En la izquierda a la izquierda del PSOE existe un deseo común: acudir en una coalición electoral a las próximas elecciones generales. Al menos, es lo que aseguran todas las partes. Yolanda Díaz quiere unir en un solo proyecto –no en un solo partido, pero sí en un solo bloque o movimiento, y llegado el caso detrás de una sola papeleta electoral– al grueso de las fuerzas políticas y sociales alternativas. Sin embargo, después de que la dirección de Podemos no asistiera al acto de presentación de su candidatura, la vicepresidenta segunda ha dejado claro que su proyecto, Sumar, "es imparable" y, por tanto, "en absoluto sería un fracaso" que los morados no estuvieran en su plataforma.
"Si Sumar va a las elecciones sin Podemos, será una tragedia electoral y política". La frase es del fundador y exdirigente de Podemos, Pablo Iglesias, pero refleja el sentir de toda la cúpula del partido. Iglesias ha apelado a la unidad de la izquierda como única vía para revalidar el Ejecutivo de coalición. "Si quieren ir solos, que es legítimo, porque creen que Podemos resta y no suma, que lo digan. Vemos que los partidos de Sumar se van posicionando en que es mejor ir sin Podemos y yo creo que eso es un error", ha señalado en declaraciones a Rac1.
El sistema electoral español, que se rige por la fórmula D'Hondt, penaliza la división de un mismo espacio electoral. Esto ocurre porque la elección se realiza por provincias y prima a aquellas menos pobladas en detrimento de las que más lo están. Por ese motivo el número de electores con los que se conforma un escaño es hasta cuatro veces menor en Teruel –cada uno de los tres que reparte es votado por 34.994 ciudadanos– que en Madrid, donde se elige un parlamentario por cada 129.117 electores.
Cuantos menos diputados se reparten en la circunscripción, más perjudica esa dispersión del voto. "No hay espacio en el sistema electoral español para que haya tres candidaturas en un bloque ideológico, lo vimos con Más País en el caso de la izquierda y con Ciudadanos en el caso de la derecha", resume el politólogo y analista Eduardo Bayón.
En este contexto, la lucha por la tercera plaza será tan importante como la del pódium, teniendo en cuenta que ni PSOE ni PP llegarán por sí solos a la mayoría absoluta, según lo que indican las encuestas. "En las próximas elecciones generales el resultado se decidirá en esas dos ligas", asegura Cristina Monge, politóloga y doctora por la Universidad de Zaragoza donde imparte clases de Sociología. Actualmente es Vox quien ostenta ese bronce, pero Sumar promete plantar cara. Un duelo en el que la falta de unidad de la izquierda podría ser letal.
De entre las 50 provincias españolas –sin tener en cuenta Ceuta y Melilla–, solo en siete se escogen diez o más escaños: Madrid (37), Barcelona (32), Valencia (15), Alicante (12), Sevilla (12), Málaga (11) y Murcia (10). Las otras 43 provincias se reparten entre las 24 que pueden considerarse medianas –entre las que se cuentan Cádiz (9), A Coruña (8), Granada (7), Badajoz (6) o Valladolid (5)–, que escogen entre cinco y nueve diputados, y las 19 provincias pequeñas, que eligen cuatro actas o menos. Entre estas últimas están lugares como Albacete (4) o Guadalajara (3). Según apunta José Pablo Ferrándiz, director de Opinión Pública y Estudios Políticos de Ipsos, hay 16 circunscripciones que reparten seis o menos escaños, que podrían decidir el futuro del país.
Las provincias que Díaz deberá dar la batalla a Abascal
Hay 33 circunscripciones que reparten 143 escaños, el 41% de los 350 diputados que conforman actualmente el Congreso. Ferrándiz se fija en 16 de ellas, en las que la extrema derecha obtuvo un escaño en las elecciones de noviembre de 2019 y Unidas Podemos no. "De media, la diferencia entre Vox y Podemos favorable a los primeros fue de algo más de 10 puntos", explica con los datos en la mano.
