El aumento de la desigualdad, la gran amenaza del coronavirus en la escuela online

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Conforme el avance del coronavirus se hacía evidente, las primeras medidas para contener su expansión aterrizaban directamente en las aulas. El cierre de los colegios fue el primer paso articulado en territorios como la Comunidad de Madrid, Vitoria o La Rioja. Ahora, con el estado de alarma ya decretado, la comunidad educativa trabaja para minimizar el impacto que pueda ocasionar una crisis que, en las escuelas, ha puesto de manifiesto la desigualdad que atraviesa al alumnado y que lastra su aprendizaje.

Este miércoles, la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, presidió la Conferencia Sectorial de Educación, celebrada a través de videoconferencia con las comunidades autónomas con el propósito de consensuar algunas de las líneas a seguir mientras se prolongue el estado de alarma. Las autoridades educativas han decidido posponer la realización de las pruebas de acceso a la universidad (Ebau), manteniendo una convocatoria ordinaria entre el 22 de junio y el 10 de julio, además de una segunda llamada extraordinaria prevista no más allá del 10 de septiembre.

Era una de las preocupaciones de la comunidad educativa, reconocen fuentes sindicales conocedoras del asunto. El retraso de la selectividad podría provocar una demora en los plazos, de manera que la segunda oportunidad de la convocatoria extraordinaria podría haber quedado en riesgo. Pero las noticias de este miércoles parecen buenas, más allá de que los plazos pueden no ser del todo exactos. Otra de las cuestiones sobre la mesa consistía en la adaptación de la prueba. El Ministerio de Educación ha acordado que "el modelo de examen se ajustará a la excepcionalidad que supone el actual estado de alarma para no perjudicar al alumnado". Las mismas fuentes detallan que no se producirá un recorte en el temario, sino una ampliación relativa al contenido opcional. Es decir, el alumnado contará, previsiblemente, con un margen más amplio a la hora de elegir las opciones disponibles para la demostración de sus conocimientos. Fuentes del Ministerio de Educación lo confirman: "Se ha decidido el tipo de prueba que se va a hacer y básicamente se van a ofrecer más alternativas para que los alumnos puedan elegir". Isabel Celaá ya ha enviado un documento técnico a las comunidades con varios modelos, todos ellos centrados en "incrementar la opcionalidad".

Limitar la repetición

El mismo miércoles, la Confederación Estatal de Asociaciones de Estudiantes (Canae) solicitó a la cartera dirigida por Isabel Celaá una modificación de la normativa que regula la repetición de curso en base a la situación de excepcionalidad actual. A juicio de los estudiantes, debe evitarse "el grave perjuicio para la permanencia en el sistema educativo que supondría para un estudiante repetir curso en estas circunstancias". De hecho, recuerdan, la repetición "ya se plasma en la normativa como situación excepcional y debemos tomar las medidas oportunas para que así sea". El departamento de Isabel Celaá ya había planteado, en su propuesta de reforma educativa, la repetición de curso como medida excepcional y siempre acompañada por un plan individualizado de apoyo para el alumno.

Lo cierto es que el ministerio "está trabajando denodadamente en esta crisis con un único objetivo: que ningún alumno pierda el curso por esta situación provocada por el Covid-19". Fuentes oficiales explican que todo su trabajo está enfocado a minimizar las consecuencias académicas derivadas de la crisis. "Ningún estudiante va a perder el curso por esta situación excepcional", afirman y remarcan que "lo que hay es sólo una suspensión de las clases presenciales". La inquietud sobre la posible repetición de curso brota esencialmente a raíz de las palabras del Consejero de Educación en la Comunidad de Madrid, Enrique Ossorio, que el martes introdujo la posibilidad de interrumpir el curso en marzo. Un extremo que el Ministerio de Educación se apresuró en descartar por completo.

Andrea G. Henry, presidenta de Canae, explica a infoLibre que el principal objetivo, que debe concentrar los esfuerzos de toda la comunidad educativa, pasa por lograr que "los alumnos se vean lo menos perjudicados por la situación". Es por ello que, entiende, la repetición "tiene que ser la última opción", especialmente en un contexto en que el aprendizaje tiene que superar importantes barreras. La representante de los alumnos habla de la educación a distancia y de los recursos materiales, no siempre disponibles para todo el mundo. Este requisito, expresa, al final "genera más desigualdad entre estudiantes", con la consecuencia de que los más desfavorecidos "se ven perjudicados y podrían terminar repitiendo, cuando el problema no es suyo".

La desigualdad se hace fuerte

Pero más allá de las consecuencias académicas, el impacto que tendrá la crisis del coronavirus sobre el desarrollo normal del alumnado es motivo de preocupación para profesores y estudiantes. Así lo expresa Marian Moreno, profesora y experta en coeducación. "Lo académico es lo menos importante, se puede recuperar con el paso del tiempo", dice en conversación con este diario. Lo que, por el contrario, sí puede dejar importantes secuelas es la brecha entre el alumnado. "Lo que más nos preocupa es que este sistema de teleformación está poniendo encima de la mesa las desigualdades brutales del alumnado", reflexiona Moreno.

La experiencia de los últimos días revela que, aunque hay quien sí tiene capacidad para adaptarse, otros muchos no cuentan con las garantías suficientes para hacerlo. Porque no tienen conexión a internet, sólo cuentan con un ordenador –o ninguno– para toda la familia, pasan por situaciones de violencia o conviven con algún familiar enfermo. "En el aula les ves la cara, sabes lo que les pasa, la escuela protege a todo el alumnado y es equilibradora", explica la docente, quien repara en la situación de desamparo que se abre ahora para buena parte de los estudiantes.

Soledad Andrés, profesora de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), se reconoce preocupada. "Me resulta sorprendente que no haya previsto un plan de contingencia sobre cómo actuar ante una situación como esta" en el ámbito educativo, sostiene. Reprocha la constante "improvisación" respecto las medidas aplicadas ante la irrupción de la crisis y recuerda lo importante de velar por el bienestar de los alumnos. "La educación tiene que ver con los contenidos educativos, pero también con la socialización", de manera que resulta fundamental "asegurar el funcionamiento de la enseñanza obligatoria para garantizar la igualdad de oportunidades de todo el alumnado" y no sólo de aquellos que "pertenecen a un sector privilegiado".

Andrés insiste en que "un sector muy amplio de la población, con un nivel sociocultural medio-bajo, sin la escuela está en absoluto desamparo". A su juicio, "no se puede esperar ni suponer que todas las familias tengan los recursos y equipamientos" que exige la enseñanza telemática. Todo ello significa que "hay un riesgo clarísimo de introducir más factores de desigualdad, que tienen que ver con la brecha digital y que redunda en el nivel sociocultural de las clases más bajas".

Educación asegura ser consciente de la situación difícil de determinados hogares y de la falta de recursos. Es precisamente el motivo por el que se ha desarrollado contenido específico de aprendizaje para los más jóvenes, emitido por la televisión pública, con el objetivo de "intentar paliar esa brecha". La ministra, además, contempla con preocupación los problemas que asumen los "alumnos más vulnerables", por lo que se esfuerza en reiterar a los consejeros autonómicos "una identificación de esos alumnos para poder llevar a cabo un especial seguimiento".

¿Y después?

Los profesionales, ante los muchos interrogantes que abre la situación actual, observan con inquietud el escenario que se abra con la vuelta a la normalidad. Andrés se pregunta si, cuando todo termine, los alumnos estarán en igualdad de condiciones y con qué criterio serán evaluados, teniendo en cuenta "el mayor grado de desigualdad" que ha ido anidando en los últimos días.

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En ese sentido, la profesora recuerda que "las circunstancias personales son esenciales" y que, partiendo de esa base, urge preguntarnos "cómo son los entornos familiares donde los niños están recluidos". "No hay que olvidar que la escuela siempre es un espacio seguro para los niños, les rescata de entornos familiares dañinos". Por ese motivo, la docente apuesta por el despliegue de "todo tipo de ayudas para los niños sin recursos y aquellos en riesgo por conflictividad conocida o previsible".

La vuelta a la normalidad preocupa también a Moreno, quien fija su mirada en el estado psicológico de los alumnos. "Cómo van a volver psicológicamente es algo que desconocemos y eso crea cierta angustia", admite. Hasta ahora "estaban acostumbrados a que ir a clase era lo más habitual, lo natural, pero se ahora se han dado cuenta de que nada de esto era natural: todo estaba construido por la acción de una sociedad". Ese será, a su entender, uno de los aprendizajes esenciales. "Nos vamos a ver de manera diferente, no desde la naturalización de los derechos, sino desde su celebración", reflexiona Moreno, quien sin embargo no obvia la lectura más sombría. "Tendremos alumnado que haya tenido pérdidas, que lo haya pasado mal".

Asumir un regreso que no tiene fecha "genera mucha incertidumbre" para todos los actores implicados. Por ello, la profesora cree importante que "las autoridades educativas den unas directrices muy claras" sobre la forma de proceder. Ahora, entiende, "necesitamos relajar la mirada académica, quitar el acento de la materia y ponerlo en lo humano y personal". En esencia, zanja, "poner en el centro a las personas y trabajar todos a una".

Conforme el avance del coronavirus se hacía evidente, las primeras medidas para contener su expansión aterrizaban directamente en las aulas. El cierre de los colegios fue el primer paso articulado en territorios como la Comunidad de Madrid, Vitoria o La Rioja. Ahora, con el estado de alarma ya decretado, la comunidad educativa trabaja para minimizar el impacto que pueda ocasionar una crisis que, en las escuelas, ha puesto de manifiesto la desigualdad que atraviesa al alumnado y que lastra su aprendizaje.

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