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El año del covid ataca directamente a las mujeres con una crisis en el empleo, los cuidados y la lucha contra la violencia
Hace un año las mujeres se echaban a la calle para dejarse la voz clamando por sus derechos. Por aquel entonces ni tan siquiera llegaban a intuir lo que vendría: un año de pandemia que las encerraría en sus casas y las obligaría a dejarse la piel para no retroceder en conquistas. Hoy, el movimiento feminista cree más necesario que nunca salir a la calle. La crisis que ha dejado la pandemia ataca con más virulencia a las mujeres. Ellas, las que cuidan, limpian y sostienen la vida, son precisamente las que más temen por las consecuencias de la pandemia mundial en sus hogares, en sus bolsillos y en sus vidas.
El último Índice Europeo de Igualdad de Género, publicado a finales del año pasado, alertaba entonces de lo que es ya más que una sospecha: el covid-19 puede tener como resultado un retroceso profundo en los avances logrados hasta la fecha en materia de igualdad. La equidad entre hombres y mujeres es frágil, los objetivos todavía se resisten y los avances sembrados a lo largo de los años germinan a un ritmo pausado. Los logros tienden a ser volubles: requieren de cuidados, persistencia y recursos para impedir que decaigan. En un contexto de crisis mundial, la igualdad efectiva entre hombres y mujeres batalla por sobrevivir, pero los indicadores lanzan un grito de socorro.
Una investigación publicada por el Parlamento Europeo el 26 de febrero recordaba que los patrones de segregación sectorial y ocupacional por sexos hacen que la exposición al coronavirus sea desigual. Ahí nace la primera brecha. "Está claro que la exposición al virus es especialmente elevada para los trabajadores de los sectores sanitario y asistencial", donde se encuentra el personal de hospitales, residencias y atención domiciliaria. Según las estadísticas del Instituto Europeo de la Igualdad de Género (EIGE), las mujeres constituyen el 76% de los 49 millones de trabajadores sanitarios de la Unión Europea y el 82% de quienes se dedican a la asistencia domiciliaria formal. Sin contar con los cuidados informales, la eterna doble jornada que asumen las mujeres en la privacidad del hogar –el 70% de las tareas domésticas las asumen las mujeres, según el Instituto de la Mujer–.
Con el inicio de la pandemia, hace ahora un año, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) predijo que el aumento de las responsabilidades de cuidado conllevaría una mayor carga para las mujeres, quienes serían las más afectadas por el desempleo. ¿Se ha cumplido? En España, los últimos datos de febrero así lo confirman: el 70% de las personas que han ido al paro son mujeres. De acuerdo a la última estadística del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), el desempleo atraviesa en mayor medida a las mujeres este último mes: el paro femenino aumenta en 31.404 y el masculino en 13.032 personas. En total, el número de mujeres en paro es de 2.304.779 y el de hombres 1.704.010.
En todas las franjas de edad ellas son las grandes afectadas por el desempleo, aunque el aumento más acusado se instala entre las mujeres menores de 25 años, con un 3,06% más de paro respecto al mes anterior. El dato se explica en buena parte por la feminización del sector servicios, el que más trabajadores aporta a la economía española y también el más castigado por la pandemia. De los 44.436 nuevos desempleados en febrero, 36.877 pertenecen al sector terciario. Según datos del cuarto trimestre de 2020, publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el 88,4% de las mujeres ocupadas está en ese sector.
Una retrospectiva por el año anterior determina que existe un descenso del número de mujeres ocupadas en trece ramas, siendo las más afectadas la hostelería (181.050 mujeres menos), educación (47.275 menos) y trabajo doméstico (51.600 menos). Según el Parlamento Europeo, las mujeres jóvenes "han tenido más probabilidades de perder su trabajo: 11% frente al 9% de los hombres jóvenes". Un vistazo por el tipo de contratos en el mes de febrero también da pistas de la segregación por sexos. Teniendo en cuenta la evolución interanual, los contratos indefinidos han caído un 27,24% para las mujeres y un 24,41% para los hombres.
Según recoge UGT en un informe con datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), las mujeres constituyen el 57,66% de la población inactiva. Los motivos que explican la inactividad están además marcados por el género: el 88,9% de la población inactiva por dedicarse a las labores del hogar son mujeres. Por otro lado, el 93,32% de mujeres declara que el motivo para no buscar empleo es el cuidado de niños o adultos, enfermos, discapacitados o mayores. Finalmente, el 64,83% de las mujeres inactivas admiten que no buscan empleo porque creen que no lo van a encontrar. "El efecto desánimo afecta precisamente más a las mujeres debido a sus mayores dificultades para acceder y mantenerse en el mercado laboral", señala el sindicato.
