Años de espera y poco apoyo a las familias: la realidad de la adopción en España

Imagen con los pies de dos bebés recién nacios.

Cuenta Lorena Morales que en el partido al que pertenece siempre se ha bromeado con que su familia es la ONU socialista. "Yo tengo dos hermanos chinos y dos negros, como también son mis hijos", explica en conversación con infoLibre. La diputada en la Asamblea de Madrid sufrió hace años un cáncer que le cerró las puertas de la maternidad biológica. Pero nunca se planteó cumplir ese "deseo fuerte" de ser madre –y recalca "deseo", no "derecho"– a través del "abuso" sobre otra mujer. Se refiere, en concreto, a la gestación subrogada, una práctica que ha vuelto al primer plano político tras el caso de la actriz Ana Obregón. La política recurrió a la adopción. Una opción que cambia vidas. Porque como dice su hijo, "no hay mayor pobreza que no tener una familia".

En 2021, último año con datos oficiales disponibles, se adoptaron en suelo español 675 menores de edad: un 55,4% niños y un 44,6% niñas. Esta cifra volvió a situarse en niveles de 2017, cuando se registraron 680. Y puso fin a tres años de progresivas caídas: 639 adopciones en 2018, 626 en 2019 y 537 en el oscuro 2020. Bajadas que contrastan, sin embargo, con el incremento progresivo de los ofrecimientos de adopción nacional. Si hace un lustro se registraron 1.313 ofrecimientos, en 2021 fueron 1.659. Una subida del 26% en cinco años. Ahora bien, estos datos siguen estando lejos de los que se registraban hace una década. En 2011, según los cifras oficiales, se contabilizaron 3.262 solicitudes de adopción.

La legislación española permite la adopción a aquellas personas mayores de veinticinco años. Ahora bien, el Código Civil establece ciertas barreras de edad. Así, resalta en su artículo 175 que la diferencia entre adoptante y adoptando no puede ser nunca menor de dieciséis años ni superior a cuarenta y cinco. ¿Y qué quiere decir eso? Que una persona de 55 años, por ejemplo, no puede adoptar a niños de menos de diez años, igual que una de 30 años no puede hacerlo con críos con edades superiores a los quince. Ahora bien, si los futuros adoptantes están en disposición de adoptar grupos de hermanos o menores con necesidades especiales, esa diferencia máxima podrá ser superior a lo establecido en la normativa.

La mitad de adopciones son de menores de tres años

La ley es bastante rigurosa. Y establece un proceso con diferentes mecanismos de protección. Para iniciar un expediente, es necesario que el interesado se dirija a la entidad pública competente de su comunidad autónoma para formalizar el ofrecimiento de adopción con los documentos básicos necesarios: desde el certificado de antecedentes penales hasta el de ingresos económicos. Tras esto, los interesados realizan unos cursos de formación y los servicios de protección de menores realizan un estudio psicosocial de la persona que se ha ofrecido. Una vez superada esta fase, se identifica qué pequeño puede encajar y empiezan los primeros contactos entre el niño y aquellos que van a convertirse en su nueva familia.

Ana Linares, coordinadora de la Fundación Cora, aún se encuentra en las primeras etapas del proceso. Y eso que su periplo arrancó en Castilla y León allá por 2013. No obstante, explica que el procedimiento de adopción no tiene por qué ser "especialmente largo". Todo depende del perfil. Al otro lado del teléfono, Linares detalla que el tapón se produce fundamentalmente en las edades más tempranas sin necesidades especiales, que es lo que buscan buena parte de las familias. "En el caso de niños sanos con entre cero y dos años podemos hablar, según la comunidad autónoma, de tiempos de espera de entre siete y nueve años", cuenta. Morales tardó mucho menos cuando adoptó al pequeño Javi. Entonces, el crío tenía cinco años y múltiples patologías.

Más de la mitad de las adopciones nacionales registradas en 2021 –un 52%, para ser más exactos– fueron de menores de entre cero y tres años. Una proporción que se reduce progresivamente a medida que aumenta la edad de los pequeños: 20% de cuatro a seis años, 18% de siete a diez, 7% de once a catorce y 3% de quince a diecisiete años. "Hay muchos niños deseando salir en adopción que no lo pueden hacer porque no se adecuan a las características que quieren las familias", señala la coordinadora de la Fundación Cora. Por eso, pide que no se entienda esta opción como una "sustitución" a los problemas de fertilidad, sino como una medida de protección para los niños, que son quienes tienen "derecho" a disfrutar de una "familia".

La adopción internacional en caída libre

Las eternas esperas en esas edades más tempranas es lo que, en ocasiones, suele llevar a las familias a mirar hacia el exterior. En 2021 fueron adoptados por la vía internacional 171 niños. Cuatro de cada diez tenía menos de tres años. Y venían, principalmente, de tres países: India, Vietnam y Bulgaria. Estas cifras se han ido reduciendo progresivamente a lo largo del último lustro: en 2017, por ejemplo, el número de adopciones en el exterior se situaba por encima del medio millar. Tampoco las solicitudes son ya lo que eran. Si en 2011 se registraron 3.234, una década después fueron 783, cuatro veces menos. Cada vez se recurre, por tanto, en menor medida a una fórmula que suele implicar importantes desembolsos económicos.

La adopción, prioridad en la agenda política

Linares explica que una parte del proceso de adopción internacional depende de los propios países de origen. Estados que, en algunos casos, disponen de regulaciones mucho más laxas. Cuando no importantes bolsas de corrupción alrededor de estas prácticas. "En ocasiones se han dado casos de bebés que o no estaban tan sanos como se vendían o las familias ni siquiera habían dado su autorización", cuenta la coordinadora de Cora. En enero de 2021, sin ir más lejos, el Gobierno de Países Bajos paralizó temporalmente su programa de adopciones internacionales después de que un informe oficial detectase irregularidades durante tres décadas, entre 1967 y 1998, con niños procedentes de Brasil, Indonesia, Sri Lanka, Colombia o Bangladés.

Desde la experiencia, tanto Morales como Linares creen que todavía quedan algunos aspectos que mejorar en el sistema de adopción. Para empezar, ambas coinciden en que se debe trabajar sobre las propias familias biológicas para que se puedan hacer cargo de los pequeños. Ahora bien, con esto aclarado consideran que se deben agilizar los procesos, mejorar el apoyo y acompañamiento a las familias adoptivas o perfeccionar su preparación.

"Una cosa es que en esos cursos se explique que la adopción no es un camino de rosas y otra que se desmotive a las familias como se hace", resalta la diputada socialista, quien considera que también debe agilizarse el proceso de obtención de la idoneidad. Un paso que a veces se convierte en todo un viacrucis para unas familias que se sienten "poco acompañadas".

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