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El 96% de los líderes políticos han sido hombres: un estudio detalla 40 años de exclusión de las mujeres de la cúspide de los partidos

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La cúspide de los partidos es terreno hostil para las mujeres. No es una impresión general, son los hechos.

Así lo ha acreditado Ramón Villaplana, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Murcia, en su tesis doctoral Los procesos de selección de líder en los partidos del sistema político español: evolución, democratización y primarias (1974-2018), un trabajo de 332 páginas que cubre los primeros 40 años de la democracia y demuestra que, aunque los tenemos siempre delante, es mucho lo que no conocemos –o se nos ha olvidado– de los partidos políticos y su funcionamiento. Mirados al mismo tiempo con cierta distancia y con todo detalle, como hace Villaplana en una investigación ya concluida pero pendiente de publicación, queda acreditado el elevado peaje de entrada para las mujeres al liderazgo de los partidos.

De los 27 líderes de los nueve partidos más votados en generales hasta 2018, llegados al poder en 84 procesos, sólo una, Rosa Díez, es una mujer, y de un partido minoritario, UPyD. Ello supone un porcentaje del 3,7% de los líderes, si bien la estadística quedaría matizada incorporando a Inés Arrimadas en 2020. Únicamente ha habido competidora femenina en 8 de los 84 procesos de elección de líderes estudiados, un 9,5%. El primer intento no llegó hasta 2000. Las ocho mujeres son: Matilde Fernández, Carme Chacón y Susana Díaz (PSOE); Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal (PP); Ángeles Maestro (IU); Irene Lozano (UPyD); Rosa Díez (PSOE y UPyD). Su porcentaje de éxito en procesos con competición es de un 11,1%. Una de las más contundentes piedras en el camino son los dedazos, que siempre favorecen a hombres. La introducción de las primarias no ha ayudado a "romper las barreras impuestas a los liderazgos femeninos".

Un "efectivo veto no escrito"

Existe un "veto no escrito" que ha funcionado "de manera efectiva" para "propiciar exclusión de las mujeres del principal puesto de poder en los partidos, el de líder", escribe Villaplana. Su tesis se detiene en el nombre de 27 líderes de los nueve partidos políticos más votados en el Congreso hasta 2018. De ellos, sólo una ha sido mujer, Rosa Díez, líder de UPyD, con representación de 2008 a 2015. La regla se cumple también en partidos fuera del estudio, como PNV, ERC o Coalición Canaria, aunque no en Geroa Bai, liderado por Uxue Barkos desde 2011, explica Villaplana.

Ese 1/27 supone un 3,7%. Más del 96% han sido hombres. Lejísimos de la paridad. Mención aparte merece Arrimadas, líder de Cs por primarias a raíz del descalabro en noviembre de 2019. "Su caso viene a confirmar la hipótesis: sólo se produce el acceso de mujeres cuando el partido es minoritario o está en declive", señala Villaplana a infoLibre.

Los 27 líderes estudiados por Ramón Villaplana en su investigación doctoral. Adolfo Suárez aparece dos veces, como líder de UCD y de CDS. 

Hasta 2000 no hubo candidatas al liderazgo de los partidos de la muestra explorada, que incluye a PCE-IU, PSOE, CDE-PDeCAT, AP, UCD-CDS, AP-PP, Ciudadanos, UPyD y Podemos. Las pioneras fueron Matilde Fernández y Rosa Díez en el PSOE y Ángeles Maestro en Izquierda Unida. Las tres fueron derrotadas, ocupando los últimos puestos. Al margen de UPyD –Irene Lozano rozó la victoria en las primarias de 2015 para suceder a Rosa Díez–, hubo que esperar hasta 2012 para que otra mujer optase al liderazgo de uno de los principales partidos: Carme Chacón en el PSOE. Perdió ante Alfredo Pérez Rubalcaba. La siguió Susana Díaz en 2017. Perdió ante Pedro Sánchez. María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría salieron derrotadas en el PP en 2018, en su caso por Pablo Casado.

En total, sólo ocho mujeres han dado el paso. Únicamente ha participado una mujer en ocho del total de 84 procesos estudiados (9,5%). Díez está en tres de ellos, dos en UPyD (2009 y 2013) y uno anterior en el PSOE (2000). Hay que tener en cuenta que Díez y Fernández (PSOE en 2000) y Cospedal y Sáenz de Santamaría (PP en 2018) compartieron intento. Villaplana: "Esta representación mínima de las mujeres en las competiciones, y entre los casos de éxito, sería una de las principales características de la selección de líderes de los partidos españoles".

