lo que según la jueza hizo que varias de las víctimas fallecieran en sus propios domicilios.
Esa llamada que Mazón no quiso desvelar, y que lo coloca en el mismo centro de la investigación judicial –el sms masivo–, duró un minuto, así que es posible que el mensaje llegara a los ciudadanos mientras ambos hablaban o inmediatamente después. También plantea la incógnita de si president y consellera estaban consensuando su contenido en ese preciso momento, aunque ambos aseguran que no. La otra llamada que Mazón no facilitó a los medios, y de la que todavía no ha dado explicaciones, fue la que mantuvieron a las 20.19 h. Esa última se produjo a escasos nueve minutos de que el presidente hiciera por fin aparición en el centro de Emergencias en l'Eliana a las 20.28 h. Casi nueve horas después de la primera llamada de Pradas, las comunicaciones entre la directora de la respuesta a la catástrofe y su jefe directo, Carlos Mazón, se convirtieron entonces en directas y personales.