Y en cuanto al teletrabajo, las expertas que han estudiado sus efectos desde una perspectiva de género concluyen que la falta de regulación y experiencia ha resultado en una "trampa mortal" para ellas. Muchas "están trabajando y a la vez cuidando", pero además cargan con el "seguimiento escolar de los hijos" en edad educativa, un "elemento de ansiedad y estrés añadido". Las líneas que separan la actividad laboral de la vida familiar se han diluído con el teletrabajo, dejando a la conciliación en una situación crítica. A lo largo del año, el número de excedencias dadas de alta fue de 54.723. Con tasas similares a ejercicios anteriores, el 87,17% fueron solicitadas por mujeres.
Según un estudio confeccionado a mediados de febrero por Club de Malasmadres, un colectivo que pelea por la conciliación real, una de cada cuatro mujeres afirma que ha tenido que renunciar de alguna manera a su trabajo para ejercer el rol de cuidadora en el último año. El 74% de ellas ha hecho uso de sus días de vacaciones, con el fin de conservar el sueldo, el 21% ha solicitado permiso sin sueldo o excedencias y el 11% ha reducido su jornada para cuidar durante los meses de pandemia.
Violencia de género: caen las denuncias pero no el riesgo
Desde una perspectiva puramente estadística, el año pasado se cerró con un dato histórico: la cifra más baja de víctimas mortales por violencia machista. En total, la vida de 45 mujeres fue arrebatada por sus parejas o exparejas masculinas. La lectura que hacen los expertos es clara: los periodos de confinamiento y las restricciones posteriores contribuyeron a alimentar una forma de violencia muy particular, la de control. Aunque no existen estudios al respecto todavía, todos los análisis apuntan a que un mayor poder de los maltratadores sobre sus parejas frenó la tendencia de feminicidios.
Los datos de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género demuestran también los peligros de la convivencia: un 77,7% de las mujeres asesinadas en 2020 convivía con su agresor, la cifra más alta desde que existen estadísticas. Este dato parece indicar que aquellas mujeres que rompieron la convivencia con sus maltratadores lograron salir a tiempo de la violencia.
Según el Parlamento Europeo, las crisis y epidemias pasadas "se asociaron con un aumento de los niveles de violencia contra las mujeres y los niños" y en este caso el confinamiento ha generado "el aumento de la violencia doméstica" como "consecuencia no deseada de los encierros". Hay muchas razones, expone la investigación, por las que las cuarentenas pueden aumentar los riesgos de violencia doméstica y abusos. "Las víctimas están confinadas con los maltratadores y aisladas de las redes de apoyo y tienen menos vías de escape", pero además "los agresores pueden aprovechar las medidas de encierro de poder y control, por ejemplo, vigilando más estrechamente el uso de los teléfonos y de los ordenadores". El Europarlamento destaca el fuerte aumento de mujeres que dieron la voz de alarma por canales alternativos a la denuncia formal durante los primeros cierres.
De acuerdo a los datos que maneja el Consejo General del Poder Judicial, un total de 113.615 denuncias han sido presentadas en lo que va de año, a falta de la información relativa al cuarto trimestre: el 71,3% presentadas por la propia víctima, el 13,4% por parte de la policía, el 9,6% a raíz de un parte de lesiones recibido directamente en el juzgado, el 2,05% gracias al paso de sus familiares y el 3,5% por terceros. Si bien el número de denuncias puede haber experimentado un descenso como consecuencia de la pandemia –en los últimos tres años inmediatamente anteriores nunca bajaron de las 165.000–, las llamadas al 016 sí evidencian el intensivo uso de las herramientas que mejor se han adaptado a la circunstancias impuestas por la crisis sanitaria.
Ya con los primeros días del confinamiento las señales fueron inequívocas: las llamadas aumentaron un 12,43% y las consultas online un 269,57% entre el 14 y el 29 de marzo. En el mes de abril, las llamadas escalaron un 60% y las consultas online un 586% respecto al mismo periodo del año anterior. Las 8.692 llamadas de abril constituyeron la cifra más alta de los tres últimos años. La delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, destacaba entonces el "repunte muy significativo de los medios silenciosos", lo que indica que "muchas mujeres no han podido ni hacer desde su propia casa una llamada y han tenido que utilizar medios escritos".
La Eurocámara incide en que "el riesgo de todas las formas de violencia y maltrato doméstico" han sido significativamente mayores cuando las mujeres se aislaban o cuando en sus hogares surgían dificultades laborales. La crisis que deja el coronavirus es múltiple para ellas y las políticas públicas afrontan el reto de contener cualquier regresión. Entretanto, el movimiento feminista sale a la calle un 8M más para recordar que son ellas, las esenciales, quienes sostienen el mundo.
En lo que respecta a la violencia sexual, la situación es similar. Según datos del Ministerio del Interior, 2020 registró 1.602 violaciones denunciadas hasta su cuarto trimestre, frente a las 1.873 del mismo periodo de 2019. Este descenso deja una pregunta sin respuesta: ¿se han producido menos violaciones o se han denunciado menos? En total, las infracciones penales por violación descendieron un 14,5% respecto al año anterior, mientras que el resto de delitos contra la indemnidad sexual bajaron un 13,4%, el primer descenso de este tipo de infracciones desde 2017.