Esas provincias fueron Ávila, Guadalajara, Segovia, Zamora –reparten tres escaños–, Albacete, Cáceres, León, Salamanca –con cuatro escaños cada una–, Cantabria, Ciudad Real, Huelva, Jaén, Valladolid –cinco escaños–, Almería, Badajoz y Toledo –con seis escaños–. En Almería y en Toledo los ultras consiguieron dos escaños y en el resto obtuvieron un acta.
Ferrándiz vaticina que en las próximas generales la formación de Santiago Abascal sufrirá desgaste por "la capacidad del PP de arrastrar voto de su espacio político" y cree que esto provocaría que la distancia entre Vox y la la candidatura que surja desde la izquierda se redujera respecto a 2019.
Eso sí, el experto advierte de que para que Sumar supere a Vox en determinadas provincias se tienen que dar dos condiciones. Por un lado que la extrema derecha experimente esa caída y, por otro, que "no haya fragmentación partidista en ese espacio a la izquierda del PSOE": "Es decir, que la unidad sería hoy por hoy condición necesaria, pero no suficiente", asegura. Y lanza una advertencia: "Lo que sí parece claro es que la fragmentación garantiza el fracaso".
Los tres expertos consultados coinciden en que la unidad, por sí misma, no lo solucionará todo. Monge recuerda el caso de Andalucía, donde se llegó a un acuerdo in extremis que empañó toda la campaña: "La clave no es que seis partidos fueran en una misma papeleta, la clave es que esa alianza nunca fue creíble por cómo se fraguó. Si Podemos y Sumar hacen un pacto táctico pero siguen con reproches, no generará ilusión", resume. "Se tiene que hacer políticamente bien, no rápido, sin convicción, a regañadientes… En fin: las matemáticas son más fáciles que la política", opina el director de Opinión de Ipsos.
Objetivo: lograr el 15% de los votos
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Otra cuestión en la que se detienen los analistas es en el porcentaje total de voto. No existe una cifra mágica a partir de la cual los partidos puedan sortear los efectos del sistema electoral que les impiden obtener representación en las provincias pequeñas y se lo dificulta en las medianas, pero los expertos coinciden en cifrar en torno al 12-15% el porcentaje de voto que es necesario para entrar en el reparto de escaños en la mayor parte de las circunscripciones de menos de diez diputados. "Si el voto se divide en dos candidaturas y cada una de ellas tiene un 8% de los votos, esa representación se pierde", resume Bayón. El politólogo asegura que esa falta de unidad prácticamente haría imposible reeditar el actual Gobierno de coalición.
A juicio de Monge, habrá que esperar a los sondeos que se publiquen a partir del anuncio de Díaz para calibrar la fuerza de Sumar y Podemos. "No merece la pena hacer cuentas ahora, porque no sabemos a quién tiene en la cabeza un ciudadano cuando elige la opción de Unidas Podemos. ¿A Yolanda Díaz, a Ione Belarra o a Pablo Iglesias?", plantea la analista.
La politóloga también cree que la fotografía puede cambiar mucho después de las elecciones autonómicas y municipales. "Imagínate que no se llega a un acuerdo, ¿cuántos cargos actuales de Podemos se irán a Sumar y cuántos se quedarán? ¿Un votante muy fiel a Errejón podría votar una lista en la que fuera Irene Montero? ¿Y al revés?", prosigue. En ese sentido, Monge cree que Díaz deberá decidir si los "vetos cruzados" pesan más que las aspiraciones de unidad.
En la izquierda a la izquierda del PSOE existe un deseo común: acudir en una coalición electoral a las próximas elecciones generales. Al menos, es lo que aseguran todas las partes. Yolanda Díaz quiere unir en un solo proyecto –no en un solo partido, pero sí en un solo bloque o movimiento, y llegado el caso detrás de una sola papeleta electoral– al grueso de las fuerzas políticas y sociales alternativas. Sin embargo, después de que la dirección de Podemos no asistiera al acto de presentación de su candidatura, la vicepresidenta segunda ha dejado claro que su proyecto, Sumar, "es imparable" y, por tanto, "en absoluto sería un fracaso" que los morados no estuvieran en su plataforma.