La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lo dejó claro en las conclusiones de un estudio que hizo públicas la semana pasada: dos cremas solares infantiles de Isdin y Babaria no ofrecen la protección que prometen y, por ello, deben ser retiradas. La polémica estaba servida. Según la OCU, el producto de la marca Isdin tenía un factor de protección solar (FSP, por sus siglas en inglés: factor of solar protection) equivalente a un 15. El envase, en cambio, mostraba que era de 50. Babaria, con la misma promesa en el etiquetado, sólo ofrecía una protección de 30. Nada más conocer esto, la organización envió los resultados a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) para que realizase las comprobaciones y cesara la comercialización de estos productos "por el riesgo potencial que supone su uso para la salud de los consumidores", aseguraron. Pero matizaron en que el peligro estaba, sobre todo, en el producto de la marca Isdin. Y, como era de esperar, desde la compañía respondieron rápido: aseguran que su producto había sido sometido a "las pruebas más exigentes" para demostrar su eficacia. Además, critican, la OCU no facilitó una copia del estudio "pese a haber sido solicitado".
"El consumidor puede estar seguro de que las afirmaciones que aparecen en el pack del producto están avaladas por estudios independientes elaborados por entidades de certificación de primer nivel", sostienen desde Isdin. Además, aseguran que, "desde el lanzamiento del producto en el año 2015, los servicios de cosmetovigilancia no han registrado consulta, reclamación o denuncia significativa". Pero esta última afirmación fue específicamente rebatida por la OCU. "Si un niño presenta una exposición solar excesiva, ¿los padres se quejarán al fabricante de la marca? ¿De verdad? O más bien pensarán que se han descuidado dejándolo demasiado tiempo al sol...", argumentan. Pero Constanza Bahillo, jefa de la Unidad de Dermatología de Face Clinic Madrid, no opina igual. Más que nada porque, tal y como explica, si el producto fuera defectuoso no habría dañado sólo a un individuo, sino a varios. Y si hubiera sido así, sí que habría habido algún tipo de reclamación. No obstante, la dermatóloga admite que, ante una quemadura provocada por el sol, es normal que se piense que ha sido por una incorrecta aplicación del protector. Porque lo cierto es que, según lamenta, casi todo el mundo lo emplea mal. De hecho, según un estudio elaborado por Acierto.com, uno de cada cinco españoles lo hace siendo consciente de ello. Es más, según el comparador, las consultas al dermatólogo se disparan hasta un 50% durante el verano. Y ocurre, principalmente, por comportamientos de riesgo, principalmente.
¿Cuáles son esos comportamientos? infoLibre habla con dermatólogos para arrojar luz sobre el buen uso de este tipo de productos:
1. ¿Qué es el SPF?
Es lo primero que se ve en la etiqueta de cualquier protector solar. Pero, ¿qué es exactamente el SPF? Según explica en conversación telefónica José Aguilera, miembro del grupo de Fotobiología de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), se trata del "índice de protección que tiene un fotoprotector frente al potencial daño del sol que produce quemadura solar". ¿Qué quiere decir? "Cuando nos aplicamos un fotoprotector, lo que estamos haciendo es ponernos una camiseta química que evita que los rayos del sol lleguen a la piel", especifica. Y claro, cuanto más gruesa sea esa camiseta, más protección se obtendrá.
2. ¿Es equivalente a los minutos durante los cuales funciona el producto? ¿Y la misma aplicación sirve para un día entero?
Desde hace tiempo, comenzó a popularizarse el siguiente tipo de afirmaciones: "Si me aplico una crema de SPF 50, la protección me durará 50 minutos". Es totalmente falso. De hecho, según Aguilera, se trata de una interpretación completamente errónea del modo de funcionamiento real. El dermatólogo lo aclara. Una persona de ojos castaños y pelo oscuro —"el fototipo de la mayoría de españoles"— puede tardar en quemarse unos 20 minutos, aproximadamente. Pues bien, si se aplica un fotoprotector de 50 consiguen que llegue 50 veces menos luz a la piel. "Por tanto, esos 20 minutos se multiplican por 50. Eso significa que tendríamos 1.000 minutos potenciales de protección", añade.
Quien no sostiene la teoría de que el efecto de la crema dura el número de minutos que marca el factor de protección, en muchas ocasiones tiende a creer exactamente lo contrario: con una aplicación al principio de la exposición al sol es suficiente. Pero nada más lejos de la realidad. Según explica Bahillo, hay que reaplicar el producto sobre la piel o después de cada baño o pasadas dos horas desde que se usó. Porque el efecto desaparece. Si la persona se mete al agua, se roza con la arena de la playa, suda o se seca con un toalla es complicado que se mantenga la crema que se echó al principio de la exposición al sol.
3. Un factor de protección adecuado no sirve de nada si la cantidad no es suficiente
Pero no sirve de nada emplear un SPF adecuado ni reaplicarlo cada cierto tiempo si el modo de empleo no es el adecuado. Según explican los dos expertos consultados por infoLibre, otro de los errores más comunes es aplicar poca crema y de forma muy extendida. Lo que recomiendan los dermatólogos, explican Bahillo y Aguilera, es expandir dos miligramos de crema por centímetro cuadrado, es decir, seis cucharillas de café para todo el cuerpo de un adulto. Pero casi nadie lo hace. "Estudios científicos dicen que, en general, la gente se pone entre tres y cuatro veces menos de lo que debería", argumenta Aguilera. Y así sólo se consigue rebajar el factor de protección. "Un producto con un factor de 50 podría convertirse en uno de 10 o 15", dice Aguilera.
4. ¿Hace efecto si no se aplica 30 minutos antes de exponerse al sol?
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Hay quienes comienzan a aplicarse el fotoprotector media hora antes de exponerse al sol. Pero, ¿tiene sentido? Lo tiene si se recuerda que, hace años, las cremas solares necesitaban un tiempo de absorción para que la piel pudiera notar el efecto del producto. Pero es que ya no es necesario, explica Aguilera. "Ese mito lo rompimos en la Universidad de Málaga", dice. "Hoy en día, con los componentes y el método de fabricación que tienen, los productos están tan bien hechos que, justo en el momento en el que se aplica, el producto se ha estabilizado en la zona de la piel donde tiene que estar", explica.
5. ¿Se necesita protección si ya se tiene la piel morena?
Toda piel es susceptible de sufrir quemaduras. Sea más o menos morena. Si bien es verdad que estas últimas tienen un mayor riesgo en el momento de exponerse al sol, no hay que olvidar que la fotoprotección es necesaria para todos los tipos de piel. Sean del fototipo que sean. O dicho de otro modo, resistan al sol como lo resistan. "Fototipos muy altos no necesitan tanta fotoprotección, es decir, podrían aplicarse factores de protección más bajos: en lugar de un 50, un 30", explica Aguilera. Porque eso sí, Bahillo insiste en que todas las personas, tengan la piel como la tengan, tienen que usar un SPF alto, es decir, de 30 como mínimo.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lo dejó claro en las conclusiones de un estudio que hizo públicas la semana pasada: dos cremas solares infantiles de Isdin y Babaria no ofrecen la protección que prometen y, por ello, deben ser retiradas. La polémica estaba servida. Según la OCU, el producto de la marca Isdin tenía un factor de protección solar (FSP, por sus siglas en inglés: factor of solar protection) equivalente a un 15. El envase, en cambio, mostraba que era de 50. Babaria, con la misma promesa en el etiquetado, sólo ofrecía una protección de 30. Nada más conocer esto, la organización envió los resultados a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) para que realizase las comprobaciones y cesara la comercialización de estos productos "por el riesgo potencial que supone su uso para la salud de los consumidores", aseguraron. Pero matizaron en que el peligro estaba, sobre todo, en el producto de la marca Isdin. Y, como era de esperar, desde la compañía respondieron rápido: aseguran que su producto había sido sometido a "las pruebas más exigentes" para demostrar su eficacia. Además, critican, la OCU no facilitó una copia del estudio "pese a haber sido solicitado".