Histórico de mujeres que han optado al liderazgo de los principales partidos de ámbito estata hasta 2018.

El triunfo sólo ha llegado una vez: Díez en UPyD. La tasa de éxito de las candidaturas femeninas con competición se queda en el 11,1%. Ni en UCD, ni en CDS, ni en CDC-PDeCAT, ni en Cs había optado una mujer al liderazgo en el periodo 1974-2018, situación rota por Arrimadas en 2020. En el PP, ese momento no llegó hasta 2018. Si los pronósticos se cumplen, Podemos se encamina ahora a un liderazgo femenino, en la figura de Ione Belarra. De nuevo, con un partido lejos de su mejor momento.

El trabajo de Villaplana muesta que, si bien existen "niveles aceptables de paridad" en la representación política, esta no extiende a la cúspide de los partidos, algo que pone en relación con varios factores, entre ellos estos dos: las "mayores renuncias de carácter personal" a las que están obligadas ellas y "falta de respaldo" de los aparatos para que se vean con posibilidades suficientes de derrotar a sus rivales varones. La tesis permite observar "mayores resistencias" en los partidos liberales y conservadores. "Si una mujer no controla completamente la organización del partido, será más difícil para ella que consiga hacerse con el liderazgo que para cualquier hombre", escribe Villaplana.

Dedazos de hombre a hombreDedazos

Ha habido una importante piedra en el camino: los dedazos. Las "transiciones controladas" han sido siempre por parte de un hombre en beneficio de otro hombre, como recoge el trabajo de Villaplana.

Transiciones controladas en los partidos españoles entre 1974 y 2018. H-H es de hombre a hombre.

A lo recogido en la tabla cabría añadir que, sin ser una designación directa, Julio Anguita se inclinó por Gaspar Llamazares en detrimento de Francisco Frutos y Ángeles Maestro, y José Luis Rodríguez Zapatero traspasó de facto el liderazgo del partido a Alfredo Pérez Rubalcaba antes del congreso en el que derrotó a Chacón, como recuerda Villaplana. En conversación con este periódico, el politólogo añade: "Se mezclan factores culturales, de hábitos, de presión, ambientales, que entre todos acaban menoscabando el liderazgo femenino, en ocasiones de forma inconsciente y otras con prácticas muy concretas". Incluso en el caso de la única líder saliente, Rosa Díez se inclinó por un hombre, Andrés Herzog, frente a Irene Lozano, recalca el investigador. "La práctica de los relevos directos ha demostrado tener consecuencias muy perversas sobre las oportunidades de acceso de las mujeres al liderazgo de los partidos", señala. No ocurre así con la salida de Iglesias, donde no habrá relevo directo, pero el propio secretario general saliente apostó por una sucesora.

Tres de cada cuatro veces, un único candidato

Este "veto no escrito" hay que inscribirlo en lógicas más amplias del funcionamiento de los partidos, donde predomina un modelo presidencialista. No hay que olvidar que el primer partido de éxito de la presente democracia, UCD, se conforma para respaldar a un presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, elegido ya por el rey, como recuerda Villaplana en su tesis.

Modelos de partido según la figura que ostenta el liderazgo.

Sobre el total de los 84 procesos estudiados, el 64,3% han sido selecciones mediante congreso de delegados, mientras que el segundo nivel de selección más usual es la élite del partido (25%), seguido de las primarias cerradas (8,3%) y, finalmente, las primarias semiabiertas (2,4%).

En el 75% de los casos, tres de cada cuatro, el líder ha sido elegido o reelegido sin oposición. "En algunas sucesiones se ha desincentivado, o directamente no se ha permitido, la competición entre candidatos", anota Villaplana.

Número de candidatos implicados en los procesos de selección.

El porcentaje de procesos con más de un candidato oscilan entre el 0% del CDS, que no llegó a celebrarlos, y el 100% de Podemos y Cs, que nacieron con primarias incorporadas.

Procesos con más de un candidato celebrados por los principales partidos entre 1974 y 2018. La última columna indica el porcentaje de procesos de este tipo en cada partido.

El PCE-IU, UPyD y PSOE son las formaciones con mayor competitividad, es decir, con procesos más abiertos y menos diferencia entre el ganador y el segundo cuando ha habido más de un candidato. Es paradójico el caso de Podemos: es el partido con procesos con mayor competencia, con múltiples candidatos, pero ninguno ha hecho sombra a Iglesias, por lo que la competitividad ha sido escasa, escribe Villaplana.

