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Acoso escolar

Más de 5.000 llamadas al año alertan del acoso escolar que todavía se cuela en las aulas

Imagen de archivo de un aula escolar.

Desde el 1 de noviembre de 2016 los menores que sufren acoso escolar y su entorno cuentan con un recurso al que pedir ayuda. El teléfono habilitado por el Ministerio de Educación –900 018 018– no pasa un solo día sin sonar. El último balance así lo constata: entre noviembre de 2017 y octubre de 2018 ha recibido 12.799 llamadas, de las que un total de 5.557 están identificadas con algún posible caso de acoso escolar, según informa el propio departamento.

La cifra publicada este martes supone un descenso respecto al mismo periodo del año anterior, cuando se atendieron 25.366 llamadas. Una bajada que es importante contextualizar: en ese intervalo de tiempo, diversas comunidades autónomas pusieron a disposición de los menores sus propios teléfonos contra el acoso.

De acuerdo al último balance del Ministerio de Educación, el 79% de los interlocutores son padres o madres de las víctimas y sólo en el 3,78% de los casos son los menores quienes marcan el número. El motivo tiene que ver con que la aplastante mayoría de las víctimas tarda "entre trece y quince meses" en alertar de su situación. En el 73% de los posibles casos estudiados, las víctimas llevaban meses o años sufriendo las situaciones de acoso hasta que se decidieron a contarlo, relata el informe.

Es éste el primer escollo que detectan las asociaciones de lucha contra el acoso. Diana Díaz, coordinadora del teléfono contra el acoso de la Fundación Anar –que desde octubre de 2018 también gestiona el recurso del ministerio–, explica en conversación con infoLibre que su experiencia previa revela el rechazo común de las víctimas a dar la voz de alerta. "No quieren preocupar a la familia, tratan de buscar solos la solución, sin saber que el acoso escolar es un problema que abordar en muchos niveles" y que, además, implica a diversos actores: víctimas, agresores, docentes y familiares.

De los posibles casos atendidos por el servicio de atención telefónica, la situación de acoso se había comunicado a padres y a profesores en el 25% y 22% de las llamadas, respectivamente.

Una aproximación al perfil de la víctima indica que el 46% de los casos de acoso sucede entre los diez y los trece años, mientras que el 49% de las víctimas son mujeres y el 48% varones. En cuanto al tipo de acoso, se repite entre los jóvenes el psicológico y el físico, este último denunciado en un 64% de los casos. Crece, paralelamente, el ciberacoso, que ya supone el 78% de los casos denunciados.

Quienes ejercen el acoso escolar son, un 30% de las veces, menores de entre once y trece años que forman parte de grupos amplios. Aunque esos grupos son, según el Ministerio de Educación, "mayoritariamente mixtos", lo cierto es que los niños suponen un 39% de los acosadores y las niñas un 25%.

Género y orientación sexual

Entre la tipología de acoso que detecta el Ministerio de Educación, existe uno específico que ataca directamente a las mujeres: el acoso sexual. En este sentido, un 50% de sus víctimas denuncia haber recibido insultos o comentarios obscenos, mientras que un 39% habla de acoso o intimidación de carácter sexual y un 11% de abuso.

También por sus especificidades cobra especial relevancia el ataque que soporta el colectivo LGTBI. Según la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (Felgtb), el riesgo de suicidio entre adolescentes LGTBI multiplica por tres al del resto del alumnado. Y esto ocurre, consideran, porque estos jóvenes sufren más acoso escolar. Según la guía sobre diversidad afectivo-sexual para adolescentes que elaboró esta organización junto a la Federación de Enseñanza de CCOO, el 43% del alumnado LGTB ha sufrido bullying en su paso por el colegio o el institutobullying. Sólo en Madrid, el 60% de los alumnos y alumnas pertenecientes al colectivo ha sufrido violencia por parte de sus compañeros y compañeras.

A partir de esa guía, ambas entidades han confeccionado, junto a Pantallas Amigas, un vídeo educativo para trabajar la diversidad sexual e identidad de género en las aulas. Lo lanzarán el jueves 2 de mayo, Día Mundial contra el Acoso Escolar. "El acoso por LGTBIfobia es de los más numerosos y tiene unas características peculiares que lo diferencia del resto". Habla Paula Iglesias, responsable de Política Estratégica de la Felgtb. En ese sentido, Iglesias recuerda que gran parte del alumnado que lo padece "no puede acudir a casa" porque esa decisión supone habitualmente "salir del armario en un entorno no siempre amable".

Otra peculiaridad, sostiene, tiene que ver con el "miedo al contagio del estigma", un fenómeno por el que el estudiantado no siempre se posiciona a favor de la víctima "por miedo a ser señalado como persona LGTBI".

El contexto y la prevención

Díaz insiste en la importancia del contexto. "Detectamos muchas situaciones ligadas al acoso escolar", explica, que generan nuevos problemas para los jóvenes. De hecho, muchas de las víctimas terminan por desarrollar trastornos psicológicos como ansiedad (40%), tristeza (36%) o algunas consecuencias físicas como problemas digestivos (30%) o alteraciones en el ciclo del sueño (26%). También son habituales las dificultades con las relaciones sociales: el 52% de los menores no quiere ir al colegio y en el 24% disminuye su rendimiento escolar. "La mayoría de los chicos sufre graves consecuencias, síntomas depresivos, miedo o ansiedad", comenta Díaz.

Pero el contexto importa no sólo en el caso de la víctima. "Es importante saber por qué" los acosadores "perpetúan los hechos violentos", razona la experta. En ocasiones, los agresores están "inmersos ellos mismos en situaciones de violencia o las viven en el entorno familiar", de manera que el apoyo psicológico resulta fundamental. Aunque es importante "estigmatizar la violencia", también lo es "trabajar con el acosador". Y la prevención es la base de todo trabajo. "Detectar a tiempo el problema, actuar en prevención y que todas las personas tengan una formación adecuada es sumamente importante", porque de lo contrario será "difícil encontrar una solución".

Enrique Pérez, presidente de la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (Aepae), recuerda que el "acoso escolar mata". Se muestra muy crítico con las herramientas oficiales desarrolladas por las instituciones, por lo que su organización lleva adelante un Plan Nacional contra el Acoso Escolar, que trabaja de forma integral sobre la prevención y la intervención al mismo tiempo.

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A juicio de Pérez, "queda mucho por hacer" y la dimensión del problema es difícilmente cuantificable. Por ese motivo, estima urgente insistir en protocolos de obligado cumplimiento para los centros, de manera que no se deje al libre albedrío de los responsables el futuro de los niños.

También Iglesias cree importante poner en marcha "recursos para trabajar en las aulas", como la formación específica de los docentes o el impulso de referentes visibles. El balance de los últimos años revela que, si bien la situación es "mejor en muchos aspectos", los avances tienen siempre que ver con "los protocolos y las medidas preventivas". La Federación defiende, por ello, una ley estatal LGTB que apruebe medidas educativas en ese sentido para que la prevención "deje de ser una cuestión de voluntad del propio profesorado" y pase a quedar integrada de forma transversal en las aulas.

Díaz entiende, igualmente, que todas las comunidades autónomas "deben seguir un protocolo unificado que sea siempre el mismo", con el objetivo de evitar que "cada centro actúe según convenga". En todo caso, sostiene la responsable de la Fundación Anar, hoy día existe una mayor contundencia en la respuesta: "Ya no se considera un juego de niños, sino una situación de gravedad".

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