Los 'caídos' del Gobierno: una batalla en la que no ganan ni Carmen Calvo ni Iván Redondo

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Sólo se han visto afectados los departamentos bajo la responsabilidad del PSOE —Unidas Podemos ha optado por mantener en sus carteras a sus cinco ministros— pero aún así el presidente Pedro Sánchez ha optado por una revolución. Del Consejo de Ministros salen siete miembros, incluida la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, pieza clave de la arquitectura del Ejecutivo, responsable de la coordinación entre departamentos y bestia negra de los morados, con los que ha protagonizado numerosos roces desde que la coalición echó a andar. Y del gabinete de Sánchez desaparece Iván Redondo, el experto en comunicación política al que se atribuyen la mayoría de las decisiones estratégicas del presidente desde la moción de censura.

Durante estos años, la vicepresidenta primera —doctora en Derecho Constitucional— había actuado como la mano derecha de Sánchez. Desde ese puesto mantuvo varios enfrentamientos con Pablo Iglesias mientras el que fuera líder de Unidas Podemos estuvo en la Vicepresidencia de Derechos Sociales. También encabezó las negociaciones en la Generalitat cuando Quim Torra residía el Govern y que dieron lugar a la reunión de Pedralbes pero que acabaron en ruptura en febrero de 2019.

Calvo venía ocupando el número dos del Gobierno desde el 8 de junio de 2018 y por sus competencias, al frente de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, era una pieza clave en la coordinación del primer Ejecutivo español de coalición. Su salida se produce con su proyecto estrella, el proyecto de Ley de Memoria Democrática, a punto de ser aprobado —se supone que sólo está pendiente de pasar por el Consejo de Ministros— y después de perder las dos batallas que había venido sosteniendo con la ministra de Igualdad, Irene Montero, en relación con la Ley Trans y la Ley del sólo sí es sí.

Su salida es una de las dos que más trascendencia tienen y que marcan la profundidad de los cambios emprendidos por Sánchez. La segunda es la de Iván Redondo, el experto en comunicación política que ha asesorado las decisiones del presidente desde su llegada a la Moncloa y que también formó parte del núcleo duro de coordinación de la estrategia electoral del PSOE durante el intenso año electoral de 2019 y en las convocatorias de Cataluña y Madrid de este año. Precisamente esta última le situó en el ojo del huracán: él fue en buena parte responsable de la estrategia del candidato socialista, Ángel Gabilondo, que no sólo no ganó las elecciones sino que se vio superado por la candidatura de Más Madrid, de ahí que algunos dirigentes del PSOE, entre ellos la vicesecretaria Adriana Lastra, pidiesen en aquel momento su cabeza, según fuentes consultadas por infoLibre.

Redondo se convirtió durante estos tres años en un personaje clave de la estrategia de Sánchez y son legión los que le atribuyen no sólo más influencia que a cualquier ministro sino el origen de muchas de las medidas que el presidente ha acabado impulsando.

Su encaje en el PSOE nunca fue sencillo. Como profesional de la comunicación prestó servicio al PP en las municipales de 2011 y en la Junta de Extremadura durante el mandato de José Antonio Monago y eso le valió durante mucho tiempo las suspicacias de una parte del partido disconforme con el protagonismo otorgado a la estrategia de comunicación en comparación con los objetivos políticos.

Sánchez no sólo confió en él tras la moción de censura, al nombarle director de su gabinete, sino que reforzó sus competencias después de las elecciones de noviembre de 2019 poniéndole al frente de todo el aparato de Presidencia.

En una controvertida comparecencia en el Congreso celebrada hace apenas un mes, Redondo dejó clara su identificación con Sánchez. Un asesor debe "tirarse por un barranco" por su presidente. "Lo hago aquí, ahora y mañana. Y ahí voy a estar con él hasta el final", garantizó. "Para mí es un orgullo trabajar para el presidente del Gobierno de España”, un país que, en su opinión, lo que necesita es "un poquito de estabilidad desde hace muchos años”. Algo que "el presidente la va a dar", lo que será "bueno para España y bueno para todos".

Ministros con peso

Los cambios de ministros con peso en el Ejecutivo son numerosos. Sale del Gobierno la titular de Exteriores, Arancha González Laya, apenas año y medio después de su toma de posesión. Y sólo unas semanas después de la grave crisis abierta con Marruecos que desató la monarquía alauita en represalia por la resistencia española a reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental con la excusa de que España había permitido al líder del Frente Polisario recibir tratamiento médico en nuestro país.

Abandona también el Ejecutivo José Luis Ábalos, hasta ahora titular de Transportes, tradicionalmente el departamento más inversor. Ábalos es también secretario de Organización del PSOE, una circunstancia que algunas fuentes relacionan con la necesidad de reactivar la maquinaria socialista de cara a las importantes citas electorales que vienen: las elecciones andaluzas del año que viene y las generales, autonómicas y municipales de 2023.

Ábalos fue uno de los ministros más criticados por la derecha desde la llegada de Sánchez a la Moncloa. Nada más comenzar la legislatura trataron forzar su destitución —y su procesamiento— por el episodio que protagonizó con la vicepresidenta venezolana en el aeropuerto de Barajas. Un asunto archivado definitivamente por la Audiencia Nacional pasado mes de abril.

Del Consejo de Ministros se cae también el hasta ahora ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, apenas dos semanas después de completar una de las decisiones más complicadas de la legislatura: los indultos a los nueve dirigentes sociales y políticos del procés que permanecía en prisión tras ser condenados por los hechos relacionados con la declaración unilateral de independencia de 2017. Campo, magistrado de profesión, tenía todavía pendiente la reforma de varios artículos del Código Penal que ahora deberá desarrollar su sucesora en el cargo.

Isabel Celaá, ministra de Educación desde junio de 2018 —hasta 2020 fue además portavoz del Gobierno— también deja el ministerio, en su caso después de completar la tramitación y entrada en vigor de su proyecto estrella, la nueva Ley de Educación.

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Mucho más limitado es el legado que dejan los otros dos ministros que abandonan el Gobierno: Pedro Duque y José Ángel Rodríguez Uribes.

El primero, el primer astronauta español, deja el cargo después de haber aprobado un plan para aumentar la contribución española a la Agencia Espacial Española y de haber logrado que Barcelona se hiciese con una de las sedes de uno de los supercomputadores planeados por la Comisión Europea.

El segundo llegó a Cultura procedente de la política madrileña y durante la pandemia recibió numerosas críticas por parte del sector, que no se sintió suficientemente apoyado para sobrevivir económicamente a la paralización de todas las actividades. Igual que Campo y Laya, llevaba en el Gobierno apenas año y medio.

Sólo se han visto afectados los departamentos bajo la responsabilidad del PSOE —Unidas Podemos ha optado por mantener en sus carteras a sus cinco ministros— pero aún así el presidente Pedro Sánchez ha optado por una revolución. Del Consejo de Ministros salen siete miembros, incluida la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, pieza clave de la arquitectura del Ejecutivo, responsable de la coordinación entre departamentos y bestia negra de los morados, con los que ha protagonizado numerosos roces desde que la coalición echó a andar. Y del gabinete de Sánchez desaparece Iván Redondo, el experto en comunicación política al que se atribuyen la mayoría de las decisiones estratégicas del presidente desde la moción de censura.

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