Sin haber resuelto la ecuación entre democratización de la elección y deliberación, Podemos ya está donde otros tardaron mucho en llegar. El PSOE no experimentó un proceso de selección de líder competitivo hasta 26 años después de la elección de Felipe González en Suresnes, mientras que, desde el año 2000 ha tenido cuatro procesos altamente competitivos y dos sin competencia. En cuanto al PP, tuvo un único proceso con escasa competitividad en 1987 –Hernández Mancha derrotó a Herrero de Miñón– y una competitividad elevada en 2018. CDC no conoció un proceso competitivo hasta cuatro décadas después de su congreso fundacional, ya refundado como PDeCAT, sin que ni Jordi Pujol ni Artur Mas hubiesen visto disputado nunca el liderazgo de la que fue principal fuerza nacionalista catalana.

Hombres cuarentones 

A los líderes, una vez que llegan, no se los aparta fácilmente. La edad media de permanencia en el cargo es de casi diez años –115 meses–, más de dos legislaturas completas. El que más ha durado ha sido Puyol, con 36 años, que se retiró con 81. Caso aparte es Santiago Carrillo, líder del PCE en la clandestinidad desde 1959, que en sus casi 22 años de liderazgo tan solo afrontó tres reelecciones, todas ellas realizadas por el Comité Central del partido.

¿Y las edades? La media de edad de los líderes elegidos durante la Transición y los años 80 del siglo XX era de 44,9 años, mientras que la de los elegidos durante los 90 y los 2.000 fue de 44,1. Desde 2010 la media baja a 42,5. Si sólo tenemos en cuenta las primarias, la edad media es de 41,8 años. El más joven es Albert Rivera, elegido 26 años. El mayor, Rubalcaba, con 61.

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Ningún líder ha sido revocado, contra su voluntad, mediante procesos ordinarios o extraordinarios de destitución del partido. Ninguno ha sido tampoco derrotado en un proceso interno, según el trabajo de Villaplana. Los líderes salen con renuncias, bajo mayor o menor presión. Tres históricos, Felipe González, Manuel Fraga y Julio Anguita, han renunciado dos veces, la primera bajo presión y con crisis internas y la segunda voluntariamente, siempre según el análisis realizado por el investigador. Los tres superaron un breve periodo de falta de liderazgo tras el cual pudieron gobernar sus partidos hasta dejarlo. Una estrategia similar, en este caso el amago de dimisión, fue usada por Iglesias tras la polémica por su chalet, si bien el caso fue dirimido con una consulta a las bases ganada por Iglesias e Irene Montero.

"El liderazgo en los partidos en España no se suele cuestionar. Hay cierta imposición de la autoridad, que puede reflejar miedo a la disidencia, por la posición de aislamiento en que puede quedar el disidente", explica Villaplana a infoLibre. A su juicio, "aún no está naturalizada la competencia libre por el liderazgo", y se ve el presentarse como una decisión con costes potenciales muy altos. Las mujeres salen perjudicadas, analiza. La fotografía del sistema de elección de líderes está destinada a experimentar cambios profundos por la irrupción del sistema de primarias, al que Villaplana dedica un exhaustivo capítulo. "La introducción de las primarias no ha demostrado producir, per se, mayores niveles de deliberación en las estructuras partidistas, así como tampoco han ayudado a romper las barreras impuestas a los liderazgos femeninos", expone.

La tesis se incorpora a un debate ya abierto. Esta semana Susana Díaz se preguntaba si el empeño de sectores de su partido por que se apartase como secretaria general del PSOE andaluz se debe a que es una mujer. A la luz de la investigación, Díaz apunta a un marco de interés: hay mayores dificultades para el liderazgo femenino en los partidos, al menos en el acceso. No obstante, ella sí logró acceder al liderazgo del PSOE andaluz, además sin rival que consiguiera los avales para oponérsele, y luego renovó su liderazgo de la misma manera. No hay forma de saber si, una vez llegadas a la cúspide, hay más obstáculos para la permanencia de las líderes que de los líderes, porque no hay muestra suficiente. Lo seguro es que todos los líderes del periodo estudiado en los principales partidos según representación en el Congreso, los 27, han renunciado bajo mayor o menor presión sin que se los tuviera que echar mediante procesos internos, como acredita el trabajo de Villaplana. Ella, a pesar de las presiones tras la pérdida de la Junta en 2018, ha seguido.

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