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Ana Bernal-Triviño: "Se ha legitimado políticamente el discurso machista"

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Ana Bernal-Triviño lo expresa en forma de exhortación, pero lo argumenta haciendo uso de información disponible para aquel que quiera ver. El mandato dice No manipuléis el feminismo (Espasa, 2019) y es el título del libro que acaba de ver la luz. Los datos, la información, tratan de desmontar algunas de las falacias que se reproducen en forma de "reacción patriarcal" en "detrimento de los derechos humanos de las mujeres".

La autora niega que el libro esté dirigido en exclusiva a las formaciones de ultraderecha que se han hecho fuertes en los últimos años –no ha reservado ningún ejemplar, reconoce, para Santiago Abascal, Javier Ortega-Smith o Francisco Serrano–, pero lo cierto es que su estela parece sobrevolar las páginas del texto. No sería descabellado pensar en la obra como respuesta a las afirmaciones que últimamente colman los discursos políticos, más bien al contrario: es lo mismo que ha hecho el movimiento feminista en las calles, contraatacar ante el ascenso de la ultraderecha.

Bernal-Triviño habla de denuncias falsas –que constituyen apenas un 0,01%–, de síndrome de alienación parental –ese síndrome que rechaza la comunidad científica–, de aborto y de prostitución. Pero sobre todo habla de poder, ese elemento irrenunciable que amurallan quienes buscan debilitar al feminismo. "El feminismo avanza y el machismo solo quiere callarlo", sentencia. Pero sus argumentos son frágiles.

Sobre el feminismo liberal

Una de las premisas sobre las que Bernal-Triviño asienta su obra tiene que ver con no perder de vista –ni falsear– la historia. "El patrimonio más maravilloso que se ha conseguido, a costa de mucho sufrimiento, es la conquista de los derechos humanos", comenta la autora. Y en especial, "muy al margen y muy invisibilizadas", la lucha que "durante siglos han hecho las mujeres". Por eso la escritora se detiene en "la obligación de conocer de dónde venimos para saber a dónde vamos" y en esa tarea "la información es poder".

Durante las elecciones generales de abril, Ciudadanos se sumó, o trató de hacerlo, al movimiento feminista a través de lo que presentó como una novedosa propuesta: feminismo liberal. Los de Albert Rivera utilizaron la figura de Clara Campoamor y "convirtieron su frase ‘soy liberal’ en un reclamo para el partido". La periodista recuerda que aunque la segunda ola de feminismo fue la definida como liberal, aquello guarda escasa relación con los valores que reivindica ahora la formación naranja. "Lo que ahora se defiende bajo este concepto no tiene que ver con lo que en aquella etapa se produjo", esencialmente porque "las condiciones materiales son muy diferentes y se ha producido una evolución".

En esa transformación, afirma la autora, el feminismo liberal se ha ido introduciendo en un modelo neoliberal precisamente abanderado por formaciones como Ciudadanos. Pero "el feminismo neoliberal es un oxímoron", dice Bernal-Triviño. "El feminismo, la lucha por la igualdad, no puede apoyar políticas económicas que fomentan la desigualdad, porque las más perjudicadas son las mujeres", razona. Cuando se habla de feminismo liberal y otros apellidos "que anulan el concepto de clase, lo que se hace es replicar un mensaje patriarcal en el fondo", utilizando un "envoltorio de márquetin, solo que con más beneficio de mercado a nuestra costa".

Precisamente para el mercado hay también lugar en las páginas del libro. Especialmente para los sectores que buscan hacer negocio con el feminismo. Lo advirtió el movimiento LGTBI al catalogar el término pinkwashing y el feminismo "ha caído en la trampa", sentencia la autora. "El feminismo siempre ha sido ridiculizado, ha tenido muy mala prensa, porque rompe los estereotipos, los mandatos de género y lleva hacia un tipo de mujer que se sale de la norma", pero "ahora que el feminismo está resurgiendo con fuerza, el mensaje es incómodo pero genera aceptación, y esa aceptación crea un mercado. El capitalismo es muy inteligente dentro de su propia estrategia, las empresas saben dónde tienen que dirigir su foco", subraya la periodista.

La realidad de las víctimas

Frente a las demandas feministas en cuanto a la protección de las víctimas de violencia de género, una crítica feroz saca músculo. Es aquella que habla de denuncias falsas, que señala una supuesta asimetría penal entre hombres y mujeres y la que apunta a los asesinatos cometidos por mujeres.

Las denuncias falsas constituyen, desde el año 2009 y hasta el 2017, un 0,01% del total, incluyendo condenas y causas en tramitación. Es decir, 131 de las 1.222.172 denuncias registradas. Son datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Pero además, la autora responde al discurso de Vox señalando que ni los archivos, ni los sobreseimientos ni las absoluciones son denuncias falsas. Cuando esto se produce, dice, ocurre porque "no hay pruebas suficientes que demuestren el hecho que se denuncia". Algo "habitual en los casos de violencia psicológica", precisamente porque este tipo de violencia echa raíces en las esferas más privadas de la vida "y por eso son difíciles de demostrar".

Sobre los asesinatos cometidos por mujeres, el CGPJ permite hacer balance: en 2015 un total de 60 mujeres fueron asesinadas a manos de sus parejas o exparejas hombres, mientras que un total de diez hombres perdieron la vida por la violencia que una mujer ejerció sobre ellos.

Otra de la frases más repetidas tiene que ver con una supuesta asimetría penal en función del género. Tras la entrada en vigor de la Ley contra la Violencia de Género de 2004, recuerda la autora, varios jueces interpusieron una demanda al Tribunal Constitucional por considerar que el artículo 153.1 del Código Penal vulneraba el principio de igualdad. Los magistrados del TC determinaron que "la diferenciación por género es razonable y proporcionada" precisamente porque "persigue incrementar la protección de la integridad física, psíquica y moral de las mujeres en un ámbito, el de la pareja, en el que están insuficientemente protegidas".

Sobre el miedo de los hombres a las supuestamente altísima tasa de denuncias de las mujeres, Bernal-Triviño recuerda que el 70,2% de las mujeres asesinadas en 2018 no denunció. Y cuando lo hacen, no siempre están protegidas. Ni ellas ni sus hijos. Es lo que se llama violencia vicaria: el perjuicio a los niños para dañar a las madres. En esta cuestión entra en juego el denominado síndrome de alienación parental, según el cual un progenitor –la madre, generalmente– manipula a los pequeños para infundir en ellos un rechazo hacia el padre en los procesos de separación. "El SAP es de las cosas más vergonzosas que están volviendo a resurgir, cuando se creía medianamente superado", sostiene. "Se utiliza sobre todo para atacar al movimiento feminista, pero los perjudicados son los menores", advierte la autora. Los daños ocasionados pueden ser irreparables. Este jueves, la Cadena Ser publicó el caso de la madre de las dos niñas a las que su padre asesinó hace un año en Castellón. La víctima ha iniciado el proceso para denunciar al Estado por los fallos en la protección de las niñas, de tres y seis años, como ya hizo Ángela González tras una década de batalla.

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"Holocausto moderno". Es la descripción que hace del aborto Rush H. Limbaugh, el hombre que se ha hecho con el dudoso mérito de haber empleado por vez primera el término "feminazi". Y es la misma idea que repitió Francisco Serrano, presidente del grupo parlamentario de Vox en Andalucía, durante su etapa como juez. "Dedicar un día al aborto seguro es como dedicar un día al holocausto bien planificado", decía el representante andaluz del partido de extrema derecha.

"No es coincidencia", afirma sin titubeos la entrevistada. "Dentro de la Unión Europea ya se advirtió del movimiento Agenda Europa. No son grupos de cuatro machistas que intentan legislar, sino que el machismo tiene sus propios lobbies y sus centros de poderlobbies", lanza. "Esa visión, ese ataque al aborto, nace del intento por mantener de forma férrea la estructura familiar tradicional" porque "la amenaza para ellos es que se rompa". Para mantener intacta esa estructura, observa, "necesitan de la sumisión y la discriminación de la mujer".

Esta defensa de lo tradicional enarbolada por Vox y sus caras visibles implica un riesgo inmediato. "El hecho de que este año tengamos más asesinadas a fecha de hoy no es casual", se arriesga a concluir Bernal-Triviño y su tesis no constituye una opinión aislada. Es la misma que mantiene el movimiento feminista. El discurso de la extrema derecha "está teniendo calado" a pesar de que "antes era residual". Desde hace unos años "se ha legitimado políticamente el discurso machista, ahora hay quien lo escucha en boca de los políticos" de manera que aquellos "que antes se quedaban callados, ahora se quitan la careta sin complejos difundiendo los mismos bulos machistas". Son esos bulos los que trata de exterminar la periodista con la fuerza de la información: "La ciudadanía tiene que ejercer una militancia informativa, asumir que no somos títeres, tenemos que tener la capacidad de saber quién maneja la información y quién está diciendo la verdad".

Ana Bernal-Triviño lo expresa en forma de exhortación, pero lo argumenta haciendo uso de información disponible para aquel que quiera ver. El mandato dice No manipuléis el feminismo (Espasa, 2019) y es el título del libro que acaba de ver la luz. Los datos, la información, tratan de desmontar algunas de las falacias que se reproducen en forma de "reacción patriarcal" en "detrimento de los derechos humanos de las mujeres".

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