La situación en el PP
Aguirre se queda (casi) sola
"Esperanza Aguirre es un activo muy importante de nuestro partido y, si usted me hace hoy esa pregunta, cuenta con mi apoyo".si usted me hace hoy esa pregunta, cuenta con mi apoyo" El autor de esta frase es Mariano Rajoy. La pronunció el 30 de octubre en una rueda de prensa en el palacio de la Moncloa días después de que estallara la Operación Púnica y se llevara por delante al ex secretario general del PP madrileño, Francisco Granados, y a cuatro de sus alcaldes.
Las palabras del presidente del Gobierno, pese a el matiz temporal del "hoy", venían a servir de bálsamo a una dirigente del PP que lleva varios meses sin levantar cabeza. Primero fue el incidente de tráfico que protagonizó al huir de un par de agentes de movilidad mientras le comunicaban una sanción por invadir el carril bus en pleno centro de Madrid. Después vino el escándalo de las tarjetas B de Caja Madrid tarjetas B y, casi de forma paralela, la ya citada Operación Púnica. Nadie en el PP interpretó la respuesta de Rajoy como un respaldo a una hipotética candidatura de Aguirre al Ayuntamiento de Madrid, sino como un intento frenar un conato de guerra interna después de que la expresidenta de la Comunidad de Madrid deslizara en una entrevista radiofónica sus dudas sobre la candidatura de Rajoy a las generales de 2015. "Rajoy tenía dos opciones: o la respaldaba o la desautorizaba y la cosa no está ahora para revolucionar aún más al PP de Madrid a pocos meses de las elecciones. Y menos, desde la sede de la Presidencia del Gobierno", declaraba por entonces un dirigente conservador a infoLibre.
Este pronunciamiento vino a ser una excepción. Si en la etapa previa al XVI Congreso Nacional del PP la presidenta gozaba de un amplio respaldo entre sus compañeros de Madrid, cada vez son menos los dirigentes que salen en su defensa. Ya no tiene a Granados, ahora en la cárcel, ni a González para que hagan de altavoz de sus enfrentamientos con la dirección nacional del PP. Es más, su delfín, Ignacio González, que se juega el puesto de cabeza de lista a la Comunidad de Madrid, ha optado por un perfil más bajo que incomode menos a Génova. Muestra de ello es el enfrentamiento que mantuvo con su jefa hace una semana en una reunión interna de partido en la que mostró su oposición a los exámenes ideados por Aguirre para evaluar la idoneidad de los sustitutos de los alcaldes madrileños de Torrejón de Velasco, Casarrubuelos, Valdemoro y Collado Villalba, imputados en el marco de la Púnica.Miedo a estar del lado del perdedor
Y también muestra de ello es que en esa misma reunión, y en presencia de la propia Aguirre, dos voces relevantes en el partido se atreviesen a ponerse del lado de González en lo relativo a los exámenes a candidatos. Fue el caso de la alcaldesa de Pozuelo, Paloma Adrados, y de Borja Sarasola, responsable de Territorial del PP de Madrid. Para los presentes fue muy significativo el silencio de David Pérez, alcalde de Alcorcón y uno de los dirigentes más próximos a Aguirre. "El aguirrismo vive sus horas más bajas", analiza un diputado regional, que completa: "Estamos en un periodo de transición en el que nada se mueve y nada se moverá hasta que Rajoy designe a los candidatos. Pero hay mucho miedo a la hora de posicionarse por si uno se pone del lado del bando del perdedor". "Hasta ahora González representaba al aguirrismo, pero ahora éste intenta buscar una seña de identidad propia para no ligar su futuro político a la expresidenta", valora un cargo de partido desde fuera de Madrid.
Paralelo a este proceso, destacados dirigentes del PP llevan meses animando a Rajoy a que aproveche la proximidad de las elecciones para tomar el control del partido en Madrid poniendo fin al aguirrismo. Sólo así se entendería el desmarque de González de la mujer que le aupó a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Y el silencio de todos los que en su día servían de altavoz de los postulados de Aguirre.
"Se la criticará, pero no por su inmovilismo"
En el entorno de Aguirre rechazan que esté sola. Aunque no niegan que los últimos meses no han sido nada buenos para su futuro político. "Se la criticará, pero nunca por su inmovilismo o por no ir de frente", añade uno de sus defensores, que señala que la opinión que la sensación de soledad que trasladan desde sectores del PP puede llegar a ser "ficticia". En ese sentido, considera que "ni a Rajoy ni a nadie se le puede olvidar que electoralmente es la más fuerte". En resumen, que pueder haber perdido puntos entre los cuadros del partido, pero que los madrileños la siguen prefiriendo a ellos.
Hace unos meses, circuló por el PP de Madrid una encuesta según la que Aguirre era la preferida por el 60% de los madrileños para ocupar el número uno de la lista al Ayuntamiento. La duda está ahora en conocer si este dato del que hablan algunos cargos del partido se mantiene después de la Púnica y de que la cadena Ser informase que había recontratado a su gerente, Beltrán Gutiérrez, después de que este pusiese su cargo a disposición del partido tras revelarse que se había gastado 58.000 euros con su tarjeta B de Caja Madrid.
En el entorno de la presidenta sostienen que la situación que atraviesa ahora Aguirre se debe en parte al silencio de Rajoy sobre las candidaturas. "El silencio de Rajoy lo complica todo porque la gente no quiere significarse. En el PP, la gente primero es de sí misma y, luego, de su jefe. Si el jefe no está claro, nadie se mueve por si en el futuro eso implica que no salga en la foto", mantiene un miembro de cúpula del partido en Madrid.
Pendientes de un gesto de Rajoy
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Mientras, en Génova, al igual que en el PP de Madrid, están pendientes de un gesto de Mariano Rajoy. La opinión mayoritaria es que Aguirre está lo suficiemente quemada como para pensarse dos veces no incluirla en las listas, pero eso lo tiene que decidir Rajoy. Lo que sí se van viendo son gestos de distanciamiento, como el de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, que está misma semana instó a que Aguirre diese explicaciones por mantener a Gutiérrez como trabajador del partido después de que la dirección nacional forzase su dimisión.
Tampoco sentó nada bien en la cúpula del partido que la jefa de los conservadores madrileños saliese a enmendar a Cospedal un día después de que esta dijese que el PP había hecho todo lo que estaba en su mano contra la corrupción. Cuando se conoció esta reacción, el eco llegó a los pasillos del Congreso de los Diputados. Algunos de los parlamentarios conservadores aseguraban que la única solución posible a los "permanentes retos" de la presidenta a la dirección nacional era montar una gestora en el PP de Madrid.
Para cerrar el círculo, este mismo viernes, el PP de Aguirre celebró el cuarto de los exámenes a alcaldes suplentes a cuenta de la Púnica. Fue en Casarrubuelos. Segun fuentes del partido en esta ocasión el interés ciudadano superó al mediático. Este casting se producía una semana después de que González trasladase a la presidenta su disconformidad con este tipo de procesos en un momento en el que a la dirección nacional del PP ya habían llegado quejas de los alcaldes avisando de que ellos no estaban dispuestos a pasar por ese trámite. "No porque González lo critique se iba a echar por tierra la iniciativa. La presidenta del partido sigue siendo ella", defiende una dirigentes próxima a la expresidenta de la Comunidad. Una vez más, Aguirre volvía a decir la última